29 de diciembre de 2024
Por sus elevados compromisos, Argentina exhibe una debilidad financiera similar a la que padecen las naciones menos desarrolladas del planeta.
Altas tasas. Ante el crecimiento de intereses, países en desarrollo deben elegir entre pagar la deuda pública o invertir en servicios básicos para su población.
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Como le ocurre al bloque de 75 países menos desarrollados del mundo, Argentina ve limitadas sus posibilidades de desarrollo y corre el riesgo de sufrir una crisis de deuda como las padecidas en el pasado, en un contexto de incremento de los costos de los préstamos.
Este año los pagos del servicio de la deuda –que incluyen la devolución del capital y la satisfacción de los intereses– aumentaron un 5% respecto de 2021 en todos los países emergentes, según el International Debt Report (Informe sobre la deuda internacional), publicado a mediados diciembre por el Banco Mundial (BM). En 2022 se produjo el mayor aumento de las tasas de interés en cuatro décadas y los países en desarrollo tuvieron que destinar la cifra récord de US$ 443.500 millones al pago de su deuda externa pública.
Pero como las tasas no descendieron, se estima que en 2023 y 2024 los costos generales del servicio de la deuda volvieron a incrementarse «considerablemente», hasta un 39% en el caso de los 24 países más pobres, precisa el informe. El aumento de los costos, sostiene, «llevó a que se desviaran recursos escasos y se desatendieran necesidades críticas como la salud, la educación y el medio ambiente».
«Los niveles de deuda sin precedentes y las altas tasas de interés han llevado a que muchos países hoy se encaminen hacia un escenario de crisis en el futuro», señaló Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente senior del Grupo Banco Mundial. Según el economista estadounidense de origen indio, «cada trimestre que las tasas de interés se mantienen altas, más países en desarrollo se ven afectados y se enfrentan a la difícil decisión de elegir entre pagar la deuda pública o invertir en salud pública, educación e infraestructura». En ese sentido, Gill planteó la necesidad de una acción rápida y coordinada de los Gobiernos deudores, los acreedores privados y oficiales, y las instituciones financieras multilaterales. Solo así se podrán lograr mejores herramientas para la sostenibilidad de la deuda y mecanismos de reestructuración más ágiles. «La alternativa es otra década perdida», advirtió. Con ese término aludió a las crisis económicas sufridas en América Latina durante la década de 1980, debido a deudas externas impagables, grandes déficits fiscales, y volatilidades inflacionarias y de tipo de cambio, que extendieron el estancamiento o inclusive el decrecimiento.
Vulnerables
Como ocurrió en el pasado, el aumento de las tasas de interés intensificó las vulnerabilidades derivadas de la deuda en todos los países en desarrollo. Tan solo en los últimos tres años, se produjeron 18 casos de cesación de pago en diez países en desarrollo, lo que supera la cifra registrada en las dos décadas anteriores. En la actualidad, alrededor del 60% de los países de ingreso bajo muestran un alto riesgo de sobreendeudamiento o ya se encuentran en esa situación, constató el Banco Mundial. Según el informe, más de un tercio de la deuda externa de ese conjunto incluye tasas de interés variables que podrían subir repentinamente y agravar el cuadro presente. De hecho ya se observa que los países de ingresos bajos consumen una parte cada vez mayor de sus exportaciones para evitar caer en default.
Exportaciones. El servicio de la deuda, hacia finales del gobierno del Frente de Todos, representaba un 33,3% de las ventas al exterior.
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El caso argentino es ilustrativo del ahogo económico creciente, relacionado con los compromisos financieros externos. Según las estadísticas del BM, en 2013 el servicio de la deuda representaba el 17,1% de las exportaciones. Pero en el bienio siguiente, hacia finales del gobierno del Frente para la Victoria, esa proporción se elevó a 20,2% y 24,7%.
La variable se disparó durante la gestión de Mauricio Macri: en 2016, para atender los pagos de la deuda hizo falta destinar el 35,9% de lo percibido por ventas externas de productos y servicios. El trienio siguiente de Juntos por el Cambio en la Casa Rosada se agudizó esa tendencia creciente: el servicio de deuda se elevó a 51,7% de las exportaciones en 2017; a 51,5% al año siguiente; y a 51,1% en 2019.
La mejora en el ratio durante los tres primeros años de Alberto Fernández al frente del Gobierno (con porcentajes de 43,1%, 33,0% y 33,3%) no se pudo mantener en 2023. Esto fue consecuencia del inesperado derrumbe en la cosecha de granos y la consecuente baja de los embarques. Simultáneamente, señaló Gill, «las tasas de interés mundiales se dispararon en 2022 y 2023 y provocaron un aumento del sobreendeudamiento en los países más pobres».
La apreciación del dólar estadounidense agrava las dificultades y hace que a los países les resulte aún más costoso realizar los pagos, advierte el informe del organismo multilateral. «En estas circunstancias, un nuevo aumento de las tasas de interés o una fuerte caída en los ingresos de exportación podrían llevarlos al límite».
En estas circunstancias, haber incrementado su deuda a un ritmo superior al del crecimiento económico constituye, para un conjunto de países ‒Argentina entre ellos‒, una señal de alerta a la hora de analizar las perspectivas de los próximos años. El producto interno bruto (PIB) nacional en 2023 era prácticamente el mismo que el que se había alcanzado en 2017. Más precisamente, en esos seis años se registró una baja de US$ 862 millones.
A grandes rasgos, dos factores explican el virtual estancamiento durante el período (que fue en realidad un drástico retroceso por habitante, dado el crecimiento de la población). Ellos fueron: el golpe de la pandemia de covid-19 y la sequía posterior que limitó la producción agropecuaria y afectó a otros sectores. En tanto, el stock de deuda externa de Argentina creció más del 35% en el último lustro, de US$ 342.000 millones en enero de 2019 a US$ 464.000 millones en noviembre último.
De este modo la deuda nacional llegó a representar más del 400% de lo exportado en 2020. Y aunque esa proporción se redujo a algo menos del 300% en 2023, nada hace pensar que se haya sorteado la posibilidad de una crisis de deuda, o la necesidad de una reestructuración virtuosa, que combine perspectivas de crecimiento y mejoras en las perspectivas, no solo para una parte reducida de la población. El anuncio del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el inicio de negociaciones formales con Argentina para un nuevo programa financiero que reemplace el actual de Facilidades Extendidas que vence a fin de año, y los halagos de la vocera del organismo hacia las medidas económicas implementadas por el Gobierno libertario, alejan cualquier tipo de virtuosismo en los acuerdos futuros.