Opinión

Pedro Brieger

Periodista

Putin y el desafío 2030

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Moscú. Conferencia de Putin en su comando de campaña, el 18 de febrero.

Foto: Getty Image.

En la reciente elección presidencial de mediados de marzo Vladímir Putin logró un triunfo aplastante con el 87% de los votos que le asegura continuidad al frente de Rusia hasta el 2030.
Cuando apareció designado como primer ministro por Boris Yeltsin en 1999 pocos conocían, dentro y fuera de Rusia, a Vladímir Putin. Apenas se sabía que había formado parte de la KGB, los servicios secretos de la época soviética. 
Hoy es uno de los hombres más poderosos del planeta y Rusia ocupa en el contexto internacional la centralidad que tenía la Unión Soviética. Por eso no es casual que Joe Biden, en su reciente discurso ante el Congreso, comenzara diciendo que había que frenar a Putin en su avance sobre Ucrania y Europa.
Es complejo analizar los procesos electorales en Rusia con los parámetros de la tradición democrática en abstracto de los países capitalistas occidentales. Rusia pasó del zarismo a la Unión Soviética, durante 70 años gobernó un solo partido, y la persecución de opositores –antes y ahora– han dejado una impronta difícil de borrar. 
Putin construyó un sistema de poder que gira alrededor de su persona y deja poco margen para que alguien pueda cuestionarlo. De hecho, las pocas voces que se alzaron contra la controvertida invasión a Ucrania fueron acalladas mientras él ponía nuevamente como eje central las batallas históricas de la gran Rusia. 
Yeltsin liquidó la Unión Soviética y entregó mucho más que el comunismo: entregó su propia historia, como si se pudiera borrar de un plumazo una gran tradición intelectual, literaria o científica. Putin dio un giro de 180 grados respecto de Yeltsin, se plantó por encima de las luchas partidarias y decidió enfrentar a los Estados Unidos para devolverle el orgullo nacional a los rusos. Y lo logró.
En este contexto los procesos electorales parecen apenas un trámite, aunque el reciente atentado en Moscú sea también una afrenta al orgullo de gran potencia.

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