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Daniel Víctor Sosa

Argentina puede convertirse a mediano plazo en un polo exportador del hidrógeno verde más económico del mundo, que incluye, además, commodities derivados.

Planes nacionales. Entre ellos, el consorcio H2ar, que lidera Y-Tec (filial de YPF) y nuclea a medio centenar de empresas.

Foto: Conicet.gov.ar

Un estudio que lleva adelante el Gobierno nacional sobre la nueva fuente energética busca identificar proyectos en fases de preinversión o implementados a nivel global, con miras a informar a desarrolladores privados de la región sobre la magnitud de inversiones, modelo de negocio, barreras y oportunidades. El país cuenta con los insumos básicos (energía solar y gas), infraestructura portuaria desarrollada y una baja demanda doméstica proyectada. De allí que se proyecte abastecer, inicialmente, hacia 2030, a los mercados de la Unión Europea (UE), Japón y Corea del Sur.
El hidrógeno verde es hoy un eje estratégico de descarbonización a nivel global, dadas sus aplicaciones complementarias como vector para sectores fabriles, de transporte y energía. Entre sus aplicaciones más relevantes y emergentes figuran su uso como un insumo para las industrias químicas, de alimentos y fertilizantes; su potencial para desplazar al gas natural como combustible en las industrias siderúrgica, cementera y de generación de calor; su respaldo para la movilidad con cero emisiones, almacenamiento de electricidad y producción de combustibles sintéticos, entre otros. Según el análisis preliminar, enmarcado en la estrategia nacional «Hidrógeno 2030», la alta demanda externa prevista para los próximos años permitiría convertir al país en un proveedor a gran escala.
De momento, los países de la UE, Japón, Corea del Sur, y el estado norteamericano de California, se destacan por ser pioneros, con inversiones sustanciales para la creación de capacidades técnicas, infraestructura e instrumentos regulatorios para habilitar un acelerado despliegue de la llamada «economía del hidrógeno». Esas regiones, no obstante, carecen de las condiciones requeridas para producir el gas de manera eficiente dentro de sus fronteras. Entre los componentes esenciales para la producción del hidrógeno verde, el precio de la electricidad es lo más relevante, ya que representa entre el 50% y el 70% del costo. Adicionalmente, y dada la naturaleza de generación variable de las fuentes renovables (solar o eólica), un mayor factor de planta de los generadores que alimentan a los electrolizadores resulta en un menor costo.

Avances
Los estudios recientes procuran actualizar los discretos avances registrados desde la sanción de la ley de Promoción de Hidrógeno, de 2006, que dio lugar a distintos planes nacionales con resultados diversos, plantas experimentales, empresas de capitales nacionales y una multiplicidad de investigadores e investigadoras, científicos y científicas que trabajan en este tema. En ese sentido se destaca la actividad del consorcio H2ar, que lidera Y-Tec (filial de YPF) y nuclea a medio centenar de empresas. El potencial de Argentina para desarrollar la economía del hidrógeno en todas sus variedades es «prácticamente único en el mundo», afirman los funcionarios del área.
Además del verde (sobre la base de energías renovables) se mencionan los hidrógenos más limpios, como el azul (a partir del gas natural); el rosado (sobre la base del calor de las centrales nucleares de cuarta generación;) o el gris (del que actualmente se producen unas 400.000 toneladas, pero sin tecnologías adecuadas de captura de carbono, que reduzcan su impacto ambiental).
Sobre esa plataforma se evalúa la inserción del país en las cadenas globales del hidrógeno, que podrían alcanzar el 18% del consumo de energía en los próximos 20 años, con el consiguiente impacto económico y creación de empleos. De todos modos, las tecnologías necesarias aún no están maduras, por lo cual se requiere investigación y desarrollo en el sector científico, a la vez que formar recursos humanos calificados. Mientras se recorre ese camino el Gobierno prepara un nuevo proyecto de ley de aliento a la actividad. Pieza normativa clave para destrabar la inversión de 8.400 millones de dólares en Río Negro, anunciada un año atrás en Escocia por Fortescue Future Industries (FFI).
De forma simultánea, en lo que queda del decenio actual se prevé la reconversión de las industrias que emplean hidrógeno gris por otro menos contaminante. Se requerirá, además, una mejora en las condiciones de acceso al financiamiento, necesario para adquirir tecnologías y explorar nuevos usos del hidrógeno en sus diferentes variantes. Según el consorcio H2ar, las perspectivas son «muy alentadoras». Las chances de desarrollo más cercanas se concentran en la producción de derivados, el refino y el acero; la generación de electricidad; los trenes regionales y camiones de alto tonelaje a hidrógeno, que podrían alcanzar, antes de terminar esta década, la paridad de costos con otros combustibles; y la exportación de moléculas limpias.

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