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24M: el aluvión

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Demián Verduga

Masivas movilizaciones renovaron el histórico reclamo de memoria, verdad y justicia. Declaraciones, silencios y la soledad de un Gobierno que insiste en posturas negacionistas.

Plaza de Mayo. La marcha fue inédita por su convocatoria.

Foto: Getty Images

Las dos luces se acercaban por el túnel. La formación del subte entró en el andén y se detuvo. Las espaldas de los pasajeros estaban apretadas contra los vidrios de las puertas de los vagones. Eran las 12 del domingo 24 de marzo de 2024 y esa imagen fue una señal: algo diferente estaba pasando en la calle. En Buenos Aires, como en todas las ciudades del país, la marcha por el Día Nacional de la Memoria, la Verdad y la Justicia no sería como otras a lo largo de estos 40 años de democracia. Sería –y fue– la más multitudinaria que ha habido. El número que arriesgaron los organizadores fue de 400.000 personas a lo largo de la jornada tan solo en la ciudad de Buenos Aires. En Córdoba, Rosario, Tucumán, Mendoza, y Corrientes; en la Patagonia y en el Noroeste, en el Litoral y en Cuyo, decenas de miles de personas se movilizaron para renovar el histórico reclamo por memoria, verdad y justicia.
Dentro del vagón, que por gracia divina tenía aire acondicionado, las personas cantaban. Un adolescente alto, que llevaba aretes en las orejas y la nariz, golpeaba con su mano el techo del vagón a modo de bombo. El resto de los pasajeros coreaba: «Como a los nazis, les va a pasar… Adonde vayan los iremos a buscar». 
Mientras el aluvión de manifestantes se dirigía al centro de la Ciudad de Buenos Aires como podía, subte, colectivo, caminata, auto, la escena se repetía en muchas ciudades del país. La multitud presente en las calles fue una postal nacional como cada 24 de marzo. En tanto, el Gobierno nacional difundía en sus redes sociales un spot cuyo mensaje se había filtrado durante toda la semana previa. El video se titulaba «Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia Completa». El contenido del video no traía ninguna novedad. El intento de instalar que en la Argentina hubo una «guerra» y no terrorismo de Estado existe desde antes del inicio del Gobierno de facto de Jorge Rafael Videla, en marzo de 1976. La idea de equiparar el accionar de una organización armada con el del Estado transformado en una organización criminal no es nueva. Es la excusa histórica de los defensores de la dictadura, que esgrimen como único reconocimiento a las atrocidades de aquellos años que «hubo excesos». El razonamiento ubica la desaparición de personas, la tortura, el robo de bebés, los vuelos de la muerte, en el lugar de los «daños colaterales» de una guerra.
La novedad política es que este discurso baje como línea directa del presidente de la república y el Gobierno nacional. Eso no había ocurrido ni siquiera durante el gobierno de Carlos Menem, que indultó a los genocidas con un mensaje de reconciliación nacional pero jamás de justificación de sus crímenes.
La «memoria completa» que propone Milei es retomar el argumento que el criminal de lesa humanidad Emilio Eduardo Massera dijo en su alegato durante el Juicio a las Juntas en 1985. «Nadie tiene que defenderse por haber ganado una guerra», había dicho Massera, parado en el estrado y mirando a los jueces. «La guerra contra el terrorismo subversivo fue una guerra justa. Aquí hubo una guerra entre las fuerzas legales, donde si hubo excesos fueron excepcionales, y el terrorismo subversivo».
El objetivo de esa argumentación se trasluce en cada palabra: si hubo una guerra y no terrorismo de Estado, el camino para cerrar el conflicto es un acuerdo de paz, un pedido de perdón de ambas partes, y dejar de lado la búsqueda de justicia.

Fueron 30.000. Banderas y cánticos contra el negacionismo del Gobierno.

Foto: NA

El silbido del viento
El otro dato político de la jornada fue la confluencia, en sus expresiones, de figuras políticas sobre quienes, hasta hace pocos meses, hubiera sido impensable que coincidieran, al menos públicamente. El exjefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta escribió en su cuenta de Twitter: «30.000 razones para redoblar nuestra apuesta por la memoria, la verdad y la justicia. 30.000 razones para profundizar nuestro trabajo por una democracia más fuerte. 30.000 razones para gritar hoy con más fuerza: Nunca más».
Esta posición de Larreta no es nueva. En 2021 había compartido un video en el que contaba el secuestro de su padre, que luego fue liberado, durante la última dictadura. En esta ocasión acompañó sus declaraciones volviendo a subir esas imágenes.
La UCR marchó a Plaza de Mayo con una columna que tuvo como protagonista al senador nacional Martín Lousteau, que viene de confluir con Unión por la Patria en el rechazo al mega DNU de Milei en la Cámara Alta. Lousteau, además, es el presidente del Comité Nacional del partido centenario. En un sentido similar se expresó la diputada del PRO Silvia Lospenato.
Esta confluencia entre figuras de lo que fue Juntos por el Cambio y la plana mayor de Unión por la Patria, que estuvo en la Plaza de Mayo, fue un dato de la jornada. Otro elemento aún más significativo fueron los silencios. Excepto por Patricia Bullrich, el resto del gabinete de Milei no salió a respaldar el spot oficial más que con un tímido reposteo. En la era de las redes sociales son señales de la intensidad de los apoyos políticos. Además, los gobernadores radicales y del PRO que vienen acercando posiciones con la Rosada tampoco se expresaron. Hasta Mauricio Macri prefirió dejar que se escuchara el silbido del viento antes que acompañar el video del Gobierno nacional. Este round de la batalla cultural que libra Milei para retrotraer a la Argentina al siglo XIX no reunió demasiado apoyo de los aliados.
Volviendo a la marcha: en Avenida de Mayo había una larga columna de estudiantes secundarios que iban detrás de los organismos de derechos humanos. Los adolescentes, con ese tono de voz que aún conserva una dosis de niñez, cantaban: «Alerta que están vivos los ideales de los desaparecidos».
En el escenario montado en Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, decía: «Frente a este Gobierno que pretende restablecer la teoría de los dos demonios y reivindica el terrorismo de Estado, seguimos reclamando una ley contra el negacionismo, que sancione a funcionarios y funcionarias y representantes elegidos que desestimen los crímenes y a sus víctimas». Por su parte, el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, sostuvo: «La patria no se vende, se defiende». Por Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Taty Almeida dijo a la multitud: «Vamos a seguir cuidando la democracia en la Argentina y en toda la Patria Grande, siempre, porque cuando lo hacemos estamos homenajeando la memoria de quienes lucharon por una patria libre, justa y solidaria; porque cuando lo hacemos reclamamos que se terminen las prácticas y discursos de odio y negacionismo, porque queremos un pueblo feliz y para eso tiene que haber pan, paz, trabajo y libertad».
Había un joven de pelo largo agachado haciendo un dibujo en el asfalto: un pañuelo blanco con alas de paloma. Unos pasos más allá, un grupo de mujeres jóvenes vestidas de negro hacían una performance de danza teatro. Había banderas de sindicatos, de organizaciones barriales, culturales, académicas. Casi no se podía caminar. Sin embargo, al mirar a los pibes de los centros de estudiantes, al joven que pintaba en el asfalto, a las mujeres que hacían la performance, se encontraba un rasgo común: todos sonreían. Algo excepcional estaba pasando en la calle y sus protagonistas lo percibían. Era un aluvión incontrolable que fue a decir una vez más, y en esta ocasión especialmente al Gobierno de Milei: Nunca Más.

Los pañuelos y los rostros. Un unánime reclamo de memoria, verdad y justicia.

Foto: Facundo Nívolo

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