Economía

A ritmo lento

Tiempo de lectura: ...

La Cepal presentó su informe preliminar anual sobre la región, en el que registra una desaceleración económica influida por el contexto global y destaca el bajo nivel de endeudamiento.

 

Diagnóstico. El organismo internacional expuso en Santiago de Chile su análisis de lo ocurrido y las proyecciones previstas.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) difundió su tradicional Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe correspondiente a 2014. Los resultados revelan una desaceleración económica global, con un crecimiento promedio del 2,6%. La mayor expansión se dará en China (7,3%), la menor en la zona euro y Japón (0,8%), Estados Unidos crecerá 2,1% y el conjunto de los países desarrollados un 1,6%. El crecimiento promedio de los países en desarrollo ascenderá al 4,4% (porcentaje muy influido por China) y el de los países latinoamericanos y caribeños será de tan slo el 1,1%, el nivel más bajo desde 2009.
El desempeño regional resulta bastante heterogéneo ya que los países centroamericanos (incluyendo Haití y el Caribe de habla hispana) crecerán un 3,7%, aventajando a las naciones caribeñas de habla inglesa (1,9%) y a los países de América del Sur (0,7%). El ránking individual es encabezado por Panamá y República Dominicana (6%), escoltados por Bolivia (5,2%), Colombia (4,8%), Nicaragua y Guyana (4,5%), Paraguay, Guatemala y Ecuador (4%) y Costa Rica (3,5%). Según la CEPAL, los peores desempeños se registraron en Venezuela (-3%), Argentina (-0,2%) y Brasil (0,2%).
Por su parte, el déficit fiscal de los países latinoamericanos creció del 2,4% del PIB (Producto Interno Bruto) en 2013 al 2,7% en 2014. Una tendencia contraria operó en las naciones caribeñas: el déficit fiscal se redujo del 4,1% en 2013 al 3,9% en 2014. En todos los casos, la deuda pública promedio regional se mantiene en bajísimos niveles (32% del PIB).
La tasa de desempleo abierto urbana descendió, a pesar de la tenue creación de empleo, del 6,2% al 6% durante el último año. La CEPAL sostiene que «si bien la creación de empleo –y, en particular, de empleo asalariado– ha sido débil, la situación de los mercados laborales en general se mantiene relativamente favorable. Además del nivel de la tasa de desempleo abierto, históricamente bajo, se puede destacar una caída generalizada de la tasa de subempleo horario, y aumentos de los salarios reales (del 1,3% como promedio ponderado de 10 países y del 1,7% como promedio simple del mismo grupo de países)». Por último, la inflación regional anual acumulada asciende al 9,4%, frente al 7,6% de 2013.

 

