Economía

¿Y el programa?

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Una de las críticas que suelen hacer los analistas de mercado es que el Gobierno no muestra un programa integral, que no tiene una estrategia financiera y macroeconómica creíble. Estas voces suelen ser las mismas que en su momento apoyaron a mano alzada el plan que la anterior gestión implementó desde fines de 2015. Un programa que, se sabía de antemano, era insostenible. Por experiencia histórica y también por lógica económica. A lo sumo en ese momento criticaban que el ajuste fiscal no iba al ritmo deseado (se discutía sobre ajuste gradual o de shock). La evidencia indica que hubo un plan y que fue de shock. ¿Cómo considerar si no la abrupta liberalización financiera y comercial, la devaluación o el endeudamiento a mansalva?
El Gobierno actual asumió en medio de una situación muy difícil. Está en pleno proceso de reestructuración de la deuda y tratando de dar respuesta a las demandas más urgentes de la sociedad. Una tarea que requiere de una compleja ingeniería estatal, en un marco de tierra arrasada que dejó el «Estado canchero». Si bien el margen de acción que quedó es acotado, se parte de la convicción de que la recuperación de la economía es imprescindible. Que hace falta crecer como condición esencial para pagar la deuda externa y la deuda social. Que es preciso liberar recursos en la renegociación con los acreedores, pero también, por caso, bajar la tasa de interés de la economía o aliviar las deudas impositivas de las pymes. Para los mercados, un plan económico creíble es aquel que deja en claro que a las autoridades no les temblará el pulso, por ejemplo, al momento de golpear el salario o de seguir desfinanciando las prestaciones del Estado. Y si presionan, es porque saben que la dirección que se ha elegido transitar es otra.

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