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Crónica de un recambio anunciado

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Alberto López Girondo

Guillermo Francos es el nuevo jefe de Gabinete en remplazo de Nicolás Posse. En menos de medio año, el Gobierno relevó a muchas figuras importantes de su elenco. Una gestión en crisis permanente.

Franqueza. El flamante líder del equipo ministerial dijo que Milei «no entiende la política argentina».

Foto: NA

Sin haber cumplido todavía los seis meses de gestión, Javier Milei se encamina a superar récords de crisis de gobierno en la historia argentina. Esta vez, dejó en el camino, y de mala manera, al jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y al titular de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), Silvestre Sívori. Al mismo tiempo, se prepara el desembarco en algún ministerio de su mentor ideológico y armador del DNU 70/23, Federico Sturzenegger. Son hechos encadenados en torno al que seguramente sea el peor déficit del presidente anarcocapitalista, que dejó muy bien explicitado Guillermo Francos –exministro del Interior y ahora reemplazo de Posse– en las primeras entrevistas radiales que dio este martes de órdago. 

«El presidente me elige a mí porque se da cuenta de que con la política argentina se le hace complicado, porque no la entiende, porque tiene diferencias, por equis motivos, y yo tengo una posibilidad mayor de dialogar y ahí viene la propuesta», dijo el experimentado dirigente que está en la función pública desde 1970, cuando ingresó al Ministerio de Justicia durante la dictadura militar que culminó en 1973. Él siguió y en una de sus escasas incursiones en la actividad privada, Francos se desempeñó en el Grupo Eurnekian, donde conoció a Milei, que era analista económico, y también a Posse, que era uno de los directivos de Aeropuertos 2000. 

Se entendió que en las designaciones, tanto de Francos –que nunca dejó de estar relacionado con la «casta», ya que fue director del Banco Provincia con Daniel Scioli y, hasta agosto pasado, representante del Gobierno de Alberto Fernández en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)– como de Posse –que jamás había estado en la función pública–, primaba la relación de confianza. Un activo clave para un presidente que llegó de carambola a la Casa Rosada, que carecía de experiencia en gestión, detesta al Estado y a sus actores y, además, no confía en casi nadie en este mundo.

Lo que el propio Francos admitió es que en estos meses el vínculo entre Milei y Posse se había ido desgastando y que «la situación era insostenible». El destrato al que el líder de La Libertad Avanza sometió en el Tedeum del 25 de Mayo y el acto en Córdoba al que había presentado como «un amigo de hace 20 años», sumado a su ausencia en el Luna Park por la presentación del libro, presagiaban que el jefe de Gabinete tenía las horas contadas. 

Por si fuera poco, Milei adelantó que ni bien se apruebe la Ley Bases –o lo que quede de ella– habrá un recambio ministerial, algo que le venía pidiendo el consejero ad hoc Miguel Ángel Pichetto para despabilar una gestión que hasta ahora muestra como rasgos preponderantes, exabruptos presidenciales y espectáculos más bien teatrales. El anuncio de hace cinco días era que Sturzenegger tendría un cargo, finalmente, en el Gobierno Milei, lo que generó más incertidumbre.

Desplazado. Tras semanas de destrato desde las propias filas de La Libertad Avanza, Posse se fue del Gobierno.

Foto: NA

Diferencias de criterio

Entre las razones para el despido de Posse, se adujo, en un texto difundido a los medios, «diferencia de criterios y expectativas en la marcha del Gobierno y las tareas encomendadas». También hay información –que dejaron trascender los comunicadores de más cercanía con Milei– sobre un presunto espionaje de la AFI a otros miembros de la gestión de LLA, entre los que se sumaría la hermana del presidente, Karina Milei, «el Jefe». De allí que, con el anuncio sobre la renuncia de Posse, se haya sumado el alejamiento de Silvestri, un abogado que llevó el ahora exministro. Ambos, Posse y Silvestri, visitaron la sede de la CIA en Langley a principios de año y recibieron luego la visita del jefe de los espías estadounidenses, William Burns. Acotación al margen, la traducción literal del inglés sería «Guillermo Quema». ¿Habrá algún Guillermo cerca de esta bufonada de estudiantina aburrida?

Lo que también está circulando en pasillos políticos es que Milei incrementó su nivel de desconfianza hacia la vicepresidenta, Victoria Villarruel. Para una persona con evidentes signos de manía persecutoria como el mandatario, cualquier sonido de hojarasca puede presagiar una tormenta, y la vicepresidenta, desde el primer día, dio muestras de querer jugar un juego propio.

La cuenta que llevan en los medios es que ya renunciaron 31 personas en cargos más o menos influyentes para la función, y en algunos casos, la forma del despido fue humillante para quienes les tocó irse. El caso de Posse tiene particular relevancia porque cuando lo designó, Milei dijo que había sido un gran apoyo en momentos dramáticos de su vida. Una frase de sobrecito de azúcar recomienda: «Ten cuidado a quién pisas al subir, podrías encontrarlos al bajar». Quizás le vendría bien escuchar ese consejo al presidente.

Mientras sucedía todo esto, Milei viajaba con la hermana hacia Silicon Valley, donde tiene un encuentro programado con el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, y luego hacia El Salvador para la asunción de otro mandato de Nayib Bukele. En esos encuentros y en esa compañía es donde parece sentirse más seguro.

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