Economía

Donde vaya Brasil…

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…irá América Latina». La frase, que acuñó Henry Kissinger hace más de cuatro décadas, tiene particular vigencia considerando lo que ocurre en la Argentina. Hagamos un simple ejercicio tomando las declaraciones de los funcionarios de ambos países, con foco en la economía.
En Brasil hace poco el ministro Meirelles dijo: «Ahora ya no estamos discutiendo si comenzó o no el crecimiento, ya sucedió y eso es el resultado de una mayor confianza y previsibilidad». Un paréntesis: el FMI acaba de proyectar que, luego de dos años de caída abrupta, este año crecerá el 0,2%, es decir, habrá estancamiento. Dujovne había sostenido a principios de mayo: «Hoy la pregunta es cuándo se siente, pero no si empezó (la recuperación)». El presidente Temer también señaló: «La trayectoria que trazamos no será interrumpida, no podemos y no debemos abandonar». Parecido a lo de Dujovne: «El gobierno tiene un plan económico que no cambia (incluso) cuando hay elecciones». Temer afirmó que su gobierno está guiado por la «responsabilidad fiscal». Para otro ministro argentino, Dietrich, «después de las elecciones no va a haber ajuste fiscal (…), está mal llamado, hay que llamarlo responsabilidad fiscal».
Podríamos seguir un rato largo, aunque la idea es siempre la misma. Hay una línea retórica común que recoge el discurso que baja desde los organismos internacionales de crédito. El futuro trazado por el gobierno argentino para después de las elecciones es claro. Muchas cosas las está anunciando y otras no, por mero marketing electoral. Meirelles señaló que en Brasil el crecimiento se alcanzará con «todas las reformas hechas este año y con las que están siendo discutidas para ser sancionadas en los próximos meses –previsional, laboral y tributaria–». Sacando las dos últimas, oficialmente aquí no se animaron a hablar aún de las jubilaciones y pensiones.