Economía

Un socio estratégico

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La relación con China, principal contraparte comercial del país, cursa una nueva etapa, con una agenda que abarca distintos planos. Renovación de swap, conversaciones por TIC y producción porcina. Recuperación económica del gigante asiático.


Cancillería. Reunión entre funcionarios nacionales y el CEO de Huawei en Argentina, donde hablaron sobre inversiones en el país. (Cancillería Argentina)

La relación a largo plazo con China, pactada durante los gobiernos kirchneristas, atraviesa una etapa de impulso en medio de una circunstancia especial. No solo por la pandemia de COVID-19, sino también porque el país asiático se convirtió por tres meses consecutivos (de abril a junio) en el principal socio comercial de Argentina, frente al retroceso sufrido en el intercambio con el vecino Brasil. Incluso, de modo inédito, Argentina registró dos meses consecutivos de superávit en la balanza (en abril y mayo). Lo cierto, más allá del previsible saldo negativo que se proyecta, a medida que repunta la actividad local, es que China absorbe un 14% de las exportaciones nacionales y es origen del 21% de las compras del país, según un análisis del Instituto de Estrategia Internacional (IEI) de la Cámara de Exportadores.   
Las perspectivas de nuevas inversiones en la agroindustria y en rubros tecnológicos, entre otros sectores, así como la recuperación del crecimiento de ambos países, preanuncian un mayor intercambio. Esto se suma, además, a la decisión política de reanimar la asociación en otro conjunto de áreas.
El IEI resaltó que «la agenda bilateral sino-argentina se encuentra en una fase de actividad intensa» y detalló los hitos de esa creciente relación.
Ya en marzo pasado Xi Jinping había dicho que buscaba elevar la asociación estratégica integral «a un nuevo escalón». En el terreno comercial, recientes análisis de la Agencia de Inversiones y Comercio Internacional (que depende de la Cancillería argentina), destacaron las chances de los fabricantes bonaerenses de aumentar envíos a China en rubros como cajas de cambio, paragolpes y sus partes, o polietileno de baja densidad, entre muchas otras oportunidades para actividades y regiones diversas.
Las múltiples facetas de la relación bilateral fueron analizadas durante julio en diversos encuentros oficiales (no presenciales) entre altos funcionarios de China y Argentina. Por otra parte, el directorio del Banco Central de la República Argentina (BCRA) aprobó el 24 de julio la renovación del swap de monedas con el Banco de la República Popular de China, que se suscribió finalmente a principios de agosto. El acuerdo original data de 2009 y se extendió sucesivamente, hasta que en esta ocasión se habilitó un tramo de 8.500 millones de dólares (el total del swap asciende a 18.500 millones, sobre un total de reservas monetarias nacionales que rondan los 43.300 millones de dólares). Estos acuerdos, destacó el BCRA, «contribuyen a promover el fortalecimiento de las condiciones financieras, para dar soporte al comercio y la inversión entre ambos países, promover una mayor estabilidad financiera y afianzar la relación entre ambos bancos centrales».
A principios de julio, el jefe de Gabinete de la Cancillería, Justo Chaves, y el secretario de Negociaciones Económicas Internacionales, Jorge Neme, se reunieron con Steven Chen Shiqing, CEO del gigante tecnológico Huawei en Argentina. Se habló allí sobre la inversión de la empresa en el país, el impacto de la tecnología 5G y temas tales como la competencia comercial global, la ciberseguridad y la protección de datos personales. «La empresa es líder de infraestructuras en tecnologías de Información y comunicaciones (TIC) y dispositivos móviles, y da trabajo directo a 500 argentinos y en forma indirecta a muchos más», recalcó Chaves, de acuerdo con un comunicado de Cancillería. Se confirmó además que Argentina será invitada de honor en la China International Import Expo (CIIE), la gran feria anual de importaciones que se organiza desde 2018 y que se realizará en Shanghai entre el 5 y el 10 de noviembre próximo.
A fines de julio, China lanzó de manera exitosa la misión Tianwen-1 al planeta Marte, un paso significativo para sus ambiciones de exploración espacial profunda e interplanetaria. La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) informó que Argentina «brindará soporte de telemetría, seguimiento y control a la nave china durante su misión de exploración científica» desde la Estación de Espacio Lejano ubicada en Bajada del Agrio, en la provincia de Neuquén.   

Riesgos bajo análisis
La creciente provisión de carne bovina (en mayo el 89% de lo exportado del rubro fue a China) prefigura horizontes de mayor relacionamiento. Sin embargo, a raíz de la noticia de que se negocia un acuerdo de inversión para ampliar la producción porcina en Argentina, con miras a la exportación al mercado chino, activistas y organizaciones ambientalistas lanzaron una campaña de rechazo. Entre sus argumentos se encuentran los riesgos ambientales y sanitarios (como la generación de nuevas enfermedades zoonóticas, como la peste porcina africana que sufre China desde 2018) de una producción de la escala como la que se publicita oficialmente y que «en nombre de la reactivación económica», Argentina vuelve a apostar al modelo agroexportador y que «este convenio con China nos aleja de una patria con Soberanía Alimentaria».
Por su parte, el secretario Neme resaltó «las condiciones para una producción animal con el mejor estándar de salud del mundo; sabemos manejar el tema y somos de los países que tienen una agricultura más amigable con el ambiente». Sin embargo, a fines de agosto, el Gobierno informó que postergaba hasta noviembre la firma del acuerdo. «Hemos incorporado especialmente al Memorándum de Entendimiento con China un artículo donde se asegura el respeto de las leyes de protección ambiental, los recursos naturales y la bioseguridad. Por eso, su firma se atrasará hasta noviembre», informó Cancillería, que pretende rubricar el acuerdo en la próxima Feria de Negocios de Shanghai. Si bien la incorporación del tema ambiental de forma explícita en el acuerdo es una señal ante las críticas del ambientalismo, en sí misma no representa una exigencia adicional a las que ya existen en el ámbito de la producción agropecuaria.
 

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