2 de noviembre de 2025
Milei anunció la salida de Francos y el desembarco de Adorni. Mientras suenan otros nombres y persisten las intrigas: cuál será el rol de Santiago Caputo y quién conducirá las negociaciones con los gobernadores. La disputa interna no cesa.

Primer paso. El encuentro con gobernadores y ministros en Casa Rosada marca el inicio de una nueva etapa de la gestión Milei.
Foto: NA
El triunfo electoral de La Libertad Avanza (LLA) resultó un alivio para un Gobierno que, hasta hace pocas semanas, operaba al borde del precipicio económico y legislativo. Envalentonado por el resultado en las urnas, Javier Milei transita una nueva oportunidad para consolidar su liderazgo e imponer reformas. Sin embargo, la euforia tiene su contracara doméstica: la victoria lo obliga a «sincerar» el esquema de poder en la Casa Rosada y dar una señal sobre cómo llevará adelante la segunda etapa de su presidencia para realizar las «reformas estructurales» que promete, seguidas muy de cerca por el Gobierno estadounidense y el poder económico local. Por eso, en la noche del viernes anunció los primeros cambios de ministros: la salida de Guillermo Francos y el desembarco de Manuel Adorni en Jefatura de Gabinete.
Milei había anticipado una renovación en función del resultado electoral. La serenidad de la victoria le permitió posponer las decisiones que planeaba tomar la misma noche del domingo. Sin embargo, durante toda la semana desde el Gobierno se daba por hecho que una reestructuración era inevitable. No se trata solamente de una cuestión administrativa; la decisión presidencial de ascender a Adorni refleja el verdadero mecanismo de toma de decisiones, en un Gobierno en el que –una vez más– Karina Milei, hermana y secretaria general de la presidencia, aparece como empoderada y protagonista.
El ascenso de Adorni resuelve también el enfrentamiento que se desató en los últimos meses entre Francos y el asesor Santiago Caputo. La rivalidad se volvió inocultable y se tradujo en gestos: Francos fue el primero en afirmar que Caputo debería tener «un cargo formal» en la gestión libertaria, molesto por la influencia ascendente del cerebro comunicacional, que hasta ahora se movió liviano, entre las sombras y sin firma. En ese sentido, la mayor intriga pasa por el lugar que podría ocupar Caputo en el nuevo esquema. Está llamado a dejar la trastienda y fue nuevamente revalidado por Milei; sin embargo, la propia Karina Milei es la que obtura la posibilidad de que Caputo tenga una centralidad en la toma de decisiones. Una versión que circuló es la posibilidad de que Caputo sea designado en un «cargo inventado», para no circunscribirlo a ningún ministerio; otra posibilidad es una jugada de mayor voltaje que lo convierta en ministro del Interior, aunque sería un funcionario independiente, con más más atribuciones y desprendido de la órbita de Jefatura.
La interna entre Karina y el asesor, si bien se apaciguó por las dificultades de la campaña de LLA, nunca terminó de zanjarse. Caputo pujó por echar a Martín y Eduardo «Lule» Menem del Gobierno; no solo no lo logró, sino que ambos fueron revalidados por la secretaria general de la presidencia.

Contraste. Caputo y Adorni junto al presidente en el festejo electoral: el asesor perdió terreno mientras el exvocero fue ascendido.
Foto: Getty Images
Cubrir vacantes
En paralelo a los cambios de figuras, Milei deberá cubrir las vacantes de dos funcionarios clave que resultaron electos: cuando desembarque en el Senado, Patricia Bullrich buscará que su asesora Alejandra Monteoliva la reemplace en Seguridad; Luis Petri dejará Defensa y como sucesor suena el nombre del radical cordobés Rodrigo de Loredo, aunque en ese caso pesarán otras variantes: ¿podría haber un guiño a los gobernadores «dialoguistas» o a Mauricio Macri en la elección de las nuevas caras del Gabinete? El expresidente, quien visitó La Rosada este último viernes, una vez más presionó por lugares para los suyos. No le cayeron bien las milanesas al expresidente. El sábado dio a conocer su evaluación de la reunión. «La idea era pensar la mejor manera de reforzar los equipos y prepararse para esta segunda etapa, pero no logramos ponernos de acuerdo. La salida de un hombre con capacidad y equilibrio como Guillermo Francos, que para la ciudadanía representaba sensatez, para ser reemplazado por otro sin experiencia, no parece ser una buena noticia», señaló Macri.
El caso del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, es llamativo porque fue uno de los hombres que anticipó su renuncia, aunque luego del comicio dio marcha atrás. Según dejaron trascender en su entorno, desde el Gobierno se le pidió que esperara, y ahora no hay certeza de que abandone el Gabinete. Entre las especulaciones, muchos coinciden en que fue Karina Milei la que le pidió que esperara, para no dar una señal de que Santiago Caputo coparía el Gabinete, ya que quien suena más firme para reemplazar al ministro es su segundo, el caputista Sebastián Amerio.
Una de las preguntas que se impone para hablar de los cambios es quién llevará adelante la relación de la Rosada con los gobernadores. La salida de Francos empujó también a la renuncia a su segundo, Lisandro Catalán, quien había sido designado para llevar adelante esos vínculos.
A pesar de ese desgaste y de que sus renuncias fueran un secreto a voces, el pasado jueves el jefe de gabinete saliente y Catalán, se encargaron de la convocatoria a los gobernadores aliados y «dialoguistas» para una foto con Milei en la Rosada. El convite fue exitoso: acudieron 20 mandatarios provinciales, lo que además conlleva la estrategia de profundizar la fractura entre ellos y dejar expuestos a los más cercanos al kirchnerismo, que ni siquiera fueron invitados. Entre los presentes se vio muy sonriente al tucumano Osvaldo Jaldo, quien le dio un efusivo abrazo a Milei, luego de haber competido el domingo con el sello de Fuerza Patria en una lista de unidad contra la derecha.
El encuentro fue el primer paso para tantear los apoyos que al oficialismo le resultarán imprescindibles para la próxima batería de leyes con las que buscará avanzar en el Congreso: la reforma laboral, que espera tratar en sesiones extraordinarias, y los cambios tributarios y previsionales que prevé para 2026. El verdadero eje de la próxima etapa no está en los nombres, sino en la capacidad de forjar lazos legislativos. LLA, aunque fortalecida, necesitará alianzas para aprobar sus iniciativas en el Congreso.
La euforia poselectoral fue tal que se pospusieron los cambios que se perfilaban antes de los comicios. Milei inicia una nueva fase envalentonado, aunque forzado a lidiar con la política de siempre, mientras busca, por vía de los nuevos nombres, consolidar su mandato. Todos esperan hasta dónde llegará su renovada voluntad dialoguista. Karina Milei, una vez más, será la dueña de la guillotina que defina el nuevo Gabinete.
