22 de agosto de 2012
El avance hacia la utopía requiere muchas batallas, pero sin duda la primera es la batalla cultural». Con esta frase el Centro Cultural de la Cooperación recibe a sus integrantes y visitantes cada día del año, como un mandato que expresó Floreal Gorini, nuestro fundador, y que condensa un rasgo sustancial de los valores cooperativos en su búsqueda por aportar al progreso social y cultural de los pueblos. La unión indisoluble entre el cooperativismo comprometido y la cultura crítica resulta más oportuna que nunca, ya que este año el cumple 10 años de la inauguración de su emblemático edificio de la avenida Corrientes.
La impronta cultural de los cooperativistas argentinos viene desde sus orígenes, en los inicios del siglo XX. Por entonces, cuando se reunían a tratar sus temas específicos, acostumbraban a leer libros de escritores clásicos europeos y cantar canciones populares de sus países de origen.
Luego fueron incorporando la música y la literatura del acervo cultural de su nueva patria. En suma, la cultura siempre fue una verdadera fragua que amalgamó el trabajo cotidiano de los cooperativistas y las luchas por las necesidades vitales que los unían en un proyecto colectivo.
La creación del Centro Cultural fue un fogonazo en la oscuridad ideológica y cultural en los años dominados por los valores neoliberales.
Bajo la visionaria perspectiva de Floreal Gorini se puso en marcha un sueño, hoy convertido en realidad, entendido –según sostienen sus principios fundacionales– como «un espacio de formación, aglutinamiento y construcción de cuadros intelectuales de avanzada, que albergue las diferentes tendencias y movimientos culturales que lo expresen, de forma amplia y democrática y que tienda a constituirse en un referente a nivel nacional». Y en ese marco, contribuir a proyectar un nuevo imaginario popular que se afirme en lo mejor de la herencia cultural de la humanidad y de nuestras expresiones culturales, al tiempo que se renueve creativamente a la luz que los cambios de época reclaman.
El camino recorrido en estos años ha sido fecundo, a la vez que asumimos con alegría el reto de continuar creando y generando nuevas iniciativas que ensanchen la presencia de nuestro Centro, tanto en las artes como en las ciencias sociales.
Hacer un balance en un espacio muy breve nos pone en el riesgo de omitir importantes procesos y resultados, o reducir el relato a una sumatoria de iniciativas que tuvieron repercusión mediática y social, como las visitas de Hugo Chávez, Rafael Correa, Baltasar Garzón, Aleida Guevara, Camila Vallejo y Karol Cariola. O los seminarios con el Fondo Cultural, con la presencia de destacados historiadores, artistas, literatos y educadores de varios países del continente; apuntando a poner en práctica nuestra visión y compromiso con la causa americanista.
La consolidación de un núcleo de jóvenes artistas de gran calidad que al mismo tiempo reflexionan, investigan y, en muchos casos, se involucran con las construcciones y luchas políticas, legislativas y territoriales da cuenta de un modelo integral de creador expresivo que liga su quehacer artístico con un compromiso social y político. En un mismo sentido, el desarrollo de un plural y valioso colectivo de investigadores de las ciencias sociales que crean conocimiento y lo difunden, al tiempo que participan activamente de la lucha política dan cuenta de la originalidad de nuestro proyecto.
La creciente ligazón del –como el Programa Latinoamericano de Educación a Distancia– con las necesidades del cooperativismo de crédito, particularmente en todo lo relacionado con la capacitación, ha permitido un mutuo enriquecimiento entre la dinámica social propia de la cooperativa y la riqueza de los conocimientos que se crean y circulan para avanzar en un camino compartido en este tiempo histórico apasionante.
Podemos afirmar con legítima alegría que hoy el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini es una referencia trascendente de la cultura progresista de nuestro país. En suma, una década que nos convoca al orgullo y a la celebración por el trabajo realizado entre todos y con el gran marco del Año Internacional de las Cooperativas.