Términos de intercambio
El magro comportamiento económico del corriente año representa un serio desafío para 2015. El deterioro de los precios de intercambio perjudicó, en mayor o menor medida, a todos los países. En ese sentido, el Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2014 sostiene que «los precios de las materias primas, en especial a partir del segundo semestre, han retornado a una tendencia descendente, si bien heterogénea entre los diferentes bienes. Como promedio del conjunto de las materias primas, el precio mostró en 2014 una caída estimada de alrededor del 10,5%, en comparación con una disminución del 5,2% en 2013. El precio de los metales cayó alrededor de un 2,3% en 2014, frente a una baja del 16,7% en 2013. El precio de los alimentos disminuyó en torno a un 6,9%, frente a una caída del 15,5% en 2013. Por último, el precio de la energía cayó cerca de un 17%, frente a un alza del 4,6% en 2013».
La tendencia descendente se acentuó en el caso de los hidrocarburos. El precio del crudo acumula una caída cercana al 50%, desde el pico de los 108 dólares –por barril de petróleo WTI– alcanzado el 20 de junio del corriente año. El investigador del Centro Cultural de la Cooperación Ignacio Sabbatella explica que «no es novedoso el desplome del precio del crudo en términos históricos. En su cotización intervienen factores económicos, tecnológicos, geopolítico-militares y especulativos… En este caso el factor principal es una oferta que crece más rápido que la demanda en el marco del estancamiento de la economía mundial. La gran novedad es el boom de la producción no convencional de Estados Unidos que ha impulsado al nivel más alto sus reservas de crudo desde 1975 y el mejor registro de su producción desde 1986, al pasar de 5,4 a 8,6 millones de barriles diarios entre 2010 y 2014. De modo que la importación de crudo se redujo un 18% entre esos años, pasando de 9,2 a 7,5 millones de barriles por día».
Lo cierto es que ese nuevo escenario perjudica a las naciones exportadoras de hidrocarburos, en general, y a Venezuela en especial. El presidente Nicolás Maduro anunció una batería de medidas (recorte de «gastos improductivos», reforma a la Ley de Inversiones Extranjeras, creación de zonas de desarrollo económico y turístico, modificaciones a la Ley de Precios Justos, conformación de un Sistema Nacional Agroalimentario, eliminación del ajuste por inflación en el impuesto a la renta, incremento del impuesto al valor agregado de bienes suntuarios, reforma del Código Orgánico Tributario, entre otras) tendientes a liderar «una ofensiva definitiva de resolución de problemas fundamentales y de retardos en los procesos económicos».
Por otro lado, la fuerte desaceleración de la economía chilena viene minando la popularidad de Michelle Bachelet. El crecimiento económico fue de tan solo un 0,8% en el tercer trimestre, acumulando un 1,8% anual. El sector empresarial sostiene que el enfriamiento económico es consecuencia de la reforma impositiva aprobada por el Parlamento nacional. Por el contrario, Bachelet replicó que «el enfriamiento de la actividad económica en América Latina es una realidad, pero no un argumento para detener las reformas estructurales. América latina tiene niveles de desigualdad todavía muy elevados, y Chile no es una excepción, tenemos tareas que asumir… Si hay una enseñanza que nos han dejado las crisis, ha sido el reconocimiento de que el crecimiento económico sustentable y el bienestar inclusivo no solo no deben contraponerse, sino que se complementan».
Los niveles de aprobación de la presidenta chilena cayeron 12 puntos desde julio pasado, según la tradicional encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP). El 38% que aprueba la gestión de Bachelet representa el menor nivel de adhesión registrado por la doctora socialista. En su anterior gobierno, el piso de aprobación (39%) se produjo a finales de 2007 a raíz del colapso del sistema de transportes metropolitano (Transantiago).
En Brasil la reelecta presidenta Dilma Rousseff planea enfrentar los desajustes económicos con una política ortodoxa. El nombramiento de Joaquim Levy como ministro de Hacienda generó fuertes resistencias en movimientos sociales, e incluso en el interior del gobernante Partido de los Trabajadores (PT). El flamante jefe de la cartera económica fue funcionario del Fondo Monetario Internacional y se desempeñaba en la actualidad como director de la administradora de fondos de inversión del mayor banco privado brasileño (Bradesco). Su doctorado en la Universidad de Chicago es un blasón de fe ortodoxa. En sus primeras declaraciones, Levy manifestó que debía alcanzarse un superávit fiscal primario del 1,2% del PIB en 2015 y del 2% en 2016.
La nueva ministra de Agricultura será Katia Abreu, presidenta de la influyente Confederación Nacional de Agricultura. Esa mujer, apodada Miss deforestación por los grupos ambientalistas, es considerada una abanderada del agronegocio. Las designaciones de Levy y Abreu fueron rechazadas por el Movimiento de Trabajadores sin Tierra (MST), intelectuales, periodistas y activistas sociales. Ese colectivo emitió un documento denunciando que esas medidas suponen «una regresión de la agenda victoriosa en las urnas». El periodista Eric Nepomuceno sostiene en una nota publicada en Página/12, que «parte sustantiva de su electorado está atónito. Lula da Silva, sin embargo, respira aliviado. El ex presidente defiende que en los dos primeros años de su segunda presidencia Dilma repita lo que él hizo en su primer gobierno, o sea, ordenar las cuentas públicas, aunque adoptando medidas duras e impopulares, para luego crecer en los dos años finales de mandato».

Diego Rubinzal