9 de noviembre de 2025
El Gobierno acelera reformas con el aval de Estados Unidos y busca apoyo entre los gobernadores dialoguistas. Nueva cumbre ultraderechista en Miami y ruidos internos por los cambios en el Gabinete.

Pompa derechista. Encuentro en Miami en el que hablaron, además de Milei, Trump y Messi, entre otros.
Foto: Getty Images
Javier Milei se tomó la segunda mitad de la semana para jugar el juego que más le gusta: codearse en Estados Unidos con lo más granado del ultraconservadurismo y dar cuenta de su inserción en ese club «anticomunista», justo cuando esos mismos sectores tenían que digerir, malamente, el triunfo de Zohran Mamdani en Nueva York. Este doceavo viaje presidencial a ese país tuvo la excusa de participar en el America Business Forum (ABF, Foro de Negocios de Estados Unidos) en Miami. Luego fue al Council of the Americas (Consejo de las Américas) y no quiso perderse en Bolivia la asunción de Rodrigo Paz, el hombre que puso fin en elecciones democráticas a dos décadas de Gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS).
Puertas adentro, sin embargo, debió enfrentar otro vendaval –y van…– tras una reunión con Mauricio Macri que terminó de manera bastante áspera, tras la sorpresiva renuncia de Guillermo Francos y la movida de dos candidatos que antes de jurar los puestos para los que se habían postulado, aceptaron cargos de gestión. Se trata de Manuel Adorni, electo legislador porteño en mayo, que juró como jefe de Gabinete; y Diego Santilli, el reemplazante a las apuradas de José Luis Espert a la cabeza en la lista de diputados de LLA-PRO en la PBA, al frente del Ministerio del Interior.
El sábado anterior, Macri posteó en su cuenta de X un mensaje envenenado, señal inequívoca de su irritación con Milei. «La salida de un hombre con capacidad y equilibrio como Guillermo Francos, que para la ciudadanía representaba sensatez, para ser reemplazado por otro sin experiencia, no parece ser una buena noticia», despotricó el exmandatario, que no se caracterizó en su paso por la Rosada por el trato para con sus entonces aliados de la UCR que ahora reclama para sí.
El resultado de las elecciones del 26 de octubre envalentonó al oficialismo de un modo que va mucho más allá de lo que los números revelaron. Es cierto que el Gobierno –y especialmente el presidente Milei– necesita aparecer como si hubiera arrasado en las urnas. Un poco por razones políticas, pero otro mucho por cuestiones psicológicas del personaje y del rol que la internacional ultraderechista exige para sus líderes. En eso no hay mucha diferencia entre el argentino y Donald Trump, que para disimular el resultado adverso de sus candidatos en Virginia y Nueva Jersey a manos de dos mujeres y de un musulmán en la «Gran Manzana» dijo que los republicanos perdieron porque él no estaba en la papeleta de esos distritos.
El peronismo, en tanto, quedó inmerso desde el domingo 26 en una interna que apenas había quedado en sordina por la campaña electoral. Lo curioso es que en Balcarce 50 también hubo un tembladeral. Lo de Macri fue solo la punta de un iceberg que los analistas perciben como de destino incierto. La primera reunión de Milei con el nuevo Gabinete antes de tomar su avión para Estados Unidos fue un show con el estilo de estudiantina que caracteriza a la administración de LLA. Con saltos insólitos del jefe de Estado con el aún titular de Defensa, Luis Petri y abrazos estudiadamente amables con el ministro sin cartera Santiago Caputo. Hubo coincidencia en los analistas en que hay un nuevo eje en el Gobierno, que cada vez es más de los hermanos Milei, luego de un armado territorial que resultó exitoso a cargo de Karina Milei y de los Menem, que también recuperaron protagonismo y preponderancia. A ellos –para mayor irritación de Macri– se agregó Santilli, alguien que no goza de la simpatía del fundador del PRO, aunque lo sigue contando como propio. Quién sabe por cuánto tiempo más.
Fenómeno mundial
En Miami Milei se perdió una nueva foto con Trump, como hubiera deseado, y también con Lionel Messi, al que sus allegados trataron en vano de convencer. De hecho, el campeón mundial había hablado en el foro un día antes. El entusiasmo fanático de algunos de los seguidores de Milei lleva a que a veces caigan en trampas, como le ocurrió esta vez a Martín Varsasvky, que posteó en su cuenta de X una imagen que pronto fue desmentida por las Notas de la Comunidad de la plataforma. Había sido trucada de una foto del presidente con el empresario Elon Musk, de cuando el dueño de Tesla y Space X todavía no había caído en desgracia con la Casa Blanca.

