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El huracán Manes

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Alberto López Girondo

Acusó a Mauricio Macri de espionaje y desató un vendaval en Juntos por el Cambio. La furia de trols y comunicadores y el futuro de la alianza opositora.

Réplicas. Manes recibió duras respuestas desde distintos espacios de la alianza que integra.

Foto: NA

Facundo Manes desató un vendaval en la alianza opositora comparable, quizás, a la fiereza del huracán Ian, que por estos días cruza el Caribe devastando todo lo que encuentra a su paso. Las lapidarias frases del neurólogo sobre el Gobierno de Mauricio Macri hicieron crujir a la unidad de Juntos por el Cambio de un modo que no se veía desde los embates de Elisa Carrió o Gerardo Morales, hace unos meses. Pero también despertaron en los comunicadores más cercanos al PRO y en los trolls de redes sociales una furia que suelen tener reservada solo para el kirchnerismo.
No es que el neurólogo haya dicho alguna novedad. Simplemente recordó que Macri «tuvo operadores que manejaban la Justicia» y que «hubo evidencia de que espió a gente de su propio Gobierno». No fue una denuncia aislada, sino que esa frase, en el programa de Luis Majul en LN+, formaba parte de un concepto que Manes intenta desarrollar dentro de su estrategia para posicionarse de cara al 2023.
Así, contrapuso el que denominó «populismo económico», propio, a su entender, del Gobierno de Cristina Fernández, con el «populismo institucional», dentro del cual ubicó al macrismo. Fue una devolución de gentilezas del representante de la UCR en la Cámara Baja nacional, que no olvidó que, para el exmandatario de Cambiemos, el populismo en Argentina nació en 1916 con Hipólito Yrigoyen, y que el peronismo solo sería una continuación de ese «mal endémico» del país.
Hubo un veloz alineamiento del PRO en torno a Macri, traducido en ataques furibundos contra Manes. Desde un mensaje de respaldo casi formal de María Eugenia Vidal –«no cuenten conmigo para difamar, ensuciar o agredir a @mauriciomacri ni a nadie de Juntos por el Cambio»– hasta el violento brulote de Fernando Iglesias: «El que trajo al neurocoso que se lo lleve». No faltaron denuncias de traición o la acusación de «infiltrado kirchnerista» recordando alguna foto de cuando con su equipo operó a la expresidenta de un hematoma subdural, en 2014.

Vuelta de tuerca
Con las horas, a la polémica se sumaron cuestionamientos de dirigentes de la UCR y un comunicado de la cúpula nacional de la partido en el que, sin nombrar el incidente, hablan de «cuidar entre todos la esperanza que construyó Juntos por el Cambio». El radicalismo bonaerense, por su parte, defendió «la pluralidad, el debate, la discusión sincera y la transparencia» como parte de la lucha política.
En el fondo, Manes dio una vuelta de tuerca a denuncias de la exdiputada Carrió, que había dicho que la espiaban, y del titular de la UCR y gobernador jujeño sobre presuntos actos de corrupción en la gestión de Horacio Rodríguez Larreta, que también habían removido el avispero en la interna. Pero ahora esas palabras en boca de un diputado radical dejaron en off side a más de uno.
La agria respuesta mediática fue interpretada por el escritor y analista político Jorge Asís como un «deschave frontal de los comunicadores que reaccionan como efectivos instrumentos de la política». En resumen, que Manes desnudó la mala praxis de muchos por decir algo que todos saben pero ocultaron o justificaron puntillosamente. El historiador Marcelo Larraquy, autor de varias investigaciones sobre la violencia política en Argentina, argumentó irónicamente: «Tremendo desafío le queda ahora a Manes por delante:  enfrentar al PRO, al Comité Nacional de la UCR y al periodismo independiente».
Parte de la saña que descargaron sobre el científico y legislador se entiende porque sus palabras coincidieron con la presentación del segundo libro de Macri, Para qué, una suerte de programa de cara a las presidenciales del año que viene. No necesariamente porque él se esté ofreciendo para encabezar la fórmula de ese espacio como para delinear su propuesta de «hacer lo mismo pero más rápido».
Y esa no es la idea del radicalismo, que se autopercibe como furgón del cola de una alianza que ayudó a formar para derrotar al kirchnerismo en 2015 pero que no le dejó margen para crecer. Es así que estos chispazos suenan a pirotecnia para marcar la cancha. O un intento de cosechar apoyos en sectores de la sociedad descontentos con el oficialismo a los que esperan convencer con un mensaje subliminal: «Sabemos lo que pasó y con nosotros no volverá a ocurrir».
Manes renovó esperanzas dentro del centenario partido radical. Pero luego de esquivar golpes de todos lados, como reconocieron en su entorno, ahora bajó un cambio. Y si bien la política no es un juego para inocentes, en el canal TN le dijo a Diego Sehinkman: «No me imaginé que iba a hacer tanto lío». Luego intentó aclarar los tantos. «El Gobierno de Macri llegó con obligación de sanear las cloacas de los servicios de inteligencia, ciertos aspectos de la influencia del poder político en la Justicia, lamentablemente es una deuda que tenemos que reconocer», dijo, para quejarse luego de los ataques de los trolls en lo que interpretó como «un sistema que ves coordinado, masivo». ¿Otra deuda pendiente de la política?

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