Política

Juego adelantado

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A 14 meses de las primarias abiertas, los precandidatos opositores ya trabajan en la construcción de alianzas y frentes para competir con el kirchnerismo. Contradicciones y búsqueda de acuerdos.

 

Casa Rosada. