Economía | DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO

Empresas ricas, trabajadores pobres

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Mirta Quiles

Pese a la recuperación del empleo y la actividad económica, los asalariados pierden poder adquisitivo. Informalidad y perspectivas para el futuro.

Los unos y los otros. De un universo de casi 13 millones de asalariados, cerca de 8 millones son formales y casi 5 millones son informales.

Foto: Shutterstock

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), en el tercer trimestre de 2022 el índice de desempleo llegó al 6,7%, 1.309.000 de personas. Este porcentaje es menor al 7,1% informado previamente por el organismo nacional, debido a que este último abarca al total de la población urbana del país (42,3 millones de habitantes), de los cuales 19,6 millones son económicamente activos. En consonancia, la tasa de empleo llegó al 43,3% (18.307.000 ocupados a nivel país), la más alta desde la normalización del INDEC en 2016. Así lo pone de manifiesto la importante recuperación del número de ocupados entre el tercer trimestre de 2021 y el mismo período de 2022: pasó de 17.519.000 a 18.307.000 trabajadores. Sin embargo, no todas son buenas noticias: la subocupación (personas que trabajan menos de 35 horas semanales y están dispuestas a trabajar más horas) se redujo en menor medida: pasó de 12,3% a 11,3%. En tanto, los ocupados demandantes de empleo (trabajadores que buscan activamente otro empleo), llegan a 3,1 millones de trabajadores. Este dato aislado puede llevar a interpretaciones poco precisas, pero si lo relacionamos con otro ítem, podemos obtener un panorama más completo y complejo. En efecto, el INDEC informa también que, en el mismo período, hubo un incremento de personas asalariadas sin descuentos jubilatorios, trabajadores informales, de 4,3 puntos. Pasó de 33,1% al 37,4%. Especialistas sostienen que, proyectado a nivel país, los asalariados sin descuento jubilatorio llegan al 38,4%. Así, para el tercer trimestre de 2022, con una población urbana ocupada de 18.307.000 personas, 12.841.000 son asalariados. De ese total, 7.914.000 son asalariados formales (con descuento jubilatorio), mientras que 4.927.000 son informales (sin descuento jubilatorio). 

Actividad y remuneraciones
Por primera vez en los últimos 10 años, la actividad económica registró dos años seguidos de crecimiento. Mientras que en 2021 creció 10,4%, en 2022 lo hizo 5,2%, según datos del INDEC. Pese a que en diciembre la actividad registró su primera caída en 21 meses (1,2% interanual y 1% respecto a noviembre), para este año el Gobierno proyecta un crecimiento del 2%. Pero si bien la pandemia parece estar quedando atrás en cuanto a recuperación económica no solo en el país, sino también a nivel mundial, una secuela que parece haber llegado para quedarse a escala global es la recuperación más rápida de los trabajos informales con bajos salarios. De acuerdo con el último informe del Banco Mundial (BM), el año pasado se registraron 214 millones de trabajadores y trabajadoras que viven en la «pobreza extrema», 20 millones más que antes de la pandemia, lo que equivale al 6,4% de los empleados en el mundo.
Según el INDEC en su informe sobre distribución de ingresos, también en el tercer trimestre de 2022, «en el total urbano de la Argentina, el ingreso medio de la ocupación principal de la población asalariada con descuento jubilatorio fue 102.247 pesos, con una brecha de 56,8% con respecto a los asalariados sin descuento jubilatorio (44.214 pesos)». Si se tiene en cuenta que, en septiembre de ese año, la Canasta Básica Total, que mide el umbral de pobreza, y que se estima para una familia conformada por dos adultos y dos menores, ascendía a 128.214 pesos, los comentarios sobran y las explicaciones impresionan como innecesarias. «La actividad económica creció fuerte en 2021 y 2022. Ya recuperó toda la caída de la pandemia y del derrape 2018/19. Está en niveles similares a los de fines de 2015… con salarios un 25% más bajos», señala Luis Campos, coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA-Autónoma, en redes sociales, al sintetizar el último informe del Observatorio. «Para simplificarlo al extremo: la economía nacional produce un poco más que hace siete años, con salarios que perdieron una cuarta parte de su poder adquisitivo. Cayeron un 21,6% entre 2016 y 2019, y un 2,1% adicional desde entonces», agrega. «El retroceso salarial afectó con mayor intensidad a los asalariados no registrados, que en comparación con diciembre de 2019 perdieron un 15,6%. Esto provoca que a pesar de una caída en el desempleo se registre un incremento de la pobreza y la indigencia». 
Como dice el viejo refrán, nada se pierde, todo se transforma. Y si bien la debacle salarial tiene sus inicios en 2016, en un contexto como el del año pasado, con índices de inflación consecutivamente altos y un elevado porcentaje de informalidad laboral, la distribución funcional del ingreso no pudo ser más –ni menos– que regresiva. «La participación de la remuneración al trabajo asalariado sobre el valor agregado bruto pasó del 51,2% en el tercer trimestre de 2016 al 43,6% en el mismo período de 2022, mientras que el excedente de explotación (porción empresarial) tuvo un comportamiento inverso, pasando del 42% en 2016 al 46,1% en 2022», señala el informe del Observatorio de la CTA-Autónoma.
Los números de la macroeconomía son alentadores, a pesar del descenso registrado en el último mes del año pasado. Sin embargo, Campos hace la pregunta necesaria: «Si en un contexto marcado por el crecimiento económico, el ingreso de los trabajadores y trabajadoras estuvo lejos de crecer, cabe preguntarse por el tipo de acción colectiva y de mecanismos que van a ser necesarios en la etapa más difícil que parece estar empezando».

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