8 de diciembre de 2025
Jaqueadas por la caída de la demanda y la apertura de importaciones, las industrias detienen sus máquinas, mientras que el ámbito laboral se transforma, de hecho, de la mano de la informalidad.

Reconversión. DBT-Cramaco, la fábrica de alternadores eléctricos dejo de producir tras 70 años e importará generadores.
Foto: Captura
Ayer nomás, literalmente, la multinacional de alimentos Mondelez, en la ciudad bonaerense de Pacheco, comunicó que interrumpe su producción. El sobrestock y la caída en la demanda fueron las causas por las que paró una de las fábricas con mayor capacidad industrial del país. La medida afecta a más de 2.300 empleados, uno de los recortes más significativos del sector alimentos. La empresa reanudará la producción el 4 de enero próximo, de acuerdo con lo comunicado al personal y lo acordado con el sindicato. Desde el gremio afirman que esto no sucedía desde 2001.
Sin embargo, este parate temporal es una más de las noticias sobre la actividad industrial nacional, que además incluye presentaciones de concursos, cierres y por supuesto, despidos de trabajadores.
Así las cosas, pese a que el Indec persista en hacer esquivar de la recesión técnica a la actividad económica bajo el Gobierno de Javier Milei y publique que en el noveno mes del año la economía creció un 5% interanual y registró un alza desestacionalizada del 0,5% respecto a agosto, la cotidianeidad de la gente de a pie y también de las empresas, parece transitar un sendero bien distinto. En particular durante el último trimestre de este año.
Un país mayormente importador de insumos y exportador de materias primas (es decir reprimarizado) tiene ciertas características inherentes que son beneficiosas para un pequeño puñado de personas y/sectores. Pero sin dudas una combinación de caída del consumo, apertura importadora y derrumbe de la demanda interna tiene consecuencias perniciosas para todo el país, para su matriz productiva y, por supuesto, para el universo de los trabajadores, ya que reconfigura el mercado laboral con efectos estructurales.
De acuerdo con un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), entre noviembre de 2023 y agosto de 2025 –completa gestión libertaria−, cerraron cerca de 30 empresas por día, se acentuaron los despidos en la industria, cayó el empleo formal y creció y crece la inserción laboral precaria. La cantidad de empresas activas en el país se redujo en 19.164 unidades productivas y se destruyeron 276.000 puestos de trabajo registrados. El informe extrapola los datos y asegura que cerraron cerca de 30 firmas por día, y diariamente se destruyeron 432 empleos formales.
Hace unos días el diario La Nación publicó datos muy interesantes. En una pormenorizada nota explicó que, según información de la mismísima Secretaría de Producción, más empresas abrieron Procesos Preventivos de Crisis. ¿Qué son estos procesos? Son convenios de emergencia para evitar despidos o suspensiones en una firma. Hasta octubre sumaban 143 casos, un 9% más que en 2024, cuando sumaron 131. Es la cifra más alta desde 2018 y 2019, en plena debacle macrista. Si la comparación es con 2023, el incremento es del 211,9%.
En el mismo sentido, y con números similares a CEPA, el Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la UBA, publicó que la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires son los territorios más afectados en términos de destrucción de empleo registrado.

Multinacionales. No solo las empresas argentinas sufren la economía libertaria. La alimenticia Mondelez paró su producción por un mes.
Foto: NA
Desde hace varios meses, las encuestas reflejan que cerca del 30% de los argentinos considera a la falta de trabajo como el principal problema del país, seguida por la preocupación por la corrupción, la inseguridad y la inflación. Sin embargo, dicha inquietud no parece haberse reflejado en las elecciones de medio término.
Otro centro de investigación como Cifra-CTA advertía ya en agosto sobre el deterioro de la calidad del empleo, con un incremento de 338.800 trabajadores no asalariados (5,9%) en estos dos últimos años.
Lo que viene
Sin embargo, y como ya dijimos, el derrumbe de la producción industrial y la destrucción de empleo formal, se acentuaron en los últimos meses del año. Vaya una escueta enumeración que por origen será incompleta: a la multinacional Mondalez, se suma su par Whirlpool, que cerró su planta de Pilar y despidió a 220 trabajadores. Electrolux en Rosario, extendió hasta fin de año un esquema de suspensiones rotativas que afecta a 400 empleados. La mexicana Mabe cerró su planta de Río Segundo, Córdoba, donde trabajaban 200 personas. Además, ofreció retiros voluntarios o traslados a su fábrica de Luque, en San Luis. La estadounidense Magnera, dedicada a textiles industriales, también en Pilar, bajó la persiana y despidió a 100 empleados. Si nos enfocamos en la industria textil, jaqueada desde el inicio del Gobierno libertario, según datos oficiales de ProTejer, entre diciembre de 2023 y agosto de 2025 desaparecieron 333 empresas del rubro textil e indumentaria, con la pérdida de 14.000 puestos de trabajo. Como ejemplo, TN Platex (cuyo exCEO es Teddy Karagozian, creador de ProTejer), echó en Corrientes, a 20 de sus 36 operarios; en Lanús, la fábrica Hazan Salvia cerró con 50 despidos; en La Rioja, las firmas Luxo y Vulcalar recortaron 120 puestos; y en Mar del Plata, Textilana, dueña de la marca Mauro Sergio, anunció la suspensión de 175 trabajadores hasta marzo.
Si de la industria manufacturera se trata, en su conjunto perdió 60.000 empleos, según la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (Adimra). El más resonado mediáticamente, es la fábrica de ollas Essen, en Venado Tuerto, que despidió a 30 trabajadores. Se suman a los 60 cesanteados en lo que va del año. La autopartista Dana, en San Luis, dejó sin empleo a 50 personas.
Mientras que la sueca SKF, que cesó su producción en el país, desvinculó a 145 empleados. En Santa Fe, la fábrica de alternadores eléctricos DBT-Cramaco desvinculó a 37 trabajadores. Mientras que en Ushuaia, Newsan no renovó el contrato de 150 operarios.
Ni que hablar de los comercios. Y no solo los barriales. Grandes marcas como supermercados Yaguar, Mayorista Caromar o Frávega cierran mes a mes sucursales en todo el país.
Sin dudas, vamos camino a un mayor desempleo, porque la industria sigue destruyendo empleo formal y de calidad y los sectores beneficiados por este modelo (energía, minería, agro y servicios) crecen muy lentamente, y no compensan ni compensarán no solo la pérdida sino tampoco la calidad de los puestos de trabajo. En consecuencia, el tránsito actual desembocará en un futuro cercano, signado por una precarización del mundo del trabajo ‒con crecimiento del autoempleo, de la mano del monotributo y las apps‒, y en total desmedro del empleo registrado formal. En ese escenario el Congreso Nacional debatirá en sesiones extraordinarias una reforma laboral.
