27 de octubre de 2024
Milei pretende aprobar el Presupuesto 2025 y prepara el tablero de negociaciones con los mandatarios provinciales. Conversos, aliados y opositores firmes conforman el mapa y mueven sus piezas.
Nuevos amigos. Milei con gobernadores de origen peronista que apoyan su gestión: Jalil, Jaldo, Sáenz y Passalacqua.
Foto: Presidencia
La relación de los gobernadores con el presidente Javier Milei es oscilante, cargada de desconfianza por el peso de las demandas incumplidas. En las próximas semanas, con la prueba de fuego de aprobar el Presupuesto 2025, habrá nuevas reuniones con los mandatarios provinciales, segmentados de acuerdo a su disposición para alinearse con la voluntad de la Casa Rosada. Los más cercanos son los gobernadores del PRO y un pequeño grupo de «conversos» que hoy apoya al oficialismo. La gran mayoría es fluctuante, dispuesta a negociar, pero con exigencias, y hay seis «intransigentes» que se oponen a cualquier proyecto que presenten los libertarios.
Las negociaciones por el Presupuesto arrancaron en los últimos días. Milei se puso al frente de dos encuentros para garantizarse los votos de los más cercanos. Primero invitó a la Casa Rosada a los gobernadores «violetas», como identifican a los mandatarios del norte que tenían una relación con el peronismo y rápidamente cambiaron de bando: Gustavo Sáenz (Salta), Hugo Passalacqua (Misiones), Raúl Jalil (Catamarca) y Osvaldo Jaldo (Tucumán) fueron recibidos por el presidente el lunes pasado para comer un asado en la quinta de Olivos.
El tucumano y el catamarqueño, los primeros «peronistas peluca», se desmarcaron del Instituto Patria. Jaldo rompió con su antecesor Juan Manzur y conformó un bloque propio en Diputados, donde puso sus votos a disposición del oficialismo. Jalil mantuvo a sus legisladores en Unión por la Patria (UP), aunque le votó a Milei iniciativas como el RIGI y ayudó a sostener el veto al financiamiento universitario con la llamativa ausencia de una diputada que le responde. Cristina Kirchner los acusó a ambos de «traidores». Sáenz y Passalacqua, más fluctuantes, también colaboraron en Diputados con ausencias y abstenciones de los suyos.
La segunda tanda de invitados de la última semana estuvo conformada por los gobernadores del PRO: Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Ignacio Torres (Chubut), Jorge Macri (CABA), Claudio Poggi (San Luis) y Marcelo Orrego (San Juan). Los tres primeros, referentes del partido que conduce Mauricio Macri, y los dos últimos con una lógica provincial, pero moviéndose siempre cerca de los amarillos. Comieron empanadas –un menú más discreto–, con la misma comitiva que los anteriores: Milei y su hermana Karina al frente de la mesa en la que también se sentaron el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y su segundo, Lisandro Catalán. Pese a las sonrisas para la foto, no estaría garantizado el apoyo de este grupo al proyecto oficial de presupuesto si el Gobierno no atiende sus demandas.
La reunión se circunscribió a los gobernadores del PRO, en una estrategia para profundizar las divisiones en Juntos por el Cambio (JxC). Si bien la alianza ya caducó en el Congreso, aún sigue vigente para los gobernadores, que se identifican con la marca y comparten reuniones entre sí. Los radicales quedaron afuera de la partida, con la promesa de que los convocarán al próximo encuentro.
Intransigentes. Entre los que confrontan con la gestión nacional están Kicillof (Buenos Aires) y Ziliotto (La Pampa).
Foto: Gobierno de la Provincia de Buenos Aires
Diálogo abierto
La ebullición del radicalismo y la fractura del bloque se refleja también en la posición de sus gobernadores. Algunos son afines a la Casa Rosada (como el mendocino Alfredo Cornejo) y otros marcan una diferencia ideológica más profunda (como el santafesino Maximiliano Pullaro, cercano a la conducción de Martín Lousteau). En el grupo de la UCR, además de ellos dos, se referencian Leandro Zdero (Chaco), Gustavo Valdés (Corrientes) y Carlos Sadir (Jujuy). Todos ellos están dispuestos a dialogar con Milei, aunque llevarán sus demandas.
