28 de septiembre de 2025
El presidente será el protagonista de la campaña electoral con el empujón político y económico de Donald Trump. La riesgosa apuesta de caracterizar a los comicios legislativos como una suerte de plebiscito.

Disputa interna. Caputo volvió a decidir ejes de campaña, pero Karina Milei impuso la protección de su equipo tras la derrota bonaerense.
Foto: NA
El Gobierno de Donald Trump le regaló a Javier Milei una dosis de oxígeno, inyectada directamente desde el Tesoro estadounidense. Luego de días agitados, con el fantasma de un quiebre institucional revoloteando y el lastre de los escándalos internos, La Libertad Avanza (LLA) buscará relanzar su campaña electoral. Sus principales dirigentes se muestran aliviados, aunque con la carga de haber atravesado semanas críticas después de la derrota legislativa en la provincia de Buenos Aires y la pérdida gradual de aliados en el Congreso.
Washington se puso la camiseta de Milei. El anuncio del secretario del Tesoro, Scott Bessent, quien repitió que su país está listo «para hacer lo que sea necesario para apoyar a la Argentina», se ubica entre los episodios más significativos de respaldo en la historia de Estados Unidos a un país periférico, a la vez que desata sospechas sobre lo que esa ayuda podría implicar en términos de soberanía nacional. El mensaje representa un hecho de intromisión inédita en la política local, ya que Trump no oculta que sus buenas intenciones están atadas a la performance del oficialismo en octubre.
¿Nueva era?
Pese a los reparos que enseguida marcó el grueso de la oposición, la noticia se recibió con bombos y platillos en la Casa Rosada. El ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo, celebró con tono mesiánico el apoyo de Bessent: «Argentinos, empieza una nueva era. A trabajar todos juntos para hacer nuestro país grande nuevamente». Los principales dirigentes de LLA creen haber superado la corrida cambiaria y los días de alta volatilidad donde el Riesgo País parecía no tener techo y el peronismo se mostraba envalentonado por su contundente triunfo en la provincia de Buenos Aires. Pasado el pico de la crisis, la Rosada ajusta su libreto y redobla la apuesta para nacionalizar la campaña. El objetivo es claro: conseguir una victoria que, más que sumar bancas, legitime al presidente y le otorgue gobernabilidad para el segundo tramo de su mandato.
Milei será el gran protagonista de la campaña libertaria, con el riesgo que implica definir a la elección legislativa como un plebiscito nacional de su gestión. La decisión comunicacional de Santiago Caputo –de exponer al presidente y mostrarlo al mando– expresa tanto una fortaleza como una debilidad: si bien su figura mide, sabe que resulta imprescindible porque los candidatos elegidos no resultan convocantes. En rigor, en el comando de campaña asumen que la «marca» de LLA no es suficiente, y necesitan que el que se ponga al frente sea el propio Milei. Apuntarán a sostener la polarización extrema, buscando que el electorado se vea forzado a elegir entre el modelo actual y el «retorno» del kirchnerismo, buscando desarticular el crecimiento de cualquier alternativa de centro y restándole importancia a los gobernadores.
Karina Milei, la arquitecta electoral, fue revalidada una y otra vez por su hermano, pese a haber tomado decisiones políticas cuestionables en las provincias y que hoy es la cara del escándalo de las presuntas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), reveladas por los audios filtrados de su extitular, Diego Spagnuolo. La secretaria general de la Presidencia no tendrá un rol público, pero seguirá supervisando la campaña desde las sombras y logró su cometido de vetar los cambios de gabinete para evitar que arrasaran con su ladero, Eduardo «Lule» Menem.

Financista electoral. Luis Caputo celebró con emoción el apoyo de Scott Bessent.
Foto: @LuisCaputoAR
Por el piso
En los despachos libertarios repiten un número ambicioso: buscan alcanzar un piso cercano al 35% de los votos a nivel nacional, para mostrarle al FMI, Trump y los mercados que el país puede volver a teñirse de violeta. También creen que, de lograr esa marca, se consolidará un bloque legislativo más robusto, clave para aprobar las reformas pendientes y las que ya anticipan para el segundo tramo del mandato, como la reforma laboral y la reforma impositiva, dos temas en los que el FMI estaría particularmente interesado para que avance la Argentina.
El mayor desafío electoral se le presentará en la provincia de Buenos Aires, donde el triunfo de Fuerza Patria en las elecciones legislativas de septiembre le dio un golpe que evidenció los límites de los libertarios, principalmente en el Conurbano, el corazón electoral del país. El peronismo se ordena y encuentra una oportunidad en la derrota libertaria bonaerense. El gobernador Axel Kicillof, fortalecido tras el resultado, consolida su liderazgo y se perfila como un dirigente que traspasa los límites provinciales, aunque debe hacer equilibrio en su alianza con Cristina Fernández y Sergio Massa, en una interna que por ahora se pospuso, pero sigue cargada.
Milei también estará obligado a hacer una buena elección en la región centro, el territorio donde pisan fuerte dos gobernadores nucleados en Provincias Unidas: el cordobés Martín Llaryora y el santafesino Maximiliano Pullaro, quienes también buscan capitalizar el descontento y esquivar la polarización, al menos en sus provincias. Milei les otorgó –sin buscarlo– un impulso más en los últimos días, con el fiasco de su anuncio de «retenciones cero» a granos a través de un DNU. En principio, estaba previsto que la medida durara hasta el 31 de octubre, en un guiño al campo para que liquidara divisas, pero finalmente se extinguió en apenas tres días cuando se agotó el cupo de 7.000 millones de dólares que había impuesto el Gobierno. Seis empresas concentraron casi el 80% de las ventas. La fugacidad del beneficio y su concentración en pocas manos desató un enojo significativo en el sector, que verbalizó incluso el presidente de la Sociedad Rural, Nicolás Pino. En ese sentido, lo que había sido previsto como un guiño político para trabajar el voto del campo podría generarles un nuevo dolor de cabeza electoral. Octubre definirá no solo el equilibrio de fuerzas en el Congreso, sino que será –por decisión del propio Gobierno– un plebiscito a la gestión de Milei. Si la economía no muestra signos contundentes de recuperación para esa fecha y el Gobierno no logra sumar los votos esperados, el camino hacia 2027 se volverá más empinado y la oposición podría imponerle un volantazo en el programa económico. El resultado de las legislativas será un mapa preciso de cuánto apoyo real tiene el presidente más allá de la mística, y reflejará si su base electoral resulta suficiente para enfrentar a un peronismo que, aun dividido y con heridas abiertas, conoce a fondo el juego del poder territorial.