13 de noviembre de 2023
En un encuentro signado por cruces y acusaciones, los candidatos ratificaron los ejes de sus propuestas. Massa logró desnudar contradicciones y dudas del líder de La Libertad Avanza.
Facultad de Derecho. Milei y Massa, cara a cara en el último encuentro previo al balotaje del domingo 19.
Foto: debate.electoral.gob.ar
«Yo lo que señalo es que (Margaret) Thatcher es una gran líder como otros de la historia de la humanidad, (Ronald) Reagan, (Winston) Churchill». «Alemania en la final de 1974 le hizo cuatro goles a la Argentina y la eliminó, entonces tendrías que considerar que (Johan) Cruyff fue pésimo jugador. Nos tocó una guerra y la perdimos».
Esta fue la frase pronunciada por el candidato a presidente de La Libertad Avanza, Javier Milei, en el segmento del debate presidencial en el que se abordó la cuestión Malvinas. Mientras hablaba, Milei se acompañaba con las manos y tenía la voz temblorosa, como quien se siente arrinconado, trata de corregir un error y en el camino lo profundiza aún más.
El candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, giró la mirada y mientras negaba con la cabeza le contestó: «Thatcher es una enemiga de la Argentina y nuestros héroes son innegociables».
Esta escena es un símbolo del debate que protagonizaron en la Facultad de Derecho de la UBA los dos candidatos que disputarán la presidencia en el balotaje del 19 de noviembre. La diferencia a favor de Massa por momentos resultó aplastante.
A grandes rasgos, lo que queda de un debate a la hora de evaluar un ganador es quién manejó mejor la situación, quién mostró más solvencia, solidez, tranquilidad. Y quién fue el responsable de las dos o tres frases que suelen quedar flotando en el aire, que mayormente son las chicanas bien puestas o los grandes errores. En la era de las redes sociales estos elementos se han vuelto letales, porque se repiten hasta el infinito.
Massa subió al escenario con una estrategia muy clara: arrinconar a Milei con preguntas sobre las propuestas que hizo hasta la primera vuelta y en las que luego giró a partir del acuerdo con Mauricio Macri. Esta decisión fue la que marcó la superioridad del ministro de Economía a lo largo de toda la contienda.
Milei se notaba muy nervioso desde el principio. Las manos le temblaban y hacía un gran esfuerzo por mantenerse contenido. Cuando empezó el debate reiteró su diagnóstico sobre la economía argentina. Dijo que la idea de que «donde hay una necesidad hay un derecho» era «una aberración». Repitió que el país lleva «100 años de decadencia, dos hiperinflaciones sin guerras», entre otras cosas que ha dicho en varias ocasiones. Asimismo, ratificó su inclinación por volver al sistema privado de jubilaciones, eliminar el Banco Central y avanzar hacia la dolarización.
El factor sorpresa en cualquier disputa puede ser clave. Y en esta ocasión Massa lo jugó. Al llegar su turno, en lugar de mirar a la cámara, giró la vista hacia Milei y le preguntó: «Por sí o por no Javier: ¿vas quitar los subsidios al transporte? Porque en lo de (Eduardo) Feinmann dijiste que sí y ahora decís que no, entonces en algún momento mentiste». «Por sí o por no: ¿vas a privatizar la educación pública?». Fue una arremetida de preguntas sobre los temas más sensibles, temas sobre los que Milei intentó girar al centro en las últimas tres semanas.
El candidato de extrema derecha quedó descolocado. Era una oportunidad ‒quizás‒ para reafirmar su giro, pero se enredó. Comenzó a hablar de números difíciles de retener. Acusó a Massa de «mentiroso» por decir que el boleto de colectivo se iría a 1.200 pesos, cuando en realidad sería «a 350». Sobre la privatización de la educación, sostuvo que se trataba de una «reforma de quinta generación». De alguna manera, reconoció que en esta materia avanzaría, aunque no en lo inmediato, hacia algún tipo de arancelamiento o sistema de vouchers, tal como propone en su plataforma.
El mundo y el rol del Estado
No hubo ningún momento de los 120 minutos que duró el debate en que Milei lograra aparecer realmente distendido. Otro punto clave fue el de las relaciones internacionales. El candidato de extrema derecha había declarado cuatro días antes, en una entrevista con el periodista peruano Jaime Bayly, que «no tendría relaciones con Lula porque es un comunista y un corrupto». Massa aprovechó la declaración para retomar la estrategia de las preguntas. Miró a Milei: «¿Vas a mantener relaciones con Brasil y China o no Javier? Porque los productores agropecuarios tienen que saber. Son los principales mercados de nuestros productos».
Milei de nuevo se enredó. Su respuesta fue que esas relaciones «las mantendrán los privados. El Estado no tiene que meterse». Dijo que creía «en el comercio» y que si no había relaciones las operaciones se «podían triangular por otro lado». Esta última respuesta mostró otras características: el nivel de improvisación del candidato de la La Libertad Avanza y una gran dificultad para hablar como aspirante a la presidencia y no exclusivamente como economista especializado en el mercado financiero. Mientras negaba con la cabeza, Massa le contestó: «Los Estados son los que fijan los aranceles, Javier. Son los Estados, no los privados».
El capítulo de las chicanas anotó una por cada lado. Massa, con cierto tono socarrón, recordó que Milei había hecho una pasantía en el Banco Central. «Contale a la gente, Javier, ¿por qué no te la renovaron?». Milei titubeó de nuevo. «Bueno fue algo que pasó», dijo mirando a Massa. «¿Vos no fracasaste alguna vez?». Massa miró a la cámara: «Por supuesto que fracasé, aprendí, y todo eso me forjó para estar acá».
Del lado de Milei, la chicana fue sobre las dificultades de la Malena Galmarini para ser elegida intendenta de Tigre. Lo dijo luego de reconocer la política de seguridad que Massa había desplegado en el distrito que gobernó, en un intento de mostrarse amplio y equilibrado, pero luego le agregó lo de Malena: «Algún mal recuerdo dejaste».
El balance es claro. Massa logró plasmar en el debate su estrategia en la recta final de la campaña: plebiscitar a Milei. El candidato de extrema derecha no puso la energía en cuestionar al Gobierno sino en tratar de mostrarse bajo control y defenderse.
En definitiva, Massa se impuso porque logró marcar el rumbo de los temas discutidos y plantear algunas de sus propuestas centrales. Milei, por su parte, si bien consiguió mantener el control sobre sí mismo ‒parecía su gran objetivo‒ tuvo dificultades para plantear ideas fuerza, aunque algunas se esbozaron, y se vio arrinconado ante preguntas concretas de su oponente. El próximo domingo, millones de argentinas y argentinos decidirán quién será el ganador, pero esta vez en las urnas.