10 de junio de 2024
La liquidación de cereales y oleaginosas viene demorada. En mayo, uno de los meses de alta estacionalidad, los desembolsos fueron inferiores a los de 2023 con sequía.
Generador de dólares. El complejo oleaginoso cerealero aportó en 2023 el 50,1% del total de las exportaciones del país.
Foto: NA
«El productor que tenga granos se va a sentar arriba, va a vender lo justo, mínimo indispensable para pagar las obligaciones por insumos y alquileres. No están dadas las condiciones para vender», explicó suelta de cuerpo Soledad Aramendi, la primera mujer en presidir la Sociedad Rural de Rosario. Y ya en un clásico en las demandas de los agroexportadores pidió que una Resolución 125, pero a la inversa, baje retenciones ante el desplome del precio internacional. Estas expresiones de Aramendi tuvieron lugar a principios de abril, y las estadísticas de mayo no hicieron más que corroborar sus dichos en cuanto a la demora en las ventas de soja.
La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), entidades que representan el 48% de las exportaciones argentinas, anunciaron el 3 de junio que durante mayo las empresas del sector liquidaron U$S 2.612 millones de dólares; una suba del 37% en relación a abril, pero una baja del 37% en relación a mayo de 2023, U$S 1.600 millones frente a los U$S 4.212 del mismo mes del año pasado. Y una caída del 4% en relación al acumulado de este año en comparación con 2023.
Este mayo fue el más flojo de los últimos 4 años, con el valor más bajo desde 2020, cuando fueron U$S 1.945 millones; mientras que en 2021 llegaron a U$S 3.545 millones y en 2022, el récord para ese mes, a U$S 4.231 millones. Estos números de mayo son relevantes porque es el mes en que se inicia la parte fuerte de la campaña comercial de los cultivos de gruesa, ya que la cosecha de soja suele estar prácticamente finalizada, mientras que la de maíz está en su recta final. Por su parte, también el acumulado es negativo. En los primeros cinco meses del año ingresaron U$S 9.046 millones, unos U$S 400 millones menos que en el mismo período de 2023 (en plena sequía) y también la peor cifra desde 2020. En 2022 fue récord, con más de U$S 15.000 millones; mientras que el promedio histórico está cerca de los U$S 10.000 millones.
Las razones que las entidades esgrimen son cuatro: el régimen de dólar exportador vigente desde diciembre pasado, los precios internacionales, el impacto del clima sobre el ritmo de cosecha de maíz y soja y la relación de costos de insumos y granos.
Silobolsas y después
Cuando la soja tiene un precio bajo, el productor culturalmente se cubre con el grano, más allá de las deudas y las necesidades de la actividad. Demoran la liquidación, liquidan lo justo y necesario y retienen el grano en silobolsas el mayor tiempo posible. Y este 2024 es de precios bajos, ya que la tonelada de soja cayó más de U$S 100 en los últimos meses. De un precio medio de U$S 521 por tonelada, un 12% por debajo del valor de 2022, «se mantendría en USD 425 / ton hasta agosto, para cerrar en diciembre a USD 413 / ton en diciembre de 2024. Implicaría una pérdida del 18% del valor real de la oleaginosa este año (en relación a 2023) y del 24/28% comparado con los picos 2021 – 2022; se trataría incluso de un nivel 7,4% inferior a la cotización media de los últimos 20 años (426 vs 460 USD / ton)», sostiene un informe de IERAL.
A estos bajos precios del grano, se suman las lluvias excesivas, tras la feroz sequía que afectó a Santa Fe y el resto de las zonas productivas, que además de una baja de calidad de los granos, produjeron en abril, mayo anegamientos en caminos rurales que demoraron las actividades en el campo. Al tiempo que, pese a la devaluación de diciembre pasado, distintos estudios relevaron que la capacidad de compra del quintal de soja, maíz y trigo ‒contra grano de insumos como gasoil, contratistas‒ cayó casi un 23%. Sin embargo, estas tres cuestiones no explican en su totalidad la baja liquidación, sino que son complementarias a la «problemática» del tipo de cambio.
