Economía

Las vaquitas y las penas

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Grandes productores y frigoríficos exportadores aumentaron sus márgenes de ganancia con la devaluación y la liquidación de ganado vacuno. El cambio de ciclo, sin embargo, traerá aparejado un aumento de precio de los cortes populares de consumo interno.

En baja. Los 57 kilos de consumo de carne por habitante y por año serían un techo. (Noticias Argentinas)

La corrida cambiaria de los últimos meses tuvo como objetivo, entre tantos otros, apuntalar al sector agropecuario, visto como uno de los pilares del modelo económico vigente y llamado, en forma preferencial, a aportar las divisas que necesita el país. Confluyen en este propósito sectores terratenientes principalmente sojeros, compañías agroexportadoras y empresas proveedoras –muchas de ellas extranjeras– de servicios e insumos ligados con la producción. El desarrollo de la ganadería resulta, en este contexto, una vieja ilusión de los grupos dominantes, que en las últimas semanas exhiben el repunte en los envíos de carne vacuna al exterior como justificación de su estrategia.
Ese registro positivo, sin embargo, se sustenta en la demanda de mercados con baja capacidad de compra y que requieren fundamentalmente cortes provenientes de vacas, parte de las cuales se originan en el cierre de tambos y en la liquidación de animales tras la sequía del verano pasado.
Los mismos medios vinculados con entidades sectoriales admiten que el fenómeno no sería sostenible en el tiempo debido a la falta de volúmenes de mercadería exportable. Por lo pronto, se anticipa que el cambio de ciclo que se empezará a observar en breve generará fuertes subas de precios en el Mercado de Liniers, que se acentuarán en el último trimestre del año.
En los primeros ocho meses de 2018 se faenaron en el país 8,87 millones de vacunos, una cifra 8,1% superior a la de enero-agosto del año pasado, según datos difundidos en el último informe mensual de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra). La mayor parte del crecimiento de la faena se explicó por el aporte de los vientres: 14,2% más en lo que va del año.
«En agosto de 2018 las vacas explicaron 21,3% de la faena total, es decir 3,2 puntos porcentuales más que en agosto de 2017. En tanto, en el trimestre junio-agosto sumaron 21,6% del total, cuando en igual trimestre del año pasado habían sido 18,9%», apunta el relevamiento de Ciccra.
De este modo, en los primeros ocho meses de 2018 la producción de carne vacuna ascendió a 2,02 millones de toneladas de res con hueso, es decir, 9,4% por encima del volumen producido en enero-agosto de 2017.
Se pudo así exportar, en los primeros siete meses del año –últimos datos oficiales disponibles–, 175.000 toneladas de carne (72,6% más que en el mismo período del año pasado). Se trata de las cifras más elevadas desde 2009: entre enero y julio de 2018 la demanda externa absorbió el 16,1% de la oferta total de carne bovina producida en el mercado local.
El crecimiento de los embarques a China y Rusia explicaron casi el 90% del aumento total del volumen exportado de carne vacuna desde Argentina entre enero-julio de 2017 e igual período de 2018. Esa dinámica, en el caso de Rusia, se viene profundizando en los últimos cuatro meses y «es lo que explica el mayor ritmo de expansión de la faena de hembras en general y de vacas en particular», remarca Ciccra.
La Secretaría de Agroindustria resalta que Argentina se ubicó nuevamente entre los 10 principales exportadores mundiales de carne vacuna. En los dos últimos años los envíos del producto crecieron 57% en volumen, hasta 308.000 toneladas en 2017 y se estima que esa cifra aumentará a 400/420 .000 este año. En divisas, el valor superaría en 2018 los 1.600 millones de dólares, frente a 1.284 millones de dólares del año pasado.

Retenciones desdibujadas
El margen de ganancias en beneficio de grandes ganaderos y frigoríficos exportadores, fuertemente ampliado con la devaluación, fue apenas rozado por la suba de retenciones. El impuesto hasta fines de 2015 era de 15% para los envíos de carne, y tras las medidas acordadas con el Fondo Monetario Internacional quedó fijado en 12%, sin embargo, no puede superar los 3 pesos por dólar ingresado. Con lo cual «hoy se tributa alrededor de 8%», admitió el empresario del sector Miguel Gorelik.
Por añadidura, siguen rigiendo los reintegros de entre el 1% y el 1,25% para la carne sin hueso, principal producto embarcado. En resumidas cuentas, después del pago de impuestos el negocio logra captar no menos de dos tercios de la mejora por la duplicación del tipo de cambio en los últimos cinco meses, desde que comenzó la corrida.
Mientras tanto, «el precio del novillo tipo exportación aumentó en torno del 40%, lo que –según Gorelik– habla al mismo tiempo de la mayor competitividad de la carne argentina y del plafond más alto que tiene, en el caso hipotético de que cambie la actual relación entre oferta y demanda». Esto último, precisamente, es lo que estaría por ocurrir en breve. Los analistas del rubro advierten que Argentina se encuentra atravesando el fin de un ciclo ganadero acelerado por la sequía registrada en el primer trimestre del año en vastas zonas de la región pampeana. En este sentido, los precios de la hacienda seguirán retrasándose, en términos relativos, hasta que se produzca el efecto inverso. Dicho de otro modo, en la óptica de los grandes operadores del rubro la carne vacuna está «barata» en la actualidad, por la situación actual del mercado. Pero todo indica que dejaría de estarlo el año próximo. La recomposición de los stocks de ganado vacuno, a fin de mantener el negocio exportador, tendría como soporte precios prohibitivos en los mostradores.