Opinión | A fondo

Universidad desde el cooperativismo transformador

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El movimiento cooperativo de crédito tiene una aquilatada trayectoria en materia de educación cooperativa. En efecto, las Cajas de Crédito originarias pueden ser definidas como verdaderas organizaciones que educan. Se trató de escuelas (la primera fundada el 2 de febrero de 1918) en las cuales se aprendía a abordar y resolver problemas colectivos a través de un gobierno y una gestión democrática y eficiente. Junto con la democracia y la eficiencia interna, un rasgo relevante ha sido el compromiso con una sociedad más justa, consistente con el ideario solidarista que guía las prácticas en nuestras entidades. Desde muy temprano se advirtió que la praxis –entendida como práctica reflexiva– constituía una plataforma pedagógica de indudable potencia.
Con la creación del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC), en 1958, se fueron desplegando formas más sistemáticas de educación en diversos formatos, con un punto de inflexión en 1973, a partir de la creación de Idelcoop, fundación de educación cooperativa para todo nuestro movimiento.
Un recorrido por la historia permite recuperar múltiples formas de trabajo pedagógico que tiene como fines la difusión de nuestras ideas y la conceptualización y mejoramiento de nuestra praxis, así como la intervención efectiva en las luchas y construcciones por una sociedad más justa, igualitaria y participativa.
Por caso, la iniciativa del IMFC de poner en marcha el Centro Cultural de la Cooperación generó nuevos dispositivos de formación acordes al presente siglo. Un ejemplo fue el inicio del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED).
En ese contexto, la creación de una institución universitaria se inscribe en este proceso de construcción, constituye un nuevo hito en una larga trayectoria –cultural, pedagógica y de gestión– que expresa la voluntad de nuestro cooperativismo por rebasar sus propios límites y fortalecer el grado de influencia en nuestra sociedad.
En 2014, tras un intenso trabajo de preparación previa, se presentó en el Ministerio de Educación el proyecto para la creación del Instituto Universitario de la Cooperación (IUCOOP). Comenzó así el proceso de evaluación que involucra al propio ente estatal y a la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria; de cuyo resultado surge un decreto presidencial en 2017, que autoriza el funcionamiento oficial e incorpora a IUCOOP al sistema universitario nacional. Es un proyecto de largo alcance, con un plan de trabajo para el corto, mediano y largo plazo: un Instituto Universitario abocado –según lo establece la Ley de Educación Superior– a un área disciplinar; así como hay instituciones universitarias abocadas a la formación de médicos, en nuestro caso definimos al Instituto Universitario del movimiento como una institución cuya área disciplinar focaliza en el cooperativismo y la economía social. Tal decisión se sustenta en la existencia de un campo productivo con gran tradición como conjunto de instituciones vivas, y de un caudal teórico y metodológico que constituyen inicialmente el campo disciplinar; la vinculación entre ambos y su desarrollo resulta nuestro acervo y, a la vez, nuestro desafío. Desde este punto de partida, ponemos en acción un renovado aporte teórico y práctico que tiene como destinatarias privilegiadas, pero no excluyentes, a las cooperativas y al conjunto de las organizaciones productivas y sociales que abogan por una economía solidaria. IUCOOP se propone como un espacio de formación de profesionales integrales que pueden trabajar en el ámbito productivo y social, en la investigación y también en los ámbitos de Gobierno y gestión estatales, abocados al campo de la economía social, solidaria y cooperativa.
Las primeras carreras serán la Tecnicatura y la Licenciatura en Economía Social y Cooperativismo y la Licenciatura en Organizaciones. Les seguirán en los próximos años carreras de pregrado, grado y posgrado en torno al Gobierno y la gestión, la comunicación y la educación cooperativas. Estas y otras actividades formativas, algunas de ellas sin requisito de titulación previa, permitirán estudiar a jóvenes, a participantes en organizaciones productivas y/o sociales, a docentes y a profesionales de diversas disciplinas que quieran enriquecer su formación de base.
Este andamiaje se completa con los vínculos ya existentes (y por crear) con las instituciones que forman parte del sistema universitario argentino, con ámbitos de participación democrática en las instituciones del Estado y con organizaciones culturales y sociales con las cuales dialogar a través de proyectos concretos de formación, investigación, extensión y transferencia.
En 2020 esperamos iniciar el enorme desafío de formar a camadas de profesionales desde y para un cooperativismo renovado y transformador. Haciendo propia desde la especificidad académica la idea fértil de ayudar a comprender para transformar un mundo que reclama otros futuros más dignos, justos y sustentables. Mirando a las estrellas y con los pies en la tierra.

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