16 de febrero de 2025
Entre purgas de funcionarios y descalificaciones libertarias a quienes critican ciertos aspectos del rumbo económico, la cuestión de la relación peso-dólar se ubica en el centro del debate.
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El triunfo electoral de un outsider de ultraderecha era inimaginable hace muy poco tiempo atrás. La victoria de una figura como Jair Messias Bolsonaro en Brasil en 2018 había sido un llamado de atención regional. Sin perjuicio de eso, la mayoría de los analistas políticos locales sentenciaban que «la Argentina no es Brasil».
La «excepcionalidad argentina» quedó desmentida en las urnas en 2023. El triunfo de La Libertad Avanza supuso un terremoto que cambió el tablero político. En ese marco, el oficialismo impuso e impone agenda y obtiene la sanción de leyes importantes (por ejemplo: Ley Bases) a pesar de su débil fuerza parlamentaria.
Las continuas purgas internas son otro aspecto novedoso del oficialismo. Las últimas víctimas de la guillotina de Karina Milei fueron Ramiro Marra, Sonia Cavallo y Mariano de los Heros. Antes lo habían sido la vicepresidenta Victoria Villarruel, el exjefe de Gabinete Nicolás Posse, el senador Francisco Paoltroni, el anterior titular del Anses Osvaldo Giordano, la extitular de AFIP Florencia Misrahi, solo por nombrar algunos de los más de 120 funcionarios y legisladores «ejecutados» en poco más de un año de gestión.
Esta lógica expulsiva también tiñe la relación con algunos economistas que, aun cuando apoyen los trazos gruesos del plan económico, deslizan algunas críticas puntuales. El último round de esa pelea fueron los ataques contra Domingo Felipe Cavallo. En su blog personal, el exministro de Economía de Carlos Menem y Fernando De la Rúa hizo un elogioso balance de la administración mileísta, pero advirtió que debía corregirse un atraso cambiario cercano al 20%. Resulta paradójico, para algunos, que ese comentario provenga del padre del modelo económico noventista caracterizado por una fuerte apreciación del peso que estalló por los aires con una secuela de muertes, desempleo y pobreza. Pero eso es otra historia.
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Caputo. El ministro sostiene la inexistencia del atraso cambiario.
Foto: NA
Mejor no hablar de ciertas cosas
La recomendación de «Mingo» desató la furia presidencial, que tildó de «impresentable» a su antes admirado economista, acompañado de un raid mediático de la dupla Milei-Caputo para defender a capa y espada la inexistencia de atraso cambiario.
El lingüista y analista político estadounidense George Lakoff escribió un famoso libro titulado No pienses en un elefante. En ese libro, Lakoff cuenta que «cuando enseño el estudio del cambio de marco, en Berkeley, en el primer curso de Ciencia Cognitiva, lo primero que hago es darles a los estudiantes un ejercicio. El ejercicio es: No pienses en un elefante. Hagas lo que hagas, no pienses en un elefante. No he encontrado todavía un estudiante capaz de hacerlo. Toda palabra, como elefante, evoca un marco, que puede ser una imagen o bien otro tipo de conocimiento: los elefantes son grandes, tienen unas orejas que cuelgan, y una trompa; se los asocia con el circo, etcétera. La palabra se define en relación con ese marco. Cuando negamos un marco, evocamos el marco».
Volviendo a la Argentina, la multiplicación del discurso oficial referido al nivel del tipo de cambio remite al «no pienses en un elefante». Lo cierto es que el atraso cambiario está en el centro del debate no solo por una cuestión discursiva. Los datos duros son elocuentes: déficit en la cuenta corriente cambiaria desde junio del año pasado, récord de compras en dólares con tarjeta de crédito de los argentinos que viajan al exterior, precios internos muy superiores a los registrados en países vecinos, el boom de las compras «puerta a puerta», etcétera. Por caso, el famoso índice Big Mac, creado por The Economist para comparar el costo en dólares de la misma hamburguesa en cada país, revela que Argentina encabeza el ranking en América Latina y está segunda a nivel mundial por detrás de Suiza.
En medio de este debate, el resultado de la renovación de la deuda en pesos del Tesoro que vencía en febrero captó la atención del mercado. La novedad fue el ofrecimiento de una Letra del Tesoro atada a la cotización del dólar oficial (Lelink). Sin embargo, el bono tuvo una demanda muy escasa porque apenas captó el 2% del monto total renovado. En su cuenta de X, el ministro Caputo festejó diciendo que «ofrecimos un dólar link para los que veían atraso cambiario, pero no tuvo demanda». La narrativa oficial es que, al no haber tomadores, se confirma la inexistencia del atraso cambiario. En todo caso, lo que reveló el resultado de la licitación fue que el «mercado» apuesta a que no habrá una devaluación cercana, que es una cosa distinta a descartar la existencia del atraso cambiario. El elefante está en la sala, aunque algunos no lo quieran ver.