Política

Elemental, Garavano

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Un día después de que una Cámara Federal apartara al juez Guido Otranto de la causa sobre la desaparición forzada de Santiago Maldonado, el ministro de Justicia, Germán Garavano, sentenció que «la Justicia no está preparada para investigar este tipo de hechos», a los que denominó «complejos».
Sumergidos en el pantano judicial y político en el que se hunde la causa, los dichos del ministro parecen dictados por el sentido común más elemental. Demasiado elemental. Garavano no avanzó más en su misterioso  diagnóstico. No dijo en qué consiste la falta de preparación, menos dijo sobre las causas y mucho menos sobre las soluciones. ¿Será que él tampoco está preparado?
Quizá habrá que repasar el plan de reforma judicial 2020 que dice llevar adelante Garavano. Ese plan, en realidad, fue preparado por el Foro de Estudios sobre la Justicia (Fores), un think tank al que pertenece el ministro y que nació bajo los auspicios de la última dictadura cívico-militar. ¿Sería irónico decir que si el plan lo engendró Fores, y Fores fue engendrado bajo la dictadura, y la dictadura engendró el plan sistemático de desaparición de personas, los planes del ministro bien pueden ser un engendro? Atribuirle a Garavano toda la responsabilidad por la crisis del Poder Judicial sería injusto. Esa crisis tuvo contribuciones de muchos actores, durante varias décadas. A Garavano le corresponde solo una parte del mérito.
La paradoja es que este  mismo Poder Judicial llevó adelante el juicio a las tres primeras juntas de la última dictadura cívico-militar, avanzó con la condena a centenares de represores  y, aún en la actualidad, con dificultades, sigue adelante con otros juicios por violaciones a los derechos humanos.
¿Por qué no con la causa de Maldonado?
En todo caso no es solo un problema judicial. Una cuestión es un Raúl Alfonsín y unos Kirchner promoviendo los juicios y otra un Poder Ejecutivo implicado en la desaparición y garante de la impunidad.