28 de agosto de 2013
La sanción de una ley en la provincia de La Pampa que dispone la regulación del horario de atención de los grandes supermercados, reabrió una polémica de vieja data. Opinión de las pymes
Disponer el cierre de los grandes supermercados los días domingos es una iniciativa que recogió el apoyo de las cámaras que agrupan a grandes comercios regionales, que en particular rescatan la posibilidad del descanso dominical; mientras que la asociación que agrupa a las grandes cadenas supermercadistas –en su mayoría extranjeras–, manifestó su firme oposición a dejar de trabajar los domingos, alarmando sobre el peligroso impacto en el empleo que originaría una medida de este tipo.
Sin embargo, el debate no es nuevo, ya que desde el mismo momento en que las grandes cadenas comenzaron a abrir de lunes a lunes, a principios de los 90, se escucharon las primeras voces reclamando el franco semanal, que se había ganado a través de la lucha constante de los trabajadores con la promulgación de la primera ley de contrato de trabajo en 1905.
Las luchas sindicales lograron extender la aplicación del «sábado ingles» a lo largo del siglo XX. Esa conquista consistía en la reducción de la jornada de trabajo semanal (de 48 a 44 horas) manteniendo el mismo nivel salarial. Así, el descanso laboral se extendía desde el sábado al mediodía hasta el lunes a la mañana.
A finales de la década del 60, el «sábado inglés» estaba vigente en las provincias de Córdoba, Mendoza, San Juan, Santiago del Estero y Tucumán. En ese contexto, el gobierno militar derogó los regímenes especiales que instituían ese derecho satisfaciendo los reclamos de la Unión Industrial Argentina (UIA). Esta decisión oficial actuó como detonador de una de las mayores huelgas de masas de la historia argentina: el «Cordobazo», movilización popular que hirió la dictadura de Juan Carlos Onganía eyectando de su cargo al titular de la cartera económica Adalbert Krieger Vasena. Si bien la eliminación del «sábado inglés», que regía en esa provincia desde 1932, no fue la única causa del «Cordobazo», su derogación actuó como un catalizador de las presiones que venían incubándose desde tiempo atrás.
Mucha agua corrió debajo del puen-te desde entonces. La imposición del paradigma neoliberal a escala mundial provocó un fuerte retroceso de los derechos laborales de la mano del aumento del desempleo y de la precarización laboral. Sin embargo, los países latinoamericanos marcharon a contramano de esa tendencia en los últimos años, y los asalariados recuperaron algunos derechos eliminados durante el período neoliberal.
La ley de Contrato de Trabajo argentina establece en su artículo 204 la prohibición de trabajar desde las 13 horas del sábado hasta las 24 horas del día siguiente. Sin embargo, la misma norma establece que esas disposiciones no rigen en algunos casos previstos por las correspondientes leyes y reglamentaciones.
De lunes a sábado
Las discusiones acerca de la conveniencia (o no) de prohibir la apertura de los supermercados los días domingo, puede inscribirse en el contexto antes reseñado. Ese debate renació a partir de la reciente sanción de una ley provincial en La Pampa en donde se establece que los «establecimientos comerciales que desarrollen actividades centradas en productos alimenticios y/o comercial general, y posean locales comerciales cuya superficie total sea superior a 50 metros cuadrados, desarrollen sus actividades de atención al público de lunes a sábado, entre las 7.30 y las 22.30, y los feriados, entre las 7.30 y las 14». Los legisladores pampeanos diseñaron un marco sancionatorio que, en caso de incumplimiento, incluye desde apercibimientos y multas hasta la clausura temporaria del local. La ley comenzó a regir en la provincia a partir del 1 de setiembre de este año.
Otro antecedente relevante en la materia es la Ley 9.393 de Grandes Superficies y Cadenas Comerciales de la provincia de Entre Ríos. La Dirección de Industria y Pymes de Entre Ríos señaló, al momento de reglamentar la norma, que los cinco hipermercados instalados en la provincia (con 35 bocas de expendio) facturaban 1.321 millones pesos en 2011 y empleaban a 1.100 trabajadores. Por el contrario, los autoservicios chicos facturaban un 40% menos y generaban 10.500 puestos de trabajo. Las entidades representativas de las pymes sostienen que por cada puesto de trabajo generado por los hipermercados existen, por lo menos, tres empleos que dejan de crearse en los pequeños comercios.
Posiciones
Las diferentes realidades intrasectoriales explican por qué el cierre dominical divide filas en el supermercadismo. De un lado, la Asociación de Supermercados Unidos (ASU) –entidad nacional que agrupa a Carrefour, Walmart, Coto, Jumbo y Disco, entre otros– se opone fervientemente a cualquier tipo de regulación estatal en materia de días y horarios de apertura. Esos «colosos» afirman que el cierre dominical provocaría una caída del empleo debido a que los supermercados contratan trabajadores adicionales durante el fin de semana. La ASU estima que esas grandes superficies comerciales demandan 180.000 empleos directos. Además, los hipermercados manifiestan que el cierre dominical perjudicaría a los consumidores que por cuestiones laborales se ven imposibilitados de realizar sus compras los restantes días de la semana.
En la otra vereda se ubican los pequeños y medianos autoservicios
representados por la Cámara Argentina de Supermercados (CAS), la Federación Argentina de Supermercados y Autoservicios (FASA), la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) y la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (APYME). Todas estas entidades empresariales apoyan el cierre dominical obligatorio de los supermercados. En ese sentido, APYME manifestó en un comunicado que «en un contexto de necesarias regulaciones para el accionar de las grandes superficies en todo el país, el cierre dominical es una medida que busca preservar la calidad de vida de la población, el bienestar de los trabajadores y el resguardo de las pymes minoristas, que en verdad son las genuinas creadoras de empleo y dinamizadoras de las economías locales. Las grandes cadenas comerciales, fuertemente concentradas, no hacen aportes significativos a la localidad en materia tributaria, no consumen producción regional ni concretan inversiones en las zonas en que se instalan, así como tampoco contribuyen significativamente a la creación de empleo si se compara su accionar con el de las pymes».
Más allá de la dialéctica discursiva, la discusión de fondo parece estar centrada en quién se apropia de la facturación dominical. Esas ventas son, como mínimo, un 50% superior a la de cualquier otro día de la semana. El cierre dominical abriría las puertas para que los negocios minoristas capturen una porción de esa facturación que se encuentra fuertemente concentrada en las grandes cadenas.
—Diego Rubinzal