Economía

Salir a flote

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Tras sufrir el impacto de la sobreexplotación de recursos, la actividad muestra indicios de recuperación. Reforzarán controles para garantizar la sustentabilidad a nivel nacional.

 

Procesamiento de la merluza. A fines de los 90 la captura de la principal especie con valor comercial se redujo ostensiblemente. (Laura Rearte)

La producción pesquera nacional registró este año su mejor primer semestre desde 2008, en términos productivos, y mantiene un buen nivel de exportaciones. La actividad, sin embargo, aún padece los efectos de años de crisis y no alcanza a desarrollar plenamente su potencial. En parte porque el consumo interno (alrededor de 10 kilos por habitante por año) se mantiene prácticamente invariable, pero también porque la necesidad de preservar el recurso marítimo, tras el fenómeno de depredación de las principales especies sufrido durante los años 90, fue otro limitante.
Para preservar los empleos, el Ministerio de Trabajo aún subsidia con unos 12 millones de pesos mensuales a más de 1.100 operarios, en su mayoría del puerto pesquero de Mar del Plata. En este marco, un segmento relevante de las más de 240 empresas del sector adujo recientemente problemas de competitividad externa y alentó una suba del tipo de cambio. Tras esos reclamos, el Gobierno nacional dispuso bajas en el precio de combustibles y nuevas líneas de crédito, y prometió una reducción en las retenciones a las exportaciones del sector. Esta última medida de sostén de la rentabilidad, sin embargo, se demora a la espera de que las compañías cumplan sus compromisos de blanqueo (y no despidos) de personal.
En todo caso, y al igual que en otras áreas, la actividad se apresta a atravesar una nueva etapa, signada por una mayor producción. Especialmente porque las tendencias recientes observadas por el INIDEP (Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero), dan cuenta de una recuperación gradual de algunas especies. El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca promete acompañar ese proceso, para lo cual desarrollará un proyecto orientado a mejorar la gestión sustentable de la actividad pesquera, en el que se prevé invertir más de 280 millones de pesos en 2014.

 

Relevancia
Aunque la contribución del rubro al producto bruto agropecuario es de apenas el 1%, las exportaciones de pescados, mariscos y productos elaborados rondaron en los últimos años entre 1.500 y 2.000 millones de dólares (alrededor de 3% del total de envíos del sector primario). Y en materia de empleo, se estiman unos 15.000 puestos directos en la captura, mientras otras 25.000 personas trabajan en el procesamiento y la comercialización.
Después de registrar altas tasas de crecimiento en la producción durante el período de la convertibilidad (13,6% anual entre 1990 y 1997, con un máximo de 1,3 millón de toneladas en ese último año), el sector se contrajo de manera ostensible. Hacia el 2000 la captura apenas superó las 850.000 toneladas (con una reducción de la talla promedio de captura), y en la primera mitad de este año, pese al repunte reciente, fueron 393.000.
Este fuerte descenso –según evalúan en la Subsecretaría de Pesca– evidenció una sobreexplotación de los inventarios de valor comercial, especialmente de merluza común. Tal fue el resultado de dos factores principales:
• Una mayor presión por la apertura del sector, tras un acuerdo que facilitó el acceso a la flota pesquera de la Unión Europea.
• Insuficiencias en los sistemas de investigación (para estudiar el comportamiento de la biomasa), y de control y vigilancia (para hacer cumplir las cuotas recomendadas).

 