El actual esquema de dólar para los agroexportadores, conocido como «dólar blend», les permite liquidar un 20% en los mercados financieros (CCL) y un 80% en el oficial. El volumen operado en el mercado cambiario registra una reducción significativa, como consecuencia del atraso del tipo de cambio «comido» por la inflación y la propia dinámica del dólar blend junto con la falta de opciones para invertir en pesos. Y los agroexportadores lo saben. Gustavo Idígoras, presidente de la cámara de los empresarios aceiteros y del centro de exportadores de cereales exigió «un salto devaluatorio o menores derechos de exportación» para que la cosecha salga de las silobolsas.
Las escasas liquidaciones del sector no pasan desapercibidas para los funcionarios de Economía, más aún cuando prometen levantar el mal llamado «cepo» tras la llegada de divisas a las arcas del Banco Central. Desde marzo, intentan convencer a los agroexportadores que el dólar no se va a devaluar, que está en un nuevo valor de equilibrio. En esa senda fueron las incursiones de Javier Milei a fines de mayo en la Rural y en la feria Agroactiva, en Santa Fe, la semana pasada, donde prometió bajar impuestos (léase retenciones) cuando «se consolide el superávit fiscal». Mientras que en la exposición ganadera de Palermo, el mandatario vociferó: «En la medida que se empiecen a recomponer las cuentas fiscales y vuelva el crecimiento económico, primero vamos a eliminar el Impuesto PAIS y después le van a seguir las retenciones, para que el campo sea totalmente libre». Estas visitas, en plena temporada de cosecha gruesa, quizás sean un indicio de que el Gobierno «acusó recibo» de que su estrategia económica no enamora del todo al principal generador de divisas, que no liquida en la magnitud esperada, y que lleva en su ADN tensionar a los Gobiernos para obtener mayores beneficios.
El economista Ernesto Mattos, director del Instituto de Estudios para el Desarrollo Productivo y la Innovación (IDEPI) de la Universidad Nacional de José C. Paz, analiza la situación:
‒Estamos en niveles similares a 2023 en cuanto a liquidación –dice–, pero sin sequía. Entre 2022/2023 había buenos precios, hoy en día con mayor cantidad de granos hay malos precios. El año pasado tenías poco por la sequía, pero te acompañaban los precios, entonces no había problemas para liquidar. En estos primeros 5 meses se liquidaron 9 mil millones de dólares mientras que en el mismo periodo de 2022 se había liquidado casi 15 mil millones de dólares, vía programa de incentivos a la exportación, «dólar soja». En cuanto a cantidad de granos estamos en cosecha récord, mientras que los precios están bajos. Pero, además, el tipo de cambio que ellos quieren no es el adecuado para su esquema de negocios. Básicamente es eso. Cómo hacen para pagar los servicios que contrataron, levantar la cosecha, entre otras cosas.
‒¿Cómo es el ciclo?
‒La cosecha de trigo arranca en noviembre, estamos en época de siembra. El ciclo es así. La soja para ellos es el plazo fijo. Lo que los hace vivir el día a día, y determina si van a invertir más o menos, es el trigo. En noviembre determinan cuánto van a poner de soja, según el dinero ganado con el trigo. Ahí deciden soja-maíz, así es la combinación, soja de primera, o de segunda. En octubre-noviembre es cuando se decide todo.
‒¿Y ahí tienen que liquidar o liquidar?
‒Creo que sí. Pero ojo, hay que ver si el trigo de este año va a rendir lo que esperan, porque estuvieron importando menos fertilizantes. No sé si va a dar buen trigo y si no compensa el precio internacional van a querer un ajuste del tipo de cambio para tener más pesos por dólar.
‒Pero noviembre licúa las esperanzas del Gobierno de hacerse de dólares para levantar «el cepo» lo antes posible
‒¿Qué dato te dice que el Gobierno está desesperado por dólares? Que no llegaron inversiones del exterior y la conferencia de Caputo en el Latam Economic Forum, que puede resumirse en «pongan la plata», pero no solo a los agroexportadores, sino a todos los empresarios. Ahí tenés ese combo explosivo: cuánto van a aguantar sin liquidaciones del agro, si no llega plata del exterior y si en la economía interna el sector empresarial no invierte.