Entre los que tienen una relación con vaivenes con el Gobierno nacional sobresale el cordobés Martín Llaryora. Su vínculo con el presidente, que se preveía más amable, tuvo sus altibajos. La Libertad Avanza (LLA) arrasó en Córdoba y el peronismo provincial decidió apoyar varias iniciativas, aunque en los últimos tiempos se fue desmarcando. Con la excepción del voto afirmativo a la Boleta Única de Papel (BUP), sus seis diputados apoyaron a la Rosada –o en algunos casos se ausentaron– en las últimas cinco votaciones.
En el grupo de gobernadores fluctuantes también están los tres patagónicos, con una lógica estrictamente provincial. Claudio Vidal (Santa Cruz) ensaya un equilibrio notable; sus diputados muchas veces votaron divididos, algunos a favor y otros en contra. Rolando Figueroa (Neuquén) acompañó las primeras iniciativas libertarias y luego mermó su apoyo, aunque aportó ausencias determinantes para favorecer al oficialismo. Alberto Weretilneck (Río Negro) completa este grupo con un perfil similar; sus legisladores se plantaron en varios temas, aunque apelaron a los faltazos y abstenciones para colaborar en otros.
El objetivo de la Rosada es garantizarse los votos para el Presupuesto, que se discute en Comisión y llegaría al recinto a fines de noviembre. Las demandas que plantearán los gobernadores son previsibles, e incluso algunas ya fueron anticipadas por el grupo del PRO. Entre ellas están los acuerdos incumplidos de la Nación, como la deuda de la Anses con las 13 cajas de jubilaciones provinciales no transferidas, el traspaso de obras públicas a las provincias y el pago de la compensación por el pacto fiscal 2017.
Aliados. Los líderes provinciales macristas tuvieron su velada en Casa Rosada con Milei, Karina y Guillermo Francos.
Foto: Presidencia
En la vereda de enfrente
Hay un grupo de gobernadores de diálogo escueto, en algunos casos nulo, con el Ejecutivo nacional. Con la excepción de algunas asuencias clave, los legisladores que responden a ellos votaron en contra de todos los proyectos que presentó el oficialismo. Axel Kicillof (Buenos Aires) es el de mayor volumen político de la lista que también integran Sergio Ziliotto (La Pampa), Ricardo Quintela (La Rioja), Gildo Insfrán (Formosa), Gustavo Melella (Tierra del Fuego) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero).
La confrontación de Kicillof con Milei se ve a diario en temas de gestión y discursivos, aunque es difícil medirla en el Congreso, donde los diputados y senadores por la provincia de Buenos Aires están mas ligados a Cristina Fernández que a él. En cambio, en el caso de Ziliotto, los dos diputados y el senador nacional que le responden estuvieron presentes en todas las votaciones para posicionarse contra LLA.
Aunque incumplió su promesa de campaña de «renunciar» al cargo en caso de que Milei fuera electo, Quintela se plantó contra la Rosada desde el primer día. El riojano levantó el perfil en sus recorridas de los últimos meses, cuando juntó los avales para competir por el PJ Nacional. Su discurso peronista y alineado a los intereses del norte muchas veces se asimila al de Insfrán, aunque en términos coyunturales quedaron enfrentados: el formoseño tiene como espada en el Congreso a José Mayans, que acompaña a Cristina en la interna contra el riojano.
Las posiciones de Melella y Zamora requieren un zoom. El fueguino es, desde el discurso y el Congreso, un opositor acérrimo a la gestión nacional, aunque Milei decidió no modificar el régimen de promoción fiscal que beneficia a su provincia. El santiagueño es el único del grupo que firmó el Pacto de Mayo y se mostró más dispuesto a conversar, aunque en los últimos tiempos redobló sus críticas al Gobierno, furioso porque dice que no cumplieron su palabra.
El grueso de los gobernadores le acercó al jefe de Gabinete demandas específicas para sus provincias. Milei sabe que necesita la aprobación del Presupuesto, no tanto por la gestión diaria –durante todo este año hizo uso de la discrecionalidad sobre el manejo de los recursos– sino como una señal a los mercados y a los organismos multilaterales con los que intenta negociar. Por eso se puso al frente de las reuniones, que recién comienzan. En la Rosada, acostumbrados más al látigo que a la chequera, tejen alianzas y se dicen dispuestos a hacer algunas concesiones para que salga la Ley de Leyes.