9 de noviembre de 2024
Su desembarco en el partido no reunió los apoyos que esperaba, pero promete convocar a todos. La necesidad de ampliar y la crisis con Kicillof. Perspectivas rumbo a 2025.
Al mando. La exvicepresidenta quedó al frente del justicialismo y aspira a restañar las heridas de una interna que no fue.
Foto: NA
Cristina Kirchner quedó oficialmente al frente del Partido Justicialista y se abren interrogantes respecto a cuáles serán sus verdaderos objetivos como presidenta. Sus allegados prometen realizar una convocatoria amplia y sin rencores: «Vuelve una Cristina herbívora», la describió el senador José Mayans, y aseguró que la nota «más conciliadora y reflexiva», comparándola con la actitud de Perón tras su vuelta del exilio. El mayor escollo lo tendrá en resolver su crisis con Axel Kicillof, una distancia que muchos califican como «sin retorno».
La voluntad de «ordenar» al peronismo empezó con algunos escollos: el «operativo clamor» no prendió como Fernández esperaba y debió lidiar con la resistencia interna de Ricardo Quintela, finalmente deshabilitado por la Justicia para competir por la falta de avales de su lista. La expresidenta quiso dejar ese capítulo atrás y su primera actitud fue llamar al gobernador riojano, que hasta ahora no dio indicios de querer dialogar.
La tensión con Kicillof escaló a niveles impensados. El gobernador bonaerense fue apuntado desde La Cámpora y el Instituto Patria por no pronunciarse a favor de Cristina. Aguantó su posición, aunque al final quedó incómodo. Cuando Quintela se inclinó por judicializar su reclamo, varios intendentes y exintendentes afines a él decidieron desmarcarse. Gabriel Katopodis, ministro de Infraestructura bonaerense, fue uno de los miembros de la Junta electoral del PJ que rechazó la lista de Quintela por falta de avales. Lo siguieron en su posición Fernando Espinoza, Julio Pereyra, Andrés Watson y Alberto Descalzo, entre otros, y también la vicegobernadora Verónica Magario. Desde La Plata aseguraron que Kicillof compartía la postura de ese grupo, pero evitó hacer un pronunciamiento contundente.
El martes, día en que Cristina fue proclamada por la Junta del partido, Kicillof se limitó a tuitear: «Felicito a @CFKArgentina y a todos los compañeros y compañeras de la lista de Primero la Patria por este nuevo desafío al frente del Partido Justicialista». Su mensaje no cicatrizó heridas; por el contrario, desde el camporismo le habían anticipado que ya era «tarde» para expresarse.
La principal intriga de ahora en más es cómo se procesará esa interna, que tuvo su súmmum cuando la propia Cristina Fernández en un acto de Smata apeló a figuras como Judas y Poncio Pilato para referirse al gobernador. A partir de eso, Kicillof no dejó de recibir críticas, principalmente de intendentes camporistas como Mayra Mendoza (Quilmes) y Julián Álvarez (Lanús), o el senador Eduardo «Wado» de Pedro, quien afirmó la última semana en una entrevista radial: «Me hubiera gustado que Axel se pronunciara a favor de Cristina hasta por una cuestión sentimental, me gusta que estemos juntos. No puedo concebir que esté en otra cosa, me duele y lo veo raro; no le hace bien a él como persona». Oscar Parrilli y Anabel Fernández Sagasti, dos de sus pares de la Cámara Alta, siguieron la misma línea.
Rumbo a las legislativas
La provincia de Buenos Aires será, una vez más, la madre de todas las batallas. Al menos en la interna del peronismo, donde se materializará la pelea entre Cristina y Kicillof. Los intendentes que trabajan en el armado del gobernador ya anticipan que no serán rehenes de la lapicera de la presidenta del PJ y que buscarán la conformación de «dos espacios diferenciados» para medirse en una interna o, incluso, competir como ofertas autónomas si no alcanzaran un consenso. De un lado quedaría el grupo «axelista» y, enfrente, La Cámpora con el Instituto Patria.
Kicillof. Entre los intendentes que le reclaman autonomía y la necesidad de unificar fuerzas en la provincia.
Foto: NA
Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Mario Secco (Ensenada) lideran el movimiento que pide la autonomía del gobernador. Quedaron envalentonados a partir de la modificación del sistema electoral: la Boleta Única de Papel (BUP), que regirá a nivel nacional, los beneficia porque anula el famoso «efecto arrastre». Kicillof, que analiza la posibilidad de desdoblar la elección, tendrá dos opciones en caso de que sea en la misma fecha que la nacional: adherir al nuevo sistema o seguir con la lista sábana. En cualquier caso, habrá elecciones «concurrentes», ya que los bonaerenses deberán votar en dos urnas, una para el tramo nacional y otra para el local, donde elegirán legisladores, concejales y consejeros escolares. Esa división generará que no queden «pegados» a la lista que podría encabezar la propia Cristina o alguien de su entorno.
La batalla en la provincia no tardó en desatarse. Arrancó la última semana, ya que Cristina Fernández desembarcó en Avellaneda unas pocas horas después de ser proclamada por la Junta del PJ al frente del partido. Es la segunda vez que pisa ese municipio en un mes: ya había estado el 17 de octubre, cuando los peronistas celebraban el Día de la Lealtad. En ninguna oportunidad le avisó a Ferraresi, con el que no tiene diálogo hace un año, pese a que supo ser el vicepresidente del Instituto Patria.
La tensión con los intendentes no mejora en el plano federal. Ninguno de los pocos gobernadores que permanecen en Unión por la Patria (UP) se expresó sobre la candidatura de Cristina en el partido. Kicillof se quedó en silencio, Quintela se animó a pararse enfrente, y el santiagueño Gerardo Zamora, el pampeano Sergio Ziliotto, el fueguino Gustavo Melella y el formoseño Gildo Insfrán tampoco quisieron apoyarla. El tucumano Osvaldo Jaldo, que dio un giro y se acercó a Milei, bancó explícitamente a Quintela, mientras que su par catamarqueño Raúl Jalil, otro aliado de la Rosada, no se pronunció.
Cristina había acusado a ambos de «traidores» por la votación de sus legisladores en el Congreso.
El próximo escollo que tendrá la expresidenta estará en el plano judicial. La Cámara de Casación se pronunciará el 13 de noviembre respecto a la condena a seis años de prisión en la causa Vialidad. El Instituto Patria exigirá, ante un fallo adverso, que haya una fuerte defensa de parte de peronistas y aliados. El silencio no será una opción. Fernández deja trascender que su prioridad será recuperar la vocación «frentista» que históricamente tuvo el peronismo, aunque esa idea convive en tensión con la exigencia de un purismo ideológico a los que se desmarcan. Las legislativas del año próximo serán un paso previo a la definición de candidaturas de 2027 y una instancia clave para el futuro del peronismo.