19 de noviembre de 2025
Análisis del comportamiento electoral detrás de la consolidación de La Libertad Avanza como la fuerza más votada en las legislativas de octubre, según los especialistas María Laura Tagina y Mario Riorda.

«El agudo problema económico de la Argentina y la solución/dependencia vía Estados Unidos, garantizada por el secretario del tesoro, Scott Bessen, y por el propio presidente Donald Trump, polarizó, condicionó y generó una dependencia a una solución única, catalizando un voto que no quería un derrumbe económico y que empeore la magra situación actual. El problema fue un beneficio (electoral)», sostiene Mario Riorda, politólogo y profesor de Comunicación Gubernamental y de Crisis en la Escuela de Posgrados en Comunicación de la Universidad Austral.
María Laura Tagina es doctora en Procesos Políticos Contemporáneos y profesora de la Maestría en Estudios Electorales, cotitulada entre la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y la Universidad de Salamanca. Su primera lectura de los resultados de la elección del 26 de octubre estuvo centrada en los efectos de la polarización política: «La polarización moviliza a los intensos, que en este caso son los partidarios de la Libertad Avanza (LLA) y del kirchnerismo. Pero al mismo tiempo, desmoviliza a los menos interesados en política, que generalmente son más moderados en términos ideológicos».
«En el furor de pronósticos, errados en algunas premisas, sustentados en datos de estudios provinciales, un Gobierno que venía de una seguidilla de escándalos, crisis económica con indicadores negativos, y con mayoría de liderazgos provinciales con más aceptación que el presidente, nos olvidamos de la estabilidad empírica que nos aporta la ciencia», confiesa Riorda. El investigador toma cuatro de esos aportes para indagar en las causas del resultado de octubre. En primer lugar, «un estudio de Dov Levin –politólogo de la Universidad de Carnegie Mellon en la ciudad de Pittsburgh–, demuestra que las intervenciones electorales por parte de las potencias aumentan significativamente las probabilidades de victoria del candidato apoyado, sobre todo cuando la intervención es pública. De 938 elecciones analizadas, hubo 117 intervenciones electorales. En promedio, tendieron a aumentar el porcentaje de votos del candidato favorecido en alrededor del 3%, en algunos casos, decisivo para su victoria». En este sentido, «más allá de quién pudiera haber ganado en Argentina, en rangos de escenarios previstos en torno al “treinta y pico”, ese valor suena decisivo para explicar el sorpresivo resultado del 40,84%», enfatiza. Y agrega: «Las elecciones no son procesos puramente internos, sino que están profundamente influenciadas por actores externos con intereses estratégicos, cuyas intervenciones pueden alterar el curso político de un país». El segundo de estos aportes tiene que ver con que, en contextos de alta polarización, «los votantes fieles tienden a justificar o ignorar el escándalo si creen que el adversario es peor. Asimismo, cuando hay desconfianza generalizada, sistemas donde la corrupción se percibe como estructural, los escándalos no sorprenden ni movilizan. También cuando hay narrativas de culpa externa, vale decir, crisis atribuida a Gobiernos anteriores», indica.

Riorda. «Nadie ganó tanto para tener iniciativas sin imaginar consensos».
Foto: Juan Quiles
El valor de los sacrificios
Según Riorda, uno de los principales referentes en comunicación política de la región, hay un tercer aporte analítico que puede explicar asimismo el resultado electoral a favor del Gobierno ultraderechista de Javier Milei, a saber, la fuerza persuasiva del «Argumento del derroche», que apela «al valor de los sacrificios realizados para sostener el respaldo y no volver al punto de partida». Riorda introduce un cuarto elemento, en línea con Tagina, que refiere al grado de polarización: «La rivalidad polarizante fue un monstruo que arrasó con todo. Aún en Gobiernos con más rechazo que aceptación, el aglutinamiento ideológico polarizante aporta efectividad electoral. Aglutinan más por identidad que por la calidad de sus políticas».
María Laura Tagina, especialista en comportamiento electoral y análisis de la opinión pública, relata que «luego de la elección del 26 de octubre comparé la cantidad de votos con respecto a elecciones previas. No había dudas de que Milei había conseguido un mayor apoyo que en las elecciones generales (primera vuelta y legislativas nacionales) de 2023. Este es un dato poco frecuente para elecciones de medio término», advierte. De acuerdo con sus investigaciones, «solo en 6 de 41 elecciones de medio término celebradas en América Latina, desde las transiciones democráticas, y en Estados Unidos desde los años 80, el partido del presidente consiguió más votos que en elección previa». ¿En qué coyunturas suele darse el escenario que describe? «Esto ocurre generalmente cuando hubo una alternancia en el poder reciente; cuando la oposición está fragmentada; cuando el electorado percibe que la gobernabilidad se encuentra en riesgo; y cuando el presidente goza de alta popularidad. Si bien esta última condición sería relativa para el caso de Milei, el resto estaba presente en el escenario electoral del 26 de octubre», subraya.
«La teoría nos da algunas pistas para interpretar lo que dejaban ver las encuestas preelectorales y la distribución territorial resultante del domingo 26. Por un lado, las explicaciones sociológicas nos dicen que pensamos políticamente tal como somos socialmente. En este sentido, características como la edad, el género y el nivel socioeconómico determinan el voto. El mayor apoyo a LLA de los varones jóvenes (que las encuestas preelectorales continuaban pronosticando) seguirían este enfoque», observa Tagina. Por otro lado, explica la investigadora, «parece haberse modificado la composición del electorado que apoyó a Milei en términos socioeconómicos, quedando sobre todo circunscrita a los sectores de ingresos más altos. Pero es necesario estudiar con mayor profundidad esta aparente quita de apoyo de los sectores más vulnerables».

Tagina. «Una parte importante de la población parece haber sufragado movida por sus percepciones económicas».
Nueva etapa
Siguiendo con los sentidos del voto, la especialista en comportamiento electoral y análisis de la opinión pública añade: «La fuerte presencia de voto antikirchnerista (7 de cada 10 votaron en contra de Fuerza Patria) puede entenderse como un voto identitario negativo. Antes que la identificación partidaria, lo que movilizó a una parte del electorado parece haber sido una identificación negativa con el kirchnerismo. Por aquí es por donde se cuelan las emociones».
Tagina suma otra variable: «Una parte importante de la población parece haber sufragado movida por sus percepciones económicas. La percepción de cierta estabilidad económica (frente a la incertidumbre que genera la alta inflación), seguramente jugó un rol importante. La promesa del apoyo de Trump sujeta al resultado electoral podría haber tenido también cierto impacto en las expectativas económicas, que también inciden en el voto». En la misma línea, Riorda considera que «mucha gente crítica del presente estaba temerosa de un futuro peor; de que el día después de las elecciones se desplome el sistema económico producto de la amenaza del propio Donald Trump afirmado que solo confirmaría el salvataje si ganaba Milei». Para el politólogo, «comienza una nueva etapa en Argentina. Nadie tiene mayorías cómodas en lo legislativo. Nadie ganó tanto para tener iniciativas sin imaginar consensos. El oficialismo tiene más de un tercio, pero no mayorías. No obstante, la Argentina respaldó al oficialismo (con condicionantes), que no dudará en avanzar con más reformas. El país no sale de la crisis, a lo sumo la transitará con apoyo externo decidido. El tiempo dirá cuán bien».