De lo que no se privó el inquilino de la Quinta de Olivos fue de una humorada, no escatológica en esta ocasión. «Messi es la prueba de que yo a veces puedo felicitar a un zurdo». Luego, sí, agregaría algunos dardos contra el kirchnerismo y sus consabidos brulotes contra todo lo que huela a progresismo. «Dos de cada tres argentinos no quieren volver al pasado, ya no quieren más Socialismo del Siglo XXI». Y a continuación empalmó una frase contra el alcalde electo de Nueva York, sin nombrarlo. «El kirchnerismo es una de las sucursales del Socialismo Siglo XXI, que en algunos lugares de la Costa Este ha entrado. Se disfrazan de corderos y son peores que los lobos». Acto seguido, propuso, así como así, «un gran consenso capitalista en Argentina» porque, en un viejo recurso de las derechas locales, «esta es una nación en la que está todo por hacerse».
Ya directamente puesto en vendedor de un artículo comercial, Milei dijo en tono místico: «Quiero invitarlos a que inviertan en este país y demuestren el poder y la superioridad moral del capitalismo, que sean parte de la redención que el pueblo argentino necesita y que servirá de ejemplo para el resto del mundo».
Nuevo escenario
En Argentina, mientras tanto, la CGT elegía una nueva conducción en el marco de las amenazas contra los derechos de los trabajadores que se desliza en las «filtraciones» del proyecto de reforma laboral que, ahora con viento a favor, pretende imponer el oficialismo. No fue una «rosca» fácil la que elevó al triunvirato a Jorge Sola, del gremio Seguro; Cristian Jerónimo del Vidrio; y el camionero Octavio Argüello. Son hombres de Héctor Daer, Gerardo Martínez y Hugo Moyano, respectivamente, y no hay demasiadas señales de que esta nueva conducción vaya a romper lanzas con el Gobierno ante el nuevo escenario que se le presenta. En amplios sectores de la sociedad crece el reclamo de medidas contundentes en rechazo a modificaciones en esa área que consoliden mayores pérdidas de derechos. Ponen de ejemplo a los trabajadores del Hospital Garrahan, que consiguieron un 61% de incremento luego de una lucha decidida y tenaz. Desde adentro del edificio de Azopardo 802 de sostiene que, tras el veredicto de las urnas, no hay espacio sino para el diálogo; pero nunca nada es permanente. La reforma laboral es solo una de las que ahora encara el Gobierno. Las otras son la reforma tributaria y la penal. Para todas ellas, necesitará del apoyo de los gobernadores. Así se lo exigieron el secretario del Tesoro, Scott Bessent y los popes del JP Morgan que visitaron Buenos Aires la semana anterior. En un encuentro inaugural de Milei con 20 mandatarios provinciales, quedó claro que salvo los cuatro no invitados –Ricardo Quintela de La Rioja; Gildo Insfrán de Formosa; Gustavo Melella de Tierra del Fuego; y Axel Kicillof, de Buenos Aires, o sea, el 40% de la población– los demás podrían ser cultores del consenso que pretende el oficialismo, aunque hay diferencias entre quienes asistieron a la cita en cuanto a su eventual cercanía con las demandas mileístas. También, que «la ancha avenida del medio», por falta de presupuesto, digamos, quedó sin pavimentar. La tarea de Santilli, reconocido de buen diálogo con todos –por algo está donde está– será que todo salga a pedir del amigo del norte.

CGT. La central renovó el trinomio de conducción, ahora integrado por Jorge Sola, Cristian Jerónimo y Octavio Argüello.
Foto: NA
