2 de febrero de 2023
El documento final de la Cumbre de la CELAC incluyó el cambio climático, la biodiversidad y las energías renovables. El desafío de convertir discursos en políticas concretas.
Amazonía. La mayor selva tropical del mundo, clave para la biodiversidad y el medioambiente, está en la región.
Foto: Shutterstock
Por necesidad, por convicción, o por una mezcla de ambas, la agenda ambiental comienza a asomar como un tema relevante en las reuniones de la alta política regional, como pudo apreciarse en la Cumbre de presidentes de países de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC), celebrada hace pocos días en la Ciudad de Buenos Aires. El documento final de la reunión, denominado Declaración de Buenos Aires, con 33 firmas, funciona como una breve síntesis de las preocupaciones socioambientales de los países de la región. Estas van desde un clamor a los países del norte para que aceleren los canales de financiamiento para enfrentar la crisis climática, hasta las tensiones propias que genera la producción de granos, carne y combustibles fósiles con la deforestación, contaminación y pérdida de biodiversidad asociada a estos modelos extractivistas.
Entre los presidentes y jefes de Estado presentes en la Cumbre, a la hora de levantar la bandera de la protección ambiental, la figura destacada fue el colombiano Gustavo Petro: «El mayor riesgo para la seguridad humana se llama crisis climática, que tiene un origen que la ciencia grita y que los políticos y líderes no podemos esconder, a pesar de los intereses públicos o privados. Es el consumo y la producción de petróleo, carbón y gas al ser utilizado por el capitalismo fósil en su acumulación ampliada de ganancias lo que puede matar a la humanidad, y es la vida toda la que está en riesgo», señaló el mandatario. En qué medida los discursos se convertirán en políticas activas y cuáles son los márgenes reales de maniobra en una realidad de urgencias económicas, son solo algunos de los interrogantes que se abren tras el encuentro.
Responsabilidades y financiamiento
Como ya había ocurrido en la COP27 de noviembre pasado, en Egipto –la gran reunión anual global sobre cambio climático–, los líderes de los países latinoamericanos recordaron que, para poder avanzar en estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático, es necesario que las grandes potencias del norte asuman su responsabilidad histórica en este problema y aporten financiamiento en tiempo y forma.
«Recordamos la urgencia de que los países desarrollados cumplan su compromiso de movilizar conjuntamente 100.000 millones de dólares por año hasta 2025 para el financiamiento climático, así como recordamos la urgencia de garantizar los recursos para el fondo de pérdidas y daños acordado en la COP27», remarcaron los presidentes y funcionarios latinoamericanos en el documento final de la Cumbre, al tiempo que recalcaron que es necesario que las instituciones financieras regionales e internacionales «mejoren las facilidades crediticias a través de mecanismos justos».
La urgencia por financiamiento es una realidad siempre presente en la región, y Argentina es un ejemplo de esto. «Se menciona a Vaca Muerta como el futuro, pero eso está lleno de contradicciones. ¿Vamos a tener extractivismo puro y duro hasta que se acaben los dólares? ¿Se va a aprovechar eso para acelerar una transición hacia energías renovables? No veo que eso se esté discutiendo hoy en la política argentina», sostiene Fernando Ventura, economista especializado en relaciones internacionales de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
Seguridad alimentaria
Latinoamérica es una gran productora de alimentos (soja, maíz, trigo, carne, café), pero a su vez la inseguridad alimentaria de sus poblaciones crece a diario. Al tiempo que empeora la ecuación ambiental por la fuerte presión que los sistemas agroalimentarios ejercen sobre los recursos naturales. «Reconocemos el papel central a nivel mundial de nuestra región en la seguridad alimentaria y nutricional como principal región exportadora neta de alimentos. A su vez, buscamos impulsar acciones efectivas tendientes a garantizar la seguridad alimentaria promoviendo el aumento de la producción sostenible de alimentos», señala la Declaración de Buenos Aires.
Hogar de la Amazonía –la mayor selva tropical del mundo–, los máximos referentes políticos latinoamericanos reconocieron el papel central de la región «en la sostenibilidad medioambiental dados los recursos de bosques, agua, suelos y biodiversidad». La pregunta, se impone: ¿hasta qué punto las presiones de sectores económicos dominantes y las propias urgencias económicas nacionales dejan lugar a políticas ambientales? Para Juan Lucca, investigador del CONICET y especialista en Estudios Latinoamericanos, «es difícil pensar en hablar de ambiente en la región con crisis, cuando no se hablaba del tema con crecimiento». «Los presidentes hablan mucho. Lula tuvo a la mejor ministra y a su vez, otro ministro favorecía al agronegocio, así que el premio verde no se lo podemos dar. En el caso de Petro hay que ver qué queda en el discurso y qué se concreta en el plano real». «La realidad es que nuestras economías están dominadas por enormes multinacionales que operan en sectores clave, como el de alimentos. Es difícil saber cuál es el margen de maniobra real para cambiar eso», agregó Ventura.
Transición energética
Con amplia evidencia científica respecto al papel de los combustibles fósiles en el calentamiento de la atmósfera, el documento final de la CELAC hizo un llamamiento a «incrementar la producción de energías renovables y acelerar la transición energética contribuyendo a la seguridad energética», una meta que hasta ahora se viene cumpliendo de forma dispar, con países que muestran un proceso de aceleración –como Chile o Uruguay–, y otros más lentos, como Argentina.
Sobre este tema, Petro propuso avanzar hacia una red de energías limpias a nivel regional y denunció al «capitalismo fósil» como el padre de todas las desgracias ambientales globales. «Sudamérica es la región con mayor potencial de energías limpias del mundo. Si nos unimos no solamente seríamos excedentarios en la generación de energías limpias para nuestras propias sociedades, sino que podríamos ser un motor para ayudar a las fuerzas progresistas de los Estados Unidos y el Canadá a cambiar su propia matriz de energía eléctrica», dijo durante la Cumbre. También hizo un llamamiento para que los países latinoamericanos no exporten litio «en bruto». «Se trata de que las energías limpias inicien el proceso de industrialización de América del Sur, que la industrialización, al lado del conocimiento, sea la marca que deja el nuevo progresismo latinoamericano para el futuro», añadió el mandatario. Avanzar hacia un equilibrio entre producción y cuidado del ambiente es un desafío enorme para los países de la región. «Es complicado porque hay dependencias, necesidades y tensiones aún dentro de las propias coaliciones políticas», concluyó Ventura.