Variables ambientales
Cuando la situación asumió carácter crítico, se promulgó la Ley 24.922 (en 1998) sobre el Régimen Federal de Pesca. Se inició así un proceso más riguroso de aplicación de normas de regulación, fundamentadas en evaluaciones científicas realizadas por el INIDEP.
Luego, en el año 2000 se estableció una importante zona de veda permanente para la recuperación de la merluza común, y en 2004 se introdujo el sistema de monitoreo satelital de buques.
Más recientemente, en 2009 se aprobó un sistema de Cuotas Individuales Transferibles de Captura por Especie, como instrumento para el manejo sustentable del recurso pesquero. Esas y otras medidas determinaron que la cuota máxima de pesca permitida, en el caso de la merluza común, se redujera de 405.000 a 321.000 toneladas entre 2004 y 2011. En ese marco, en abril pasado, el Consejo Federal Pesquero (CFP) ordenó a la provincia de Chubut cerrar la prospección de langostino en el Golfo San Jorge y le requirió a la de Santa Cruz que no realice ninguna prospección en las aguas de su jurisdicción hasta próximo aviso. La decisión del organismo nacional se basó en los resultados que arrojó un informe del INIDEP relativo a la prospección de langostino dispuesta por Chubut, y que habría causado un alto nivel de depredación de la merluza.
Como consecuencia de los controles sostenidos, el INIDEP estimó que la biomasa total, en el caso de la merluza, aumentó de las 821.000 toneladas registradas en 2003 a unas 861.000 en 2011.
El análisis oficial indica, no obstante el reciente avance logrado en el manejo de los recursos pesqueros, que la Argentina aún necesita consolidar sus instrumentos, para hacerlos más efectivos en procura de una gestión sustentable.
Entre los principales desafíos identificados sobresale, en primer término, el insuficiente conocimiento de las especies marítimas que necesitan medidas de gestión (por caso, los recursos costeros). A la vez, se requiere un mayor monitoreo sobre algunas variables ambientales clave. En síntesis, el diagnóstico revela deficiencias y obsolescencias de la flota de investigación, e insuficiencias en el equipamiento y en los laboratorios.
El INIDEP cuenta hoy con tres buques de investigación, uno de los cuales está fuera de servicio y debe ser reemplazado. Se considera necesario sumar otro barco, con características adecuadas para realizar tareas en áreas costeras. Deben subsanarse, además, las actuales limitaciones en la cobertura geográfica de la investigación y en la diseminación de información sobre los recursos pesqueros.
En forma adicional, se estima escasamente consolidado el sistema integral de información para la fiscalización (incluyendo la obtención de datos para el control a bordo) y se admiten vacíos de conocimiento de los agentes públicos para administrar la actividad y asegurar el cumplimiento de las normas.

 

Inversión
El plan a desarrollar por el Ministerio contempla, a fin de mejorar los controles, la compra de dos buques, que costarán cerca de 180 millones de pesos. El titular de la Dirección Nacional de Investigaciones del INIDEP, Otto Wöhler, explicó que «una de las naves que se incorporarán –con el mejor equipamiento disponible–, reemplazará al Capitán Cánepa, la embarcación más chica del instituto, que ya ha cumplido largamente su vida útil. El otro barco será uno costero de 18 metros, para poder acceder a zonas costeras de baja profundidad a las que hoy no podemos llegar», dijo el experto a la prensa marplatense. De modo simultáneo se expandirán los servicios en la sede del INIDEP en Mar del Plata, y se los regionalizará en la costa patagónica.
«La expansión del instituto hacia el litoral marítimo incluirá tres delegaciones en las provincias de Tierra del Fuego, Santa Cruz y Chubut, mientras pretendemos contar con tres pequeñas delegaciones, una en Ushuaia, otra en Puerto Deseado y la tercera en Puerto Madryn», detalló el investigador.
El objetivo es que el organismo perfeccione la obtención y análisis de información primaria biológica sobre los recursos pesqueros y los factores ambientales relevantes. Esto permitirá un mejor asesoramiento científico al organismo regulador encargado de las medidas de gestión de la actividad (el Consejo Federal Pesquero, integrado por las autoridades provinciales). El proyecto apunta asimismo a fortalecer la capacidad de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura de la Nación para el cumplimiento de las medidas de gestión establecidas por el Consejo Federal. Se prevé de esta manera reforzar el sistema integral de información para el monitoreo de la actividad; la efectividad del control a bordo; y la asistencia técnica y capacitación de agentes públicos como inspectores.
Un componente extra, orientado al impulso del sector pesquero, es la posible creación de un centro nacional de investigación y desarrollo de la maricultura. «Actualmente en el instituto funciona un área de investigaciones en reproducción de especies, supervivencia de larvas, alimentación de los primeros estadios de vida, pero nos faltan las instalaciones apropiadas para producir la etapa de engorde a nivel piloto comercial», señala Wöhler. «Si nosotros no logramos asegurar esta etapa –concluye– muy difícilmente podamos transferir la tecnología al sector privado. Nuestra intención es generar un lugar físico con las instalaciones apropiadas, porque sin eso queda inconcluso el proceso de acuicultura que puede desarrollar el INIDEP».

Daniel Víctor Sosa

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