Economía

Expectativas y realidad

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Es conocido que las expectativas juegan un papel importante en la economía, siendo un factor clave en las decisiones de consumo e inversión, como así también en el proceso de formación de precios. Es por ello que aun desde antes de asumir, las actuales autoridades económicas iniciaron una catarata de predicciones optimistas como modo de influir sobre las expectativas, que continúa. Una lista no exhaustiva puede incluir anuncios como el bajo traslado a precios de la devaluación, la lluvia de inversiones tras el acuerdo con los fondos buitre, el «segundo semestre», los «brotes verdes», el efecto reactivante de la desinflación y el dinamismo resultante del blanqueo impositivo. En la mayor parte de los casos, la realidad frustró los pronósticos, que se transformaron en meras expresiones de deseos. La devaluación aceleró la inflación anual en no menos de 15 puntos porcentuales, la única «lluvia» es la de los capitales financieros, el paradisíaco «segundo semestre» pronto viró en «fin de año» y ya comienza a hablarse del «año que viene», corriendo el arco de la ansiada reactivación. Los brotes que algunos apurados creyeron ver en ciertos datos mensuales de agosto, rápidamente se marchitaron en setiembre, aleccionando que tales predicciones requieren lapsos de comparación más prolongados. Que la desinflación reactive es una promesa de mediano plazo; a corto la actividad deberá sufrir de una política monetaria contractiva. Lo mismo cabe para los fondos del «blanqueo», ya que hay un paso largo entre una simple «exteriorización» a una inversión. Lo paradójico es que el abuso en las predicciones fallidas termina en el descrédito de quien las emite, dando los resultados opuestos a los originalmente pretendidos, incrementando la incertidumbre y el pesimismo sobre el futuro de la economía.

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