Opinión

Juan Garriga

Economista

¿Qué hacer con los planes sociales?

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Foto: Pepe Mateos

Cuando se discute la cuestión de los planes sociales, solemos escuchar de parte de variados sectores políticos que los planes deben convertirse en trabajo genuino. Sin duda esta premisa es cierta, pero resulta difícil llevarla a cabo. Si bien los planes sociales surgieron en un contexto de alto desempleo, nunca pudieron reducirse, aún en mejores contextos, por ningún Gobierno.
Actualmente podemos observar una baja en el desempleo. El índice de desocupación bajó al 6,3% al término de 2022, siete décimas menos que el 7% registrado en similar período de 2021. Sin embargo, entre finales de 2021 y el segundo trimestre de 2022, el porcentaje de asalariados no registrados creció del 33,3% al 37,8%. Es decir que crece el empleo, pero no crece la calidad del mismo.
Este problema no tiene que ver con la situación coyuntural de un Gobierno o un país, si no con una situación estructural del capitalismo. En esta etapa del capitalismo, estamos observando un fuerte aumento de la productividad basado en las nuevas tecnologías. Un aumento de la productividad se puede ver como algo positivo, tanto para las empresas como para los trabajadores. Pero también puede tener consecuencias negativas: si la tecnología reemplaza a los trabajadores, muchos de ellos pueden quedar fuera del mercado laboral, y no porque no haya empleo disponible, sino porque se quedan por fuera de las nuevas condiciones laborales. Esto genera entonces que crezca la brecha entre trabajadores más aptos para dar respuesta a las nuevas tecnologías, y aquellos que no lo pueden hacer.
Ante esta situación, resulta vital entender que el pasaje del plan social al trabajo genuino sigue siendo todo un desafío en una sociedad que, muchas veces, evoluciona más lento que lo que lo hace la tecnología.

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