Política | Comarca Andina incendiada

Ayuda insuficiente

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Adriana Meyer - Fotos: Marcos Huisman

Vecinas y vecinos de Epuyén, en Chubut, siguen esperando respuestas del Estado. Cientos de familias se quedaron sin casa, algunas las tienen a medio hacer y otras todavía no pudieron sacar los escombros.

Destrucción. Gatti, un damnificado, muestra parte del desastre causado por el fuego. Para él, la situación no está siendo atendida como corresponde.

El sol tenue de la mañana de invierno ilumina los escombros de lo que fue toda una vida, muchas vidas. Hace cinco meses, setenta y seis familias perdieron todo por los incendios en la Comarca Andina. De a poco, los vecinos –algunos autoconvocados que lucharon contra el fuego– van haciendo renacer sus casas en medio del paisaje desolado de bosque nativo quemado, de animales muertos. Pero no les alcanza; la prometida ayuda estatal llegó, pero es insuficiente.

Las vecinas y vecinos de Epuyén, provincia de Chubut, siguen esperando respuestas concretas. Cientos de familias quedaron en una situación grave, algunas tienen su casa a medio hacer, otras aún no pudieron sacar los escombros, algunas perdieron todo. La periodista local Gioia Claro denunció que «la respuesta del gobernador Ignacio Torres no llega, y los 7.000 millones de pesos que Nación le otorgó no están de manera efectiva para las familias». La llegada del invierno aumentó la urgencia de esta demanda y obligó a los y las epuyenses a organizar protestas.

Torres había prometido una rápida reconstrucción. Sin embargo, de los millones de pesos que aportó el Gobierno nacional, el gobernador solo entregó una asistencia alimentaria con un subsidio de alquiler, y un voucher de hasta 20 millones para comprar materiales de construcción. En su reciente paso por el pueblo, el mandatario dijo que «el dinero se está ejecutando de manera transparente». También aclaró que no van a reponer autos sin seguro, porque «la prioridad absoluta es acompañar a los sectores más vulnerables».

La semana pasada, la Asamblea de Vecinos Damnificados por el Incendio (@reconstruyendoepuyen) organizó en las puertas de la municipalidad una ruidosa protesta que juntó a 50 personas e instaló varias carpas. Luego, una delegación viajó a Rawson en busca de respuestas. «Necesitamos gestión, que el señor intendente y el señor gobernador estén a la altura de las circunstancias, se quemó medio pueblo y se la pasan haciendo cositas que no son necesarias en este momento», cuestionó Paola Cañadas en un video para Cítrica, al referirse a la obra de restauración de un puente peatonal en el paraje Minas.

La Asamblea también organiza «mingas», jornadas de trabajo comunitario donde comparten los materiales, las herramientas y la comida. «Como vecinos esto nos unió mucho, nos reunimos cada semana y nos ayudamos entre nosotros porque el Gobierno no contempló el costo de la mano de obra; organizamos las viandas, los traslados de los voluntarios y las donaciones», dice a Acción Eusebio Benegas, un docente de Filosofía de 47 años. «El 15 de enero perdimos todo en el incendio, vivíamos en una chacra, se quemó nuestra casa, nuestro vehículo, los árboles frutales y el bosque nativo que cultivamos desde que llegamos a Epuyén, hace 15 años». Benegas dice que recibió mucha ayuda de vecinos, amigos, familia y de asociaciones civiles, pero no obtuvo apoyo gubernamental. «Apenas unos rollos de alambre de la municipalidad y un bono de la provincia para comprar alimentos».

Renuevo. Con el tiempo, los bosques nativos y las casas vuelven a crecer, pero el trabajo, para el hombre y la naturaleza, es arduo.


La Rinconada, arrinconada
Pablo Gatti es maestro de grado, tiene 4 hijos y vive hace 35 años en el paraje La Rinconada, una zona rural en donde estaban su casa, sus cultivos, sus animales y un galpón grande donde armó el estudio de su radio, FM Epuyén. Gatti fue el primer secretario general de ATE de la región y es socio del centro cultural Antu Quillén, donde tocaron, entre otros, León Gieco y Leandro Aristimuño, y donde se hizo un enorme festival a beneficio de los damnificados del incendio.

