28 de noviembre de 2023
Ilustrando el clima de un tiempo nuevo que comenzaba tras siete años de oscuridad, Acción hacía un recorrido por lo que sentía un pueblo que había vuelto a las urnas a proclamar su voluntad.
«La campaña electoral ya terminó, pero sus ecos todavía resuenan en los oídos de un pueblo condenado durante siete años al silencio». Así comenzaba la nota de la página 15 de la Acción correspondiente a la primera quincena de noviembre de 1983 titulada «Matices de una campaña en la que se reivindicó la alegría de la libertad». Raúl Alfonsín había ganado en las urnas el 30 de octubre.
«Otro país renació después de esa veda cruel e impiadosa, y cada corriente mostró libremente los rasgos que la definen», continuaba el texto que describía en forma poética las instantáneas que lo ilustraban, reparando en la celebración del momento: «El símbolo pueden ser los jóvenes alfonsinistas que pegotearon un reloj con uno de los slogans clave de su líder, o ese hombre peronista que marchó a una concentración empuñando nada más que un ramo de flores, reivindicando su militancia hasta en la corbata. Si los símbolos son un espejo del alma, el que eligió Álvaro Alsogaray para seducir al electorado no permite hacerse muchas ilusiones, porque como cualquiera sabe, los robots no tienen corazón».
El escrito daba cuenta del «optimismo por la nueva etapa democrática que estaba comenzando» y reflexionaba que «más allá de estas disquisiciones, hubo un elemento unificador que fue santo remedio contra los que apostaban al enfrentamiento entre las mayorías populares: la alegría por el fin inminente de una dictadura, que grafica impecablemente ese “se van…” que es más una determinación que una esperanza». Y continuaba: «La misma esperanza, en fin, que alientan esos chicos que, en el Obelisco, bajo el enjambre metálico que cobijó tanto a radicales como a peronistas, apuestan por la vida en ese beso».
Finalmente, el último pasaje del relato le daba la «bienvenida» a la militancia, «la que lleva a ese muchacho radical a pintarrajear el afiche del capitán ingeniero de los inviernos largos o cualquier otra cosa» al tiempo que advertía: «siempre que no sea, como en estos siete años, para engordar los bolsillos de unos pocos y soplarles hasta el aliento a los demás».
