Economía

Avalancha externa

Tiempo de lectura: ...

Las importaciones de prendas de vestir llegan a niveles récord. Los empresarios fabriles, en su mayoría pymes, no avizoran que se ponga freno a esta situación. Fuerte caída también en las exportaciones, fundamentalmente por los problemas de Brasil.

Crisis. La producción local padece por el ingreso de 10.600 toneladas de ropa en seis meses. (Jorge Aloy)

La fabricación de indumentaria, rubro de extensa tradición en la industria manufacturera argentina, sufre en el último año y medio uno de los mayores golpes de su historia. La caída de los ingresos populares recorta la demanda del sector, básicamente constituido por pequeñas y medianas empresas. Pero sobre todo las firmas del área padecen una avalancha importadora que asume dimensiones nunca vistas. Ni siquiera cuando el atrasadísimo tipo de cambio de la convertibilidad abarataba fuertemente las compras de cualquier producto externo.
La cámara que agrupa a las empresas de indumentaria (CIAI) contabilizó entre enero y junio compras en otros países de 237,6 millones de dólares, un 25% más que en el primer semestre de 2016.
Estas cifras surgen de las estadísticas aduaneras. Es decir, no incluyen las masivas y crecientes adquisiciones de particulares en Chile, Miami o países europeos, favorecidas por una importante brecha de precios. No son despreciables las introducciones realizadas por una franja minoritaria de la población: aquella que cuenta con el poder adquisitivo suficiente para realizar viajes de compras trasfronterizos.
Con todo, el verdadero impacto entre los fabricantes locales puede medirse al observar los volúmenes de ropa que se están importando. Los productores nacionales de prendas de vestir vieron entrar entre enero y junio 10.600 toneladas de mercadería extranjera, lo cual representó un incremento de 55% frente al mismo período del año anterior.
Este volumen de indumentaria importada no se registraba ni siquiera cuando el gobierno de Fernando de la Rúa aún buscaba sostener la paridad cambiaria en un peso por un dólar. Aún así, entre enero y junio de 2001 se importaron 8.608 toneladas de prendas de vestir.
Según la CIAI «se prevé que el volumen importado de prendas continúe creciendo durante el resto del año». Esto se debe a que «en un contexto de costos de producción que aumentan en cuantías superiores al dólar, toda potencial recuperación del consumo local podría acentuar la tendencia a la importación de indumentaria, en lugar de potenciar la confección nacional».
Miles de pymes productoras de ropa de todo tipo perdieron una gruesa porción del mercado interno en los últimos dos años. El presidente de la Cámara Textil de Mar del Plata, Juan Pablo Maisonnave, advirtió que «la baja del consumo interno y el incremento de productos importados en el sector afectan directamente a la fabricación de la industria textil nacional».
En general, los empresarios del sector consideran que la política oficial de apertura indiscriminada del comercio promueve una «reconversión» acelerada en el rubro, con el argumento de que la producción local es costosa e ineficiente. «En vez de facilitar las herramientas fiscales, crediticias y tecnológicas para elevar la productividad y sostener los niveles de empleo, se somete a las compañías nacionales a una depuración forzosa y en condiciones desparejas», explican voceros de la actividad.
La brecha, por cierto, se refleja en el precio promedio de las prendas de importación, que se redujo en un 19,42% interanual entre enero y junio. La «caída abrupta» de los precios de la mercadería extranjera determinó que en junio los niveles de importación crecieran 25% en dólares y  55% en kilos, frente a un año atrás.
Tal invasión, como no podía ser de otro modo, afecta a toda la cadena de valor textil, constituida por proveedores de materia prima, insumos y equipos. El último Estimador Mensual Industrial difundido por Indec exhibió caídas interanuales de 25,3% para los «Hilados de algodón» y de 12,2% para los «Tejidos», en el período enero-junio. Esos retrocesos –y los que vendrán– refuerzan el mal momento del sector, que agudiza la situación ya padecida en todo 2016, cuando se anotaron descensos productivos de 9,8% y 1,3% para hilados y tejidos, respectivamente.

Todo chino
En lo que respecta a los orígenes de la importación, China explica el 53% del valor y el 68% del volumen, en el primer semestre de 2017. La gravitación de las prendas de ese origen es este año sustancialmente mayor a la que se registró durante el mismo período del año pasado (52% y 62% respectivamente). Si se incluye a los siguientes cuatro proveedores del exterior de mayor peso –India, Bangladesh, Vietnam y Camboya– se alcanza el 74% del valor importado en enero-junio, y el 81% aproximado en volumen.
Hacia el interior del Mercosur, Brasil lleva la delantera, seguido por Uruguay (los dos suman apenas un 2,25% del valor importado), mientras el listado continúa con cinco países asiáticos (Indonesia, Filipinas, Tailandia, Sri Lanka, Pakistán), Perú, Turquía y Portugal.
Como consecuencia de la fuerte caída del consumo y el aumento de las importaciones, la desocupación en el sector textil en el Gran Buenos Aires pasó del 9,2% al 11,8% en el primer trimestre, mientras más de 50.000 trabajadores afrontaron suspensiones, entre el año pasado y el primer trimestre de 2017, según el relevamiento de la Federación de Industrias Textiles (FITA).
El sector observó un descenso en su nivel de actividad de 19,1%, en promedio, en el primer cuatrimestre de 2017, mientras también se redujo la utilización de la capacidad instalada, que en junio se situó en un 66%, un punto por debajo del nivel general de la industria, de 67%.
Para el empresario Maissonave, «la mayoría de las fábricas de Mar del Plata producen para primeras marcas de todo el país, pero al planificar la siguiente temporada muchos están proyectando importar y no comprar a la industria nacional».
«Hoy el consumo está bajando, no se compra ni nacional ni importado, pero si hay apertura de productos terminados del sector la situación se complica aún más», concluye el titular de la cámara sectorial de la ciudad de Mar del Plata.

Estás leyendo:

Economía

Avalancha externa