10 de septiembre de 2014
Proyectos para explotar el mineral de uso masivo en dispositivos electrónicos generan expectativas. Empresas y universidades apuestan al agregado de valor.
Antes de fin de año la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación habrá concluido su Plan Estratégico con lineamientos de investigación y técnicas para sumar valor industrial al litio. A ello se agrega el trabajo que ya viene desarrollando en el sector Y-TEC (YPF Tecnología, empresa estatal creada entre la petrolera y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET), junto con compañías locales, destinado a la fabricación de baterías de uso en notebooks, celulares y hasta bicicletas eléctricas.
La gran apuesta –compartida por las provincias productoras, así como también por Chile y Bolivia– se sustenta en la utilización del material en la mayor parte de los dispositivos electrónicos y, a mediano plazo, en el beneficio que traería el boom mundial de los coches híbridos y eléctricos.
Los más entusiastas ven un mercado potencial enorme, sólo en el sector automotor se fabricarán bajo esa modalidad millones de vehículos a partir de 2020. Se explica entonces que terminales de Corea, Japón y Estados Unidos, entre otros países, estén invirtiendo en proyectos vinculados con el litio en el país y en la región.
Y-TEC encabeza el consorcio asociativo público-privado «Litio argentino», plataforma destinada a promover la investigación y el desarrollo de tecnologías para la extracción y posterior procesamiento de ese mineral. Del emprendimiento, respaldado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, forman parte la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu) y la firma Laring San Luis. La filial de la petrolera trabaja también en sociedad con la compañía catamarqueña Pla-ka.
El potencial a explotar es más que relevante: la Argentina es hoy el segundo reservorio mundial de carbonato de litio, según destaca el Ministerio de Planificación, que produjo ya 3.000 toneladas en 2013 y se espera un incremento sustancial este año. La creciente extracción del mineral –cuyos usos industriales incluyen además la fabricación de vidrio y cerámica, aluminio, polímeros y lubricantes, entre otros– es encabezada en la actualidad por Chile (13.500 toneladas en 2013) y Australia (13.000).
Los mayores yacimientos del planeta están en Bolivia, en el gigantesco Salar de Uyuni, y sumando a Chile, los tres países latinoamericanos detentan el 85% de las reservas totales, mientras en poco tiempo más serían responsables de casi la mitad de la oferta global.
De este lado, uno de los proyectos más avanzados es el de Cauchari Olaroz, en Jujuy, en el que trabajan empresas de Corea (Pohang Iron and Steel Company, Posco, la tercera siderúrgica más grande del mundo) y Canadá (Lithium Americas Corp.), a través de su subsidiaria, Minera Exar. De este emprendimiento participa además la automotriz Mitsubishi.
La planta piloto llave en mano llegará en diciembre, vía el puerto chileno de Antofagasta. A través del Paso de Jama hacia el país vecino también saldrán en el futuro los productos a los mercados consumidores. Previamente se avanzará en la instalación de la denominada «línea minera» de 132 kilowatts, fundamental para alimentar de energía a todos los proyectos de la zona.
El proyecto se beneficiaría también con el desarrollo del tren Belgrano Cargas, para cuando la planta comercial inicie su operación, en 2015. La etapa inicial del emprendimiento demandará una inversión de 30 millones de dólares, que se agregarán a los 60 millones antes dispuestos para tareas de exploración y factibilidad en esa zona puneña. El objetivo es escalar progresivamente la extracción, hasta llegar a las 40.000 toneladas al año.
En la misma zona, en el salar de Olaroz, la automotriz Toyota comenzó a moler el mineral, en sociedad con la compañía Orocobre Limited y la empresa pública estatal de la provincia de Jujuy, Energía y Minería (JEMSE, con 8,5% del capital accionario). La inversión inicial fue de 1.300 millones de pesos y la terminal prevé alcanzar una producción anual de 17.500 toneladas de carbonato de litio, con vistas a abastecer de baterías a los automotores que fabrica en Brasil.
Renault también apunta a hacerse de este mineral en la Argentina, de la mano de las compañías francesas Bolloré y Eramet (bajo la denominación comercial Bolera Minera), en el salar Cauchari.
Potencial
Las autoridades nacionales y provinciales no descartan que la Argentina pueda convertirse en pocos años en uno de los más grandes productores mundiales de litio. La demanda externa, por lo pronto, se estima que crece a un ritmo de 5% anual.
Entre las iniciativas locales en curso se destaca, en la provincia de Catamarca, el caso de la firma Galaxy, que busca completar su esquema de financiamiento, luego de obtener el visto bueno ambiental de la Secretaría de Minería provincial para explotar el yacimiento «Sal de vida». Se trata de uno de las reservas más importantes, ubicadas en el departamento Antofagasta de la Sierra, a 600 kilómetros de la capital. Al igual que en Jujuy, la empresa estatal provincial –Minera Catamarca– mantiene expectativas de asociarse al negocio.
La ramificación fabril de la actividad también despierta interés. Entre las investigaciones más significativas para aprovechar este recurso sobresale la creación de la primera batería de ion-litio 100% nacional. El desarrollo estuvo a cargo de profesionales de las universidades Nacional de La Plata, Católica de Córdoba y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). La Universidad Nacional de Río Cuarto, a su vez, quiere dar un paso más en la carrera hacia la industrialización de este elemento. En cualquier caso, tanto por el escenario privilegiado en materia de reservas, como por la perspectiva de elaborar productos de energía limpia con valor agregado tecnológico, avanzan las iniciativas de integración regional.
La Secretaría de Minería confía en el éxito de la propuesta de creación de la Organización de Países Productores de Litio (Opproli), una especie de OPEP del litio de la Puna y el altiplano para impulsar acuerdos de producción y regular precios, frente a la demanda concentrada en forma mayoritaria en las naciones desarrolladas. La invitación ya fue formulada a Chile, para incorporar en el tratado binacional un protocolo específico sobre el mineral, con el objetivo de investigar de manera conjunta su industrialización y comercialización. Las provincias que cuentan con el recurso avalaron la iniciativa. El secretario de Minería, Jorge Mayoral, por su parte, presentó un «plan estratégico tripartito» que contempla incluir a Bolivia, para diseñar estrategias regionales orientadas a «poner en valor los carbonatos de litio».
Al igual que los hidrocarburos no convencionales, el litio asoma como una nueva fuente de riqueza (si bien intermediada en su gran mayoría por multinacionales), desafío tecnológico y centro de tensiones por la futura distribución de los beneficios.
—Daniel Víctor Sosa