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La crisis sin fin

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Mirta Quiles

Como con cada gobierno liberal, el país ingresa en un nuevo ciclo de toma de deuda y fuga de capitales. El peligroso péndulo que va desde la falta de liquidez a la insolvencia.

Círculo vicioso. La fuga de capitales, como último paso, completa el circuito de la valorización financiera.

Foto: Shutterstock

Luego de casi ocho años de ausencia ‒la última vez había sido en enero de 2018‒, el país regresó al mercado voluntario de deuda en moneda extranjera. El resultado de la licitación, anunciado por el Tesoro, fue la colocación de 1.000 millones de dólares en un nuevo bono, el BONAR 2029N, a 4 años, con cupón del 6,5%, bajo legislación argentina. Se recibieron un total de ofertas por más de 1.400 millones de dólares de parte de más de 2.500 inversores. El rendimiento al precio de corte resultó en una tasa anual de 9,26%, por encima de la esperada por el equipo económico. Las señales que dejó la incursión en el mercado de deuda fueron mixtas por dos causas: el monto adjudicado, que cubrió menos de una cuarta parte de los vencimientos de enero (restan cubrir 3.700 millones de dólares) y la tasa del 9,26%, que generó muchas dudas. De acuerdo con distintos especialistas, la salida al mercado de deuda más otros anuncios (como la baja de retenciones y un «parking» de 15 días para quienes compren dólares oficiales para suscribir títulos del Tesoro), fue un despliegue de una obra de ingeniería del ministro Luis Caputo para conseguir efectivo rápido para llegar a enero sin tocar las minusválidas reservas del Banco Central. Un acto más del «Messi de las finanzas» haciendo lo que mejor sabe: endeudar al país. Y fugar. A pesar de la narrativa que el Gobierno pretende instalar de que son los mayores desendeudadores de la historia.

«No hay nueva deuda, la estamos reduciendo», aseguró el jefe de Gabinete el día después de la licitación del BONAR 2029N.

Rara interpretación, porque, por ejemplo, el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA-CTA), en su último informe de coyuntura, analizó la conformación actual de la deuda externa argentina y, vaya sorpresa, se aleja de dicha apreciación.

Si bien aclara que la deuda es herencia de la dupla Mauricio Macri ‒ Luis Caputo (primera gestión), sostiene que «con la llegada de los prestamistas de “última instancia”, primero el FMI y luego el Tesoro de Estados Unidos, la deuda externa pública aumentó en casi 21.000 millones de dólares en un solo trimestre». Se llega así a una cifra récord: 197.500 millones de dólares. Esto totaliza un salto de 16.700 millones desde fines de 2023 hasta el segundo trimestre de 2025.

Pero eso no es todo, aclara el informe. Tiene dos agravantes: cerca de la mitad está en manos de organismos internacionales de crédito y es una deuda de muy corto plazo. En un año y medio vencen casi 47.800 millones de dólares. Si se suman los compromisos de la deuda externa privada, los vencimientos totales superan los 57.000 millones de dólares en los próximos 18 meses.

Por las características de los salvatajes del FMI durante los gobiernos de Macri y Milei, la deuda con organismos internacionales sumó 92.062 millones de dólares en el segundo trimestre de 2025, un 46,6% del total de la deuda externa pública. Entre los organismos de mayor importancia se encuentra el FMI (60% del total), el BID (20%) y el BIRF (13%). «Previo al megacanje de 2001 la deuda con los organismos alcanzaba 21.757 millones de dólares, lo que equivalía al 25,6% del total de la deuda en el año 2000», revela el informe.

En pocas manos. Cerca de la mitad de la deuda fue contraída con organismos internacionales de crédito, como el FMI, el BID y el BIRF.

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En problemas
Los vencimientos del próximo año y medio (47.800 millones de dólares) representan «un cuarto del stock de deuda (24,2%) de los cuales 35.756 millones (el 18,1%) corresponde a la amortización del principal y 12.070 millones a los intereses». Si se le suman los vencimientos de la deuda externa privada, «se ubican en 7.362 millones de dólares en concepto de capital en 2026» y llegan a 9.397 millones si se adiciona el primer semestre de 2027». La mayor parte corresponde a deuda financiera (6.844 millones de dólares) y el restante a deuda comercial. «En efecto, la situación es crítica si se cobra dimensión del problema; los vencimientos totales de la deuda externa superan los 57. 000 millones de dólares en apenas un año y medio», concluye el informe.

El análisis sería incompleto si no se hiciera foco en la fuga de capitales que todo proceso de endeudamiento implica, típico de los procesos de valorización financiera. Con la flexibilización de los controles cambiarios para personas físicas la salida de capitales fue elevada. En el acumulado de la deuda externa total, supera los 28.000 millones de dólares durante el gobierno de Milei en tanto que «la fuga de capitales, calculada como la formación de activos externos menos la variación de depósitos en moneda extranjera, supera los 32.000 millones de dólares. Ambas variables ascienden tras el salvataje del FMI, los organismos internacionales y el Tesoro de EE.UU. Es decir en el segundo y tercer trimestre de 2025».

La pregunta obligada frente a compromisos de tal envergadura se impone de manera clara: de dónde saldrán los dólares para pagar estos vencimientos si el superávit comercial fue de apenas 6.800 millones de dólares en los primeros 10 meses del año; si el déficit de servicios fue de 9.600 millones de dólares en el mismo período; si la fuga de capitales al exterior acumuló 32.500 millones en los últimos 6 meses y medio; y las reservas netas, descontados los desembolsos del FMI, son negativas y llegan a -15.300 millones de dólares al 30 de noviembre de 2025 y con tendencia declinante.

Es en este escenario y por estas razones que el FMI presiona para que el Gobierno argentino acumule reservas. También esta situación se vincula con «la caída, por el momento, del crédito de 20.000 millones de dólares de la banca internacional comandando por el JP Morgan y anunciado por el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent», sostiene el informe. «Fantasmas de eventuales incumplimientos por parte de Argentina ponen en evidencia que la crisis de deuda no se deriva de problemas de liquidez. Los problemas serían de insolvencia», concluye CIFRA.

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