Política | CONGRESO NACIONAL

El ecosistema legislativo del ajuste

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Demián Verduga

Si bien el resultado de las elecciones le permitió incrementar sus bancadas, el oficialismo terminó de consolidar su crecimiento por cooptación y fuga de otras fuerzas políticas. Perspectivas para 2026.

Giro de Milei. De hablar de espaldas y calificarlo como «nido de ratas», a
participar de la jura de nuevos diputados.

Foto: NA

El mileísmo prepara el terreno en el Congreso Nacional para la «motosierra profunda», la fase estructural del ajuste que impulsará en las sesiones extraordinarias. Luego del resultado de las elecciones del pasado 26 de octubre, la nueva composición del Congreso que comienza a funcionar el 10 de diciembre inaugura una suerte hegemonía del presidente Javier Milei. Desde que asumió a fines de 2023, hasta ahora, hubo una duda latente sobre si Javier Milei podría consolidarse. El líder libertario no había ganado la primera vuelta de las presidenciales. Había quedado en segundo lugar con el 29,9% de los votos. Esa debilidad de origen la sorteó avasallando las potestades del Parlamento a punta de decretos, vetos y herramientas clásicas de la política como presionar a los gobernadores a cambio de recursos.

Esta semana La Libertad Avanza (LLA) logró transformarse en la primera minoría de la Cámara de Diputados. Fue una muestra del nuevo impulso del Gobierno de extrema derecha. El resultado de las legislativas había dejado un crecimiento importante para el bloque de LLA. Había pasado de 37 diputados a más de 80. Sus aliados del PRO, al revés, se habían reducido de 35 a 24.

El expresidente Mauricio Macri declaró luego de la elección que el PRO «mantendría su autonomía» y no armaría un bloque unificado con el mileísmo. Patricia Bullrich miró las definiciones de su exjefe político por la televisión de su despacho en el Ministerio de Seguridad y sonrío por lo bajo. Tenía definida la estrategia para consumar su venganza por el boicot que –a su criterio– Macri le había hecho durante la campaña electoral de 2023. La flamante senadora por la Ciudad de Buenos Aires quebró el bloque amarillo y se llevó a siete diputados a LLA. El PRO perdió casi un tercio en un zarpazo.

Legisladores en movimiento
En política, cuando hay invitaciones abiertas a un fogón que flamea cerca del poder, las traiciones se contagian a mayor velocidad. A los siete bullrichistas los siguieron otros amarillos: la cordobesa Belén Avico, la santafesina Verónica Razzini y su coterráneo Alejandro Bongiovanni. El PRO se redujo a una expresión casi testimonial. Por eso ahora Cristian Ritondo explora recrear una alianza con el radicalismo al estilo Juntos por el Cambio.

La situación de los radicales es todavía más grave. El bloque que presidía Rodrigo de Loredo se había achicado a la mitad luego de las elecciones de octubre. Quedó con seis diputados. A esto se sumó un golpe simbólico. Los tres diputados radicales que comenzaron a usar peluca el año pasado, el tucumano Mariano Campero, el cordobés Luis Picat y el correntino Federico Tournie, ya habían armado su propio bloque, Liga del Interior, y ahora decidieron pasarse al mileísmo. LLA quedó entonces en 91 diputados mientras Unión por la Patria (UxP) estaba en 97.

En ese momento se activó el acuerdo subterráneo que el asesor presidencial Santiago Caputo había tejido con Raúl Jalil, el gobernador peronista de Catamarca. Jalil se había comprometido a quebrar el bloque peronista si los libertarios se acercaban al empate. El acuerdo, por supuesto, incluía que la provincia se quede con el control de las minas de los Yacimientos Mineros de Aguas de Dionisio. Cuando LLA alcanzó los 91 escaños, Jalil cumplió. Anunció que los diputados que le responden, Fernanda Ávila, Sebastián Nóblega y el electo Fernando Monguillot, dejaban UxP y formaban Elijo Catamarca. Así, el bloque peronista bajó a 94 escaños y empató con LLA.

La balanza se terminó de inclinar con el pase del diputado entrerriano Francisco Morchio, que estaba en Encuentro Federal y responde al gobernador de Entre Ríos, el exmacrista Rogelio Frigerio, alineado con la Casa Rosada. Los libertarios llegaron a los 95.

El repaso por la forma en que se construyó la primera minoría oficialista en Diputados –que le permitirá dominar la mayoría de las Comisiones– sirve para vaticinar de dónde se va a nutrir LLA para lograr las mayorías que necesita para aprobar el Presupuesto 2026, la Ley de Inocencia Fiscal y, la frutilla del postre, la Reforma Laboral. Son los ejes fundamentales de la agenda de la Rosada para las sesiones extraordinarias a las que convocaría a partir del 9 de diciembre.

Grabois. El legislador bonaerense se integra a una bancada que perdió su condición de primera minoría.

Foto: NA 

La ecuación del Senado
En el Senado la situación puede considerarse más compleja y al mismo tiempo más contenida. Desde 1983, el peronismo fue la fuerza dominante en esa Cámara. Incluso en las elecciones de ese año, en las que el radical Raúl Alfonsín obtuvo el 51,75%, el PJ quedó como primera minoría con 20 escaños sobre 46. La UCR tenía 18 y el resto se repartía entre otras fuerzas.

La Constitución vigente en ese momento establecía que los senadores no se elegían por voto directo, sino que cada legislatura provincial votaba a los dos representantes del distrito. El peronismo había ganado la mayoría de las gobernaciones y legislaturas. El radicalismo había asentado su triunfo nacional en los grandes centros urbanos y las provincias más pobladas. El peronismo jamás tuvo menos del 40% de las bancas del Senado. Eso cambió. Ahora cuenta con 28 sobre 72 porque perdió seis de los 34 que tenía.

Esos 28 escaños se componen de tres bloques que conformaban un interbloque. Son el Justicialista, Unidad Ciudadana y Convicción Federal. A partir de la pérdida de espacios, el senador José Mayans impulsó la unificación en un solo bloque. El motivo es que, a la hora de repartir los lugares en las Comisiones, la figura del interbloque no tiene validez. Los senadores de Convicción Federal –Fernando Salino (San Luis), Guillermo Andrada (Catamarca), Fernando Rejal (La Rioja) y Carolina Moisés (Jujuy)– aún no confirmaron su incorporación al espacio reunificado. Pero la duda en el Senado es mejor que la certeza que se produjo en Diputados con las fugas internas.

En esta Cámara el mileísmo tiene 20 escaños propios. A esa base hay que sumarle los seis del PRO, sobre los que Macri tiene una ascendencia muy baja. Cada uno de ellos responde más a la estructura provincial que al fundador del partido amarillo. Esto vaticina que en la mayoría de los casos votarán con LLA. Es un enigma lo que pasará con los radicales. En la Cámara de Diputados, la UCR se volvió una expresión casi testimonial. En sus dos vertientes, los que respondían a Rodrigo de Loredo y los de Martín Lousteau, suman nueve diputados. En el Senado, en cambio, preservan nueve bancas sobre 72. ¿Seguirá habiendo un radicalismo mileísta y otro más opositor? O todos llegarán a la conclusión –como De Loredo– de que el único hogar en el universo antiperonista es rendirse ante Milei. La misma incógnita surge sobre el bloque Provincias Unidas en ambas Cámaras.

El Gobierno nacional planea avanzar a fondo con el ajuste estructural. Eso incluye insistir con la privatización de todas las empresas públicas que habían quedado afuera de la Ley Bases. El Palacio Legislativo y la calle mostrarán la fuerza que queda del lado de la resistencia.

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