9 de abril de 2014
Ante los problemas actuales de Argentina, que requieren el esfuerzo de todos para solucionarlos –especialmente el de sus líderes–, me pregunto por qué muchos candidatos a presidente y legisladores andan paseando por Estados Unidos en busca de la aprobación de la Casa Blanca para sus proyectos. Me pregunto, en realidad, qué esperan que ocurra. ¿Van por la palmadita en la espalda de la administración Obama? ¿Van por un guiño cómplice del establishment estadounidense? ¿Van a prometer espacios para que las multinacionales puedan hacer pingües negocios en Argentina una vez que ellos ganen? ¿Van a armar estrategias sobre cómo esmerilar al Gobierno para que llegue completamente malogrado a las elecciones de 2015? No sería nada raro. Esta es la táctica de la oposición venezolana, muchos de cuyos integrantes cobran dinero del gobierno estadounidense para generar el caos. Así lo denunció el presidente Maduro en The New York Times: «Hoy en día, la administración de Obama invierte como mínimo 5 millones de dólares anuales en apoyar a los movimientos opositores en Venezuela. Un proyecto de ley para otorgar 15 millones de dólares adicionales para estas organizaciones antigubernamentales está ahora en el Congreso, que está considerando, además, si imponer sanciones a Venezuela». Lo peor de todo es que muchos de estos personajes que van a Estados Unidos en busca de una lisonja son prácticamente ignorados en los círculos oficiales de Washington, al punto de que tienen que pagar para lograr una foto con algún «famoso». Tal ocurrió con el jefe de Gobierno de Buenos Aires, que abonó 35.000 dólares el cubierto sólo para volver a la Argentina con una triste foto con la ex secretaria de Estado, Hillary Clinton.
Todavía hay muchos que quieren volver a los 90.
Alberto Salas
Lomas de Zamora,
provincia de Buenos Aires
