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Falta Télam

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Fabián Waldman

A un año de su cierre, las inundaciones en Bahía Blanca dejaron al descubierto la necesidad de una agencia nacional de noticias que brinde información confiable y objetiva a todo el país.

Reclamo desoído. Trabajadores de la agencia protestaron ante los despidos que terminaron en el cierre hace un año.

Foto: Guido Piotrkowski

El lunes 10 de marzo, la red social X dejó de funcionar porque, según Elon Musk, dueño de la compañía, había sido hackeada. En ese lapso, la jefatura de Gabinete, a cargo de Guillermo Francos, difundió –entre periodistas acreditados en Casa Rosada– desde su WhatsApp información relacionada con la catástrofe. «Por problemas de la red social X, envío el último posteo del jefe de Gabinete de la Nación por este medio: “Conforme a lo comprometido el sábado con el ministro Carlos Bianco, hoy se transfirieron a la provincia de Buenos Aires 10.000 millones de pesos para atender las primeras urgencias en Bahía Blanca”». De este modo se mostró cómo la única vía de comunicación que concibe la actual gestión es la red social X, en muchos casos usando las cuentas personales de los funcionarios. La acción de gobierno ante un desastre como el que está sufriendo la ciudad bonaerense y sus alrededores debe ser difundida con precisión, hay mucha gente afectada que espera esas noticias, y en ese plano se evidenció la falta de una agencia como Télam.

En la campaña electoral se habían anticipado las políticas libertarias hacia los medios públicos. En ese contexto, La Libertad Avanza se dedicó a denostar a la agencia oficial. «Para que queremos Télam si existe Twitter», dijo el legislador porteño Ramiro Marra, quien justificó de esa manera el curso que seguiría el organismo creado en 1945.
«Eliminamos agencias del Gobierno como el Inadi, que además de cumplir el rol de la policía del pensamiento contaba con un presupuesto anual de 2.800 millones de pesos para mantener militantes rentados. En esta misma línea, vamos a cerrar la agencia Télam, que ha sido utilizada durante las últimas décadas como una agencia de propaganda kirchnerista», completaba el dirigente hoy expulsado por sus propios compañeros políticos.

El 1° de marzo pasado se cumplió un año del cierre de la Agencia Télam, anunciado por el presidente Javier Milei en el discurso de apertura de sesiones ordinarias de 2024.

En pocos caracteres
Bernarda Llorente, extitular de Télam, le detalló a Acción lo que hubiera realizado la agencia ante el desastre climático bahiense: «Habría sido una cobertura sobre cómo un país en conjunto reacciona ante una catástrofe», dijo.

Bahía Blanca puso de manifiesto la necesidad y el lugar que ocupaba Télam para poder comunicarnos lo que ocurría en todo el país. Para Llorente, era la única agencia federal de noticias con capacidad para transmitir «lo que le pasaba a la gente sin intermediaciones de Buenos Aires».

«El Gobierno de Milei subestimó la comunicación oficial», señaló. A su juicio, la comunicación de la acción de gobierno es bastante escasa y mentirosa en cuanto a los resultados concretos. También destaca «la endeblez de un sistema de comunicación mundial que está en manos de las grandes corporaciones tecnológicas».

No se trata de dar una opinión desinformando al público. El Gobierno depende de un tercero para que se haga efectiva la comunicación. OPRA, la cuenta llamada Oficina de Presidencia, existe solo en la red social X, no tiene un espacio físico y tampoco figura en el organigrama del Gobierno. Pertenece al equipo de Comunicación Digital, estructura que responde directamente al asesor monotributista Santiago Caputo. El funcionario no nombrado con más poder en el Ejecutivo es el tercer vértice del «Triángulo de hierro» que conforma junto al propio Javier y Karina Milei, según el mandatario.

«Es la virtualidad de la virtualidad», dice Llorente refiriéndose a OPRA. La libertad de expresión está acotada por muchas cuestiones, pero también porque apuntan contra la propia existencia de los medios que tomaban la asistencia informativa de Télam.

Llorente imagina la cobertura que hubiese organizado para Bahía Blanca. «Sobre todo hubiese sido de calidad», y desplegado un equipo de video, otro de radio, cronistas y la información más completa para cubrir todas las fuentes. Para la exfuncionaria existen hoy muchos pedidos de donaciones no organizadas que complican más la ayuda.

Añadió que incluso la solidaridad tiene que ser informada y direccionada. «El Gobierno está hoy más preocupado por mantener el apagón informativo que por informar a la población». Para Llorente esta situación la expresó la visita casi clandestina del presidente a Bahía Blanca, con miedo a la gente y con la necesidad de luego acomodar la información.

Llorente se anima a predecir que ante la derrota del Gobierno en la batalla que habían diseñado y capitalizaban a través de las redes sociales reaparecerá la pauta. También tendrán que rediseñar algunas formas de información, ya que las que creían que eran seguras se están cayendo. Así lo demostraron la convocatoria de los jubilados, Bahía Blanca y la criptoestafa $Libra.

Para Carla Gaudensi, titular de Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (Fatpren), secretaria adjunta del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) y trabajadora de RTA (Radio y Televisión Argentina) se eliminó una voz importante que tiene el Gobierno nacional al decidir el cierre de Télam. Desde el Sipreba señalaron que los argentinos debemos estar informados en todo el país y la ausencia de Télam lo impide.

Gaudensi afirma que los medios de comunicación tienen que contar con sus redes sociales, pero no se puede reemplazar ni la calidad informativa ni lo que requiere el procesamiento de esa información. «No se reduce lo que pasa en nuestro país a unos pocos caracteres», concluye.

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