«Hace tiempo veníamos viendo la posibilidad de que ocurriera lo que pasó en enero», dice a Acción Gatti, que construyó un gran tanque australiano y lo puso al servicio del sistema de incendios. «Siempre estuvimos tratando de presionar y advertir por las forestaciones de la empresa Bosques del Epuyén S.A., que solamente quiere lotear y vender las tierras, no se ocupa de limpiar el lugar, ni del rebrote de pinos», describe. «Se fue generando una bomba de tiempo que podía potencialmente originar incendios, de hecho, hubo focos ahí. En el incendio de este año, que venía de la zona del lago, este tipo de lugares actúa como un agente multiplicador y acelerador del fuego», agrega. También asegura que hubieran tenido más tiempo para combatir el fuego si esa empresa hubiera cumplido con su objeto social. «Por eso me presenté en la fiscalía de Lago Puelo que investiga el origen del incendio, para que incluyeran las responsabilidades de esta empresa».

El 15 de enero la familia Gatti estaba en distintos lugares del pueblo cuando vieron la columna de humo. «Era un día de mucho viento y había bastante sequía. A la 1 nos encontramos en casa, pasó la policía dando la orden de evacuación, sacamos lo que pudimos en dos vehículos y nos fuimos hacia la planta urbana», recuerda. «Fue insuficiente e improvisado el combate del fuego, a una casa que estaba a 10 metros del tanque nadie la mojó. Lo mismo pasó con otras 20, al operativo le faltaron recursos, coordinación o ambas cosas, y los responsables no responden. Hubo tiempo para llegar, pero hubo gente que no conocía bien el territorio», evalúa.

Gatti sostiene que muchísima gente perdió sus casas sin ninguna posibilidad de salvarlas. «Te hace sentir distinto si hubo un intento de hacerlo o no. Sé que no hubo nadie, y tampoco nos dejaban entrar a hacer algo nosotros, nos frenaban en un retén. Cuando pude volver estaba todo quemado, quedaban cosas en llamas en el taller de cerámica que tenía mi pareja. La radio tenía el techo en el piso, árboles nativos quemados, especies que no rebrotan como el ciprés, es muy doloroso». Esta familia perdió sendas casas, el galpón, las herramientas y su plantación de frambuesas, además de sus pertenencias. «Es toda una vida de recuerdos, de interacción con los seres que habitan el bosque, es una experiencia difícil de transmitir, saber que uno no lo va a volver a ver como era».

Mingas. Los vecinos suelen organizarse bajo esta modalidad. Son jornadas de trabajo comunitario donde comparten materiales, herramientas y comida. 


Volver a empezar
Para Gatti, la situación de los inquilinos no está siendo cubierta. «Se organizó una asamblea de los damnificados y damnificadas por esta emergencia, y tres de los compañeros fueron a Rawson a entrevistarse con funcionarios», cuenta, pero por ahora nadie está viviendo en su casa nueva. La ayuda monetaria quedó corta porque, además, no alcanza para pagar quién haga la vivienda.

«Hicimos pedidos de informes en la Legislatura a través de los bloques del PJ y del FIT en relación con la ayuda del Gobierno nacional, se analizó un decreto que reparte ese dinero entre diferentes organismos que no son los que más actuaron en el incendio. Nos preguntamos si la provincia no va a poner nada dado que sus ciudadanos han sufrido la emergencia, 76 casas no es poco», reflexiona Gatti. A su criterio, se impone adoptar políticas de fondo para la prevención y para que haya más recursos para el combate de incendios.

Benegas es uno de los que fueron a Rawson, en una delegación que logró acordar la extensión del bono de subsistencia hasta enero, los 350.000 pesos para comida y alquiler. «Eso sí es de gran ayuda porque hemos perdido también las herramientas de trabajo, muchas personas son artesanos y artistas, y ahora están ocupados en la construcción de las casas, o al revés, siguen trabajando, pero no tienen quién construya». El docente agregó que a los pocos días «vino el gobernador, de noche, hizo un paso fugaz para sacarse una foto con dos o tres vecinos, hizo promesas y se fue, por eso lo repudiamos». Y también por eso se manifestaron frente a la municipalidad, pero no fueron recibidos por ningún funcionario. A Benegas le gustaría que haya mayor empatía y participación de la comunidad, pero entiende que «hace mucho frío, y la lluvia y el viento se suman al miedo de la gente».

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