Política

Agenda abierta

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Discusiones antes del tramo final de la campaña de cara a las legislativas de octubre. Cambios en el Impuesto a las Ganancias, rentas financieras, inflación e inseguridad.

 

Contacto. La presidenta Cristina Fernández, acompañada por ministros y funcionarios, encabezó el encuentro en Río Gallegos.
(Prensa Presidencia de la Nación)

En el virtual entretiempo que separa las Paso del período  final de la campaña hacia las legislativas de octubre, se aceleraron algunos debates de índole económica y política. Eventuales cambios en el impuesto a las ganancias de la cuarta categoría, la inflación, impuesto a la renta financiera y la inseguridad, entre otros, agitados antes del 11 de agosto por candidatos en campaña, están ahora en boca de autoridades, dirigentes políticos, empresarios y sindicalistas.
En ese contexto se produjo la convocatoria de la presidenta Cristina Fernández a encuentros de discusión con los que ella denominó «los titulares», en referencia a los factores del poder económico, cuyo primer paso fue la reunión en Río Gallegos de fines de agosto. Los medios de comunicación, como interpretadores y amplificadores de determinadas posiciones, y otros espacios, como el Consejo de las Américas, convocando a lo más granado del poder económico con intereses en la Argentina y a buena parte de los candidatos que participarán de los comicios, también constituyen ámbitos donde se pone en juego el debate.
Curiosamente, cuando se producen convocatorias como la de Río Gallegos –que según el Gobierno sería el inicio de una serie de encuentros similares– la cobertura periodística de los medios enfrentados con el Gobierno, fundamentalmente los del grupo Clarín, secundados por el diario La Nación, dan cuenta de un «clima tenso». «Será escuchar un monólogo y nada más», anticipan. Luego, el testimonio de numerosos participantes de la reunión, desmienten tales presunciones. Tanto los más afines con las políticas oficiales como otros insospechables de simpatía alguna con el kirchnerismo, valoraron el intercambio de ideas, el clima cordial y hasta el tiempo destinado a escuchar a los distintos sectores. El propio titular de la Unión Industrial Argentina, Héctor Méndez, quien había formulado duras declaraciones sobre la Presidenta antes del encuentro patagónico –«Hay que hacerle ver la realidad», había dicho– reconoció que en el sur prevaleció la «buena onda». Eduardo Eurnekián, vicepresidente de la Cámara Argentina de Comercio, por su parte, destacó que «no hubo tensión» en Río Gallegos.
En suma, cuando se discute acerca de medidas económicas, no es posible un acuerdo total ya que cada cual defiende sus intereses. Por ejemplo, el titular de la UIA, Héctor Méndez, declaró que estaba de acuerdo con reducir el Impuesto a las Ganancias de la cuarta categoría, beneficiando a miles de trabajadores en relación de dependencia. Eso sí, aclaró con brutal honestidad, «siempre que no lo pague yo». Más contundente aun fue Cristiano Ratazzi, presidente de Fiat Argentina. Llamó la atención que Ratazzi, que opera en uno de los sectores que más ganancias obtuvo en los últimos años, en los que se fueron quebrando sucesivamente records de venta de automóviles en el país, dijera que «los empresarios no pueden pagar más la cuenta», en referencia a un eventual aporte del sector para compensar la reducción de ganancias. Y fue más allá, agitando los fantasmas neoliberales expresó: «Si uno viaja por la Argentina se da cuenta de lo que fue la herencia extraordinaria, porque la verdad que en los años 90 se hicieron muchas inversiones en infraestructura». Evidentemente, para el industrial no cuentan el desguace del Estado, la destrucción del aparato productivo y los evidentes retrocesos en materia de salud, educación y distribución de la riqueza ocurrida en la década que añora.

 

El termómetro
Otro tema que agigantó su presencia en la agenda pública fue la inflación. Participantes de la reunión en Río Gallegos relataron que la Presidenta no eludió la cuestión y hasta aceptó que la medición oficial podía no ser correcta. Se puede medir bien o mal pero eso no sube los precios. Los precios los suben los empresarios,  habría expresado la mandataria. El titular de Fiat, el más lanzado de los opinadores empresarios, también habló sobre este tema. Dijo que «no se soluciona con aspirinas». Quizás extrañe otro tipo de tratamientos que, siguiendo con el uso de metáforas sanitarias, consistieron en «cirugía mayor sin anestesia».
Sergio Massa, líder del Frente Renovador, por su parte, instaló el reclamo sobre Ganancias en la agenda de la campaña y presentó un proyecto de ley para gravar la renta financiera y ajustar el mínimo no imponible, incluyendo su actualización automática. El intendente de Tigre, quien obtuvo un resonante triunfo en la provincia de Buenos Aires el pasado 11 de agosto, desafió al Gobierno nacional: «Dicen que no se puede modificar el Impuesto a las Ganancias porque, en realidad, no le quieren gravar la renta financiera a los sectores concentrados. Así, encontramos un jubilado, un trabajador o una pyme que paga Ganancias y aquel que compra y vende sociedades, acciones o bonos termina siendo beneficiado y no lo paga». Gravar la renta financiera es una alternativa, sin dudas, aunque en Río Gallegos la Presidenta consideró inoportuno establecer impuestos que afecten las imposiciones a plazo fijo y, en cambio, estaría dispuesta a cobrar impuestos a la compra-venta de acciones y dividendos empresarios.
Antes de este encuentro y de la campaña electoral, ya se habían elaborado proyectos legislativos para gravar la renta financiera. El diputado Carlos Heller, autor de la iniciativa presentada por el bloque del Frente Nuevo Encuentro, explicó que su proyecto tiene un piso en el gravamen de manera de no afectar a los pequeños ahorristas. «Nosotros vamos al concepto de renta exenta y establecemos un piso de 100.000 pesos de renta exenta anual por encima del cual comienza a tributarse renta financiera, de manera que el pequeño ahorrista no resulte gravado y sí los grandes inversores y también los que hacen transacciones con acciones y títulos públicos», explicó.
Por el lado de los representantes de los trabajadores, si bien hay coincidencia entre todas las organizaciones en cuanto al reclamo de ajuste del Impuesto a las Ganancias de la cuarta categoría, no todos lo sitúan como única prioridad. Por caso, Antonio Caló, titular de la CGT, manifestó que su principal inquietud es conservar los niveles de empleo. En tanto Hugo Yasky, líder de la CTA hizo hincapié en que el trabajo informal sigue siendo muy alto, por encima del 30%, un nivel definido como «inaceptable». Yasky amplió la apuesta y declaró que «se pone en el centro de debate un sistema tributario donde la mayor recaudación proviene de los sectores populares». De todos modos, ambos dirigentes –presentes en el primer encuentro con la Presidenta–, pidieron elevar el mínimo no imponible de Ganancias. Otros sectores del gremialismo son más enfáticos en el reclamo. En julio, el titular de la otra fracción de la CGT y líder de Camioneros, Hugo Moyano, encabezó una marcha a Plaza de Mayo en protesta por el Impuesto de las Ganancias, con el apoyo de la CTA de Pablo Micheli. Ni uno ni el otro fueron invitados a la reunión de Río Gallegos.
Acerca del papel que juegan los medios de comunicación concentrados en este debate vale una cita textual: Clarín concluye su crónica sobre la participación de Sergio Massa en el Consejo de las Américas definiendo que «su discurso fue un bálsamo para los empresarios». Massa había dicho que «la clave tiene que estar puesta en sumar a todos los sectores a partir del diálogo sincero. Escuchando al otro». Pero también expresó cuestiones más concretas que comienzan a dejar ver su juego luego de la campaña de las primarias en la que evitó las definiciones tajantes. Habló de abuso de poder por parte del Estado y falta de vínculo con el mundo, en suma, música para los oídos que lo escuchaban.
En el mismo ámbito, el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, instó a evitar discusiones internas «que tanto nos debilitan», y el diputado Francisco de Narváez propuso que el país retorne al mercado de capitales ya que, a su juicio, «volver a endeudarse es una buena decisión». En sintonía con De Narváez, importantes empresarios también plantean echar mano al endeudamiento para financiar al Estado y, de este modo, evitar que se mire para su lado a la hora de pensar cómo compensar las erogaciones que provocaría, por ejemplo, el anhelado cambio en el mínimo no imponible de Ganancias.
Otro de los temas que incidieron en la campaña y continúa en el centro de la agenda es el de la inseguridad. Mientras el fenómeno se expresa con fuerza en el Conurbano bonaerense y no son pocos los intendentes que adjudican a esta cuestión parte de la pérdida de votos sufrida en agosto, Sergio Massa se hizo fuerte con la instalación de centenares de cámaras de seguridad en su distrito y una política comunicacional muy exitosa. El secretario de Seguridad, Sergio Berni, salió al cruce del candidato del Frente Renovador al que acusó de «vender espejitos de colores» y el Gobierno nacional lanzó el Programa Federal de Colaboración y Asistencia para la Seguridad, que apunta a la interacción con las provincias para el combate al delito y la criminalidad. Lo cierto es que la inseguridad, según todas las encuestas de opinión, está al frente de las preocupaciones de los habitantes de grandes ciudades y merece un debate profundo para consensuar políticas coordinadas y planificadas, que no signifiquen la mera respuesta a un estado de ánimo social sino la adopción de una estrategia integral que atienda una problemática que, si bien es agitada y manipulada desde los medios de comunicación es, al mismo tiempo, un genuino reclamo de la sociedad.

Jorge Vilas