Opinión | A fondo

Unidad en la diversidad

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Las rupturas, con los variopintos andamiajes del neoliberalismo en cada uno de nuestros países y su reemplazo por nuevas articulaciones políticas, económicas, sociales y culturales no podrán profundizarse si no se consolida el gran telón de fondo que es la unidad en la diversidad de la región.
Se trata de una construcción que tiene que ver con la búsqueda de una identidad propia de la región, una identidad común, lo que no implica que cada uno pierda la suya. Es un proceso de integración de países diversos, con culturas diversas, con historias diversas, y con decisiones de sus pueblos diversas, pero que tienen denominadores comunes alrededor de los cuales se va construyendo un nuevo modelo de  integración, con claros perfiles emancipatorios.
Esta región tiene los recursos fundamentales y estratégicos que serán claves para el desarrollo futuro de la humanidad: alimentos, energía y agua potable. Un gran desafío es avanzar en la configuración de las instituciones que garanticen que los recursos estén al servicio de toda la región. Los líderes de nuestros procesos no se han cansado de enfatizar que el soporte decisivo de los cambios conquistados en latinoamérica y su consolidación y desarrollo lo constituyen los sectores populares, esos mismos que fueron marginalizados y excluidos por el neoliberalismo. Por supuesto que este nuevo estilo de integración molesta y recibe todo tipo de ataques, especialmente a partir de las medidas que se toman en materia de recuperación de la soberanía.
El concepto de soberanía se ha ido constituyendo en un atributo clave de decisiones centrales en las políticas económicas nacionales y regionales.
Se ha puesto de manifiesto la defensa de la soberanía en un sentido integral. Un escenario de defensa de nuestros recursos estratégicos y de complementariedad con una concepción política de autonomía decisional nacional e integración regional con vistas al desarrollo de políticas de crecimiento económico, con inclusión social, redistribución del ingreso y equidad. Estos hitos constituyen un escalón superior para avanzar en la consolidación de un proyecto regional que desde la diversidad de las realidades nacionales sostenga posiciones de autonomía contra toda pretensión imperial, y permita construir un futuro compartido por las naciones de América Latina y el Caribe.
Mientras los países centrales se debaten en un cierto clima de impotencia para superar su formidable crisis de sustentabilidad, los nuevos vientos latinoamericanos y caribeños ofrecen al mundo la posibilidad de imaginar su futuro desde un paradigma distinto. La diferencia con las recetas neoliberales es que se está logrando poner en valor la política en el contexto mundial. El regreso de la política en el mapa internacional emerge de la mano de gobiernos elegidos democráticamente por los pueblos que van mostrando el amanecer de una nueva subjetividad continental capaz de confrontar desde una misma altura, frente a frente y a los ojos a toda soberbia imperial. La integración debe ser, además de económica, política y cultural.
La integración no es fácil ni sencilla. Es un proceso difícil y trabajoso, porque hay un objetivo general pero muchas veces hay intereses concretos que se ven afectados y que es necesario transformar. Hay controversias históricas y experiencias distintas. Todos vivimos historias diferentes y, por lo tanto, tenemos elementos que nos hacen percibir la realidad no exactamente de la misma manera. Por todo esto, en el respeto a la libre determinación de cada uno de los Estados soberanos, en la ayuda fraterna que podamos darnos, en la capacidad para entender las particularidades y complejidades de cada uno de los proyectos. Por sobre todas las cosas, en la firme voluntad de no permitir que ninguna dificultad altere lo principal, que es seguir avanzando en ese proceso de integración y unidad regional, está una de las claves para que podamos realmente ir hacia esta meta  de ser realmente independientes, realmente soberanos, y que podamos construir los caminos que nos lleven a la felicidad de nuestros pueblos.

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