14 de agosto de 2013
El intercambio con los países de la Unión Europea sufre un fuerte deterioro por la prolongada crisis financiera. Las medidas proteccionistas complican la recuperación de economías regionales.
Algunos indicios aislados parecen señalar que Europa comenzó un lento proceso de recuperación tras la recesión iniciada en 2012. Las previsiones anticipan un suave crecimiento de esa región en 2014, aunque llevará años recuperar el terreno perdido. La debacle del Viejo Continente no ha sido neutra para la Argentina: este es el tercer año consecutivo en el que se acusa el impacto, particularmente en el sector comercial.
La crisis económica con eje en los países del sur europeo se tradujo en una menor demanda de las exportaciones nacionales (en especial, de las economías regionales). La magnitud del golpe toma dimensión al considerar que la Unión Europea (UE) constituye el segundo destino de los envíos, después de Brasil (un 15% del total). A esto se suman las tradicionales medidas proteccionistas que aplica el bloque, siendo la más importante la que viene trabando los envíos de biocombustibles.
El periódico alemán Berliner Zeitung titulaba días atrás «El fin de la recesión en Europa». Se basaba en el último índice de los gerentes de compras, una encuesta realizada en unas 3.000 empresas de Alemania, Francia, Italia, España, Austria, Irlanda, Grecia y los Países Bajos, que permite anticipar la evolución de la economía.
El diario francés Les Echos, con todo, advirtió que «las agencias de calificación no han terminado de castigar a los países de la zona euro». Al menos una de las calificadoras posicionó a la baja las notas de 14 de los 17 países de la Eurozona. Chipre, Grecia y Portugal son los peor situados, pero las perspectivas tampoco son buenas para Bélgica, Italia y España. En tanto, apenas cuatro países alcanzan la preciada «AAA»: Alemania, Países Bajos, Luxemburgo y Finlandia (el único considerado «estable»).
Mientras pasan las semanas se comprueba el efecto negativo que tuvieron sobre el nivel de actividad los programas de ajuste fiscal, pensados para ponerle un límite a los crecientes índices de deuda pública. Del mismo modo, quedó a la vista la insuficiente flexibilidad de la política monetaria europea, como así también el fracaso de los costosos «salvatajes» a la banca. Con lo cual, varios países se encontraron atrapados en un círculo vicioso de contracción fiscal (para pagar deuda pública): caída de actividad, mayor desempleo, bajo consumo y menor recaudación de impuestos. Semejante panorama debilitó la demanda europea y redujo sus importaciones desde la Argentina (una caída del 19% en el primer semestre, con respecto a enero-junio de 2012).
Fue hace dos años, a partir de agosto de 2011, cuando las ventas externas argentinas en general comenzaron a caer, aunque desde entonces los envíos a Europa lo hicieron con más fuerza. Es más –constata la consultora Economía & Regiones (E&R)–, «mientras que las exportaciones totales comenzaron a recuperarse en los últimos meses, las ventas a la UE siguieron cayendo». En mayo pasado representaron el 63% de lo exportado hace un bienio. Es decir, «la crisis provocó un descenso del 37% en las exportaciones hacia ese destino», según la consultora.
Restricciones
Las ventas a Europa están conformadas principalmente por manufacturas de origen agropecuario (y en menor medida productos primarios) provenientes de un reducido grupo de provincias, que fueron las más afectadas por la contracción de los pedidos. De acuerdo con datos del Indec, casi 90% de los envíos destinados a la UE están concentradas en diez complejos exportadores, por un total de 11.600 millones de dólares. En 2011 (último dato disponible), los tres más importantes, en términos monetarios, fueron: el oleaginoso, que colocaba en Europa 7.455 millones de dólares; el ganadero (1.067 millones); y el pesquero (749 millones).
Si se mide en porcentajes, los rubros que destinan la mayor proporción de sus ventas a países europeos son: el pesquero (50,7%), el de procesamiento de miel (39%), el tabacalero (38,5%), el frutícola (35,8%), el oleaginoso (30,2%) y el ganadero (22,9%).
Para evaluar la dimensión del impacto, E&R remarca en su análisis el caso del complejo de la miel, que destina 39% de sus ventas a la UE y concentra el 68% de sus exportaciones en sólo dos provincias: La Rioja y Mendoza. En tanto, para el complejo tabacalero el 71% está concentrado en Salta y Jujuy.
En principio, la recuperación europea (aún condicionada a un conjunto de factores internos y externos) beneficiaría a esos sectores.
No obstante, como contrapartida, persisten antiguas restricciones para acceder a esos mercados y se suman nuevas. Por lo pronto, desde 2014 todos los países que hayan superado en los últimos cuatro años los 4.000 dólares de renta per cápita no podrán beneficiarse de reducciones en los aranceles que pagan sus productos para entrar al bloque. La medida podría afectar a 89 de los actuales 176 países que se benefician de esa reducción de aranceles. En los hechos, la mayor parte quedará incluida en otros esquemas que le permitirán sostener las prerrogativas. Sin embargo, la eliminación de las ventajas del Sistema General de Preferencias (SGP) afectará en forma efectiva a una veintena de países. Entre ellos, la Argentina (además de Brasil, Cuba, Uruguay y Venezuela).
Un caso especial en el comercio bilateral es el de los biocombustibles. En el primer cuatrimestre, el total de envíos a Europa sufrió una «abrupta caída» con respecto a enero-abril del año anterior, como consecuencia de la reestatización de YPF.
La cámara sectorial Carbio destacó la «significativa contracción» de los despachos de biocombustibles a la Unión Europea, y la estimó en 34% durante el primer cuatrimestre de este año. La importancia de este descenso radica en que la Unión es el principal receptor de las exportaciones argentinas de biodiesel, que llegaron a representar aproximadamente el 95% de las ventas totales del producto al exterior. Primero España y luego la UE-27 como un bloque, comenzaron a imponer restricciones a las importaciones del biodiesel proveniente de Argentina. «Estas acciones podrían considerarse como una forma cuasi-legal de imponer barreras al comercio con nuestro país», evaluó Carbio.
Antiguos y novedosos argumentos proteccionistas, sumados a la prolongada recesión que registran varios países miembros, agregan nuevos capítulos a la ya tradicional relación comercial inequitativa entre Europa y la Argentina.
—Daniel Víctor Sosa