1 de enero de 2025
A pesar de los festejos del Gobierno, la realidad es que, hasta el tercer trimestre de 2024, el Producto Interno Bruto del país cayó un 3%. Atisbos de recuperación, lejos del crecimiento.
Agro. El aumento interanual del sector llegó al 13,2% tras la peor sequía del siglo en 2023.
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El Producto Interno Bruto (PIB) de Argentina cayó un 2,1% interanual en el tercer trimestre de 2024, frente a una baja del 1,7% registrado en el trimestre previo, publicó la semana pasada el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Mientras que en la comparación trimestre contra anterior trimestre, el Producto registró un avance del 3,9%. Y este número es el que todo el Gobierno festejó de manera desmedida. A las referencias sexuales y escatológicas que el primer mandatario utiliza para festejar «supuestos» logros económicos, se sumó su adlátere Luis Caputo, ministro de Economía, quien destacó que el país está comenzando a «normalizarse» y que las políticas implementadas por el Gobierno buscan sentar las bases para un crecimiento sostenido.
Sin embargo, sería más acertado interpretar ese 3,9% −y siendo muy optimistas− como un «posible» piso de caída de la actividad económica, tras el fuerte desplome por la megadevaluación de diciembre del año pasado, que generó un extraordinario impacto inflacionario, con pérdida de poder adquisitivo en los salarios y destrucción de empleos. Así, este «rebote parcial» en nada empaña la caída del PIB a lo largo de este año, que apunta a ser la peor del siglo en un año, una contracción del 3%, sin que medien crisis mundiales. La caída de 2020 (−9,9%) fue mucho más grave, pero con pandemia de por medio; y la de 2009 (−5,9%), con la crisis global de las subprime.
Cabe aclarar que, si se saca el aporte extraordinario del agro –possequía histórica de 2023– el número negativo del Producto llegaría a casi el doble, un 6%. Ahora bien, si se desagrega el PIB por sector de actividad, el cuadro de los ganadores y perdedores de las medidas implementadas por el Gobierno libertario queda en evidencia. Lo encabeza el sector de Agricultura, ganadería, caza y silvicultura, con un 13,2% interanual (ia), seguido por Explotación de minas y canteras, con un 6,6% y un llamativo 9% de Hoteles y restaurantes, traccionado mayormente por la gastronomía y con un piso muy bajo pospandemia. Solo tres sectores presentan un crecimiento significativo de su actividad, mientras que diez de ellos muestran caídas. Encabeza la Construcción, con -14,9%, seguido por Pesca (−6,7%) y comercio mayorista, minorista y reparaciones (−6,1%) e Industria Manufacturera (−5,9%). Los sectores que más sufrieron son los de fuerte inserción en centros urbanos como la construcción, que ya acumula una caída de 19,5% en 2024, la industria con 12,4% y el comercio, con 10,8%. Que además son mano de obra intensivos y, en consecuencia, sus descensos afectan duramente en términos relativos en comparación con otros sectores.
«Hay tres sectores que crecen (minería, energía y agro), pero unos diez segmentos industriales caen (…). Sectores de la industria están cayendo un 4% promedio y en ese marco la construcción, generadora de mano de obra, se contrae un 14% anual», resumió un economista que sería imposible de tildar como opositor: el expresidente del Banco Central, Martín Redrado.
Desigualdades
Es costumbre de este Gobierno «inflar» los números o anualizar cifras puntuales como se le ocurra. Esta ocasión no fue la excepción. Pronto salió Federico Sturzenegger en sus redes sociales a declamar que «estamos creciendo al 17% anualizado». Si y solo si el crecimiento del 3,9% siguiera por tres trimestres consecutivos se llegaría a ese número, el 17%. Poco parece importarles a los funcionarios que las estimaciones sobre el 4º trimestre muestren un rebote mucho más suave. Y mucho menos las perspectivas económicas de la OCDE para Argentina. «Se prevé que el PIB se contraiga un 3,8% en 2024 y crezca un 3,6% en 2025 y un 3,8% en 2026». Y agrega con quizás mucho optimismo: «La recuperación del consumo privado se verá sostenida por el aumento de los salarios reales en un contexto de caída de la inflación y de fortalecimiento del mercado laboral».
Consumo, aumento de salarios y fortalecimiento del mercado laboral, ejes fundamentales en una matriz productiva súper reprimarizada, asentada sobre sectores que se encuentran en las antípodas de los denominados mano de obra intensivos y de calidad.
Vaca Muerta. Junto con el agro, el crecimiento de explotación de minas y canteras fortalece cada vez más la reprimarizacion de la economía.
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En octubre, últimos datos publicados por el INDEC, las ventas en supermercados cayeron 17,8% interanual y 1,7% respecto de septiembre, y acumula una baja de 12,3% en los primeros diez meses del año. Por su parte, en autoservicios mayoristas, las ventas disminuyeron un 22,8% interanual en el mismo mes, pero crecieron 2,1% en relación a septiembre. Sin embargo, el acumulado enero−octubre presenta una caída de 15,4% respecto a igual período de 2023. Por último, las ventas totales en shoppings bajaron 7,8% interanual. Las expectativas sobre un crecimiento del consumo parecen estar aún bastante lejos.
En este contexto, el incremento de salarios reales y el fortalecimiento del mercado laboral suena como ilusorio. A un año de gobierno libertario, la tasa de desempleo al tercer trimestre del año llegó al 6,9%, según el INDEC. De acuerdo a Luis Campos, investigador del Instituto de Estudios y Formación de la CTA, los salarios de los trabajadores formales le ganaron a la inflación en octubre. «El sector privado creció un 4% en octubre y el público un 4,3% (contra un IPC del 2,7%)». Pero no todo es alegría. «Contra octubre de 2023, en términos reales caen 2,9% y 18,5% respectivamente».
En la puja que representa la imposición de una nueva matriz productiva, el primer afectado es el mercado de trabajo, donde los cambios poco a poco se van consolidando. En un hilo en X, el economista de Fundar, Federico Pastrana, lo explicó con claridad: «A costa de mayor precariedad, el desempleo dejó de crecer. La recuperación del empleo es lenta. Hay más gente buscando trabajo y/o trabajar más horas». El descenso del 0,5% del desempleo en el tercer trimestre −que obviamente también festejaron en el Gobierno− se explica por la incorporación de 100.000 nuevos monotributistas al mundo del trabajo, en abierta contraposición con la caída del empleo privado asalariado registrado, que suma 129.780 puestos menos, y el descenso del empleo público en 38.609 trabajadores. Hacia adentro del mercado laboral, en un año, la tasa de empleo informal creció un punto porcentual, hasta 36,7%. En su hilo, Pastrana agrega: «Detrás de los cambios está la crisis de los ingresos. Salarios insuficientes y trabajadores pobres. Buscar trabajar más horas y no conseguirlo. Pasar de un empleo registrado a uno precario peor pago. Estas son algunas de las características de lo que está ocurriendo en el mercado de trabajo argentino. Si bien los indicadores muestran una actividad que se recupera, la situación sociolaboral no se logra revertir».
Especialistas sostienen que el modelo de país hacia el que nos lleva Milei hay que buscarlo, no ya en Chile, muy «comunista» en estos momentos, sino en Paraguay o bien en Perú, dos naciones con historias bien distintas, ambas reprimarizadas, con un par de características actuales en común: la fragilidad de su sistema institucional y la desigualdad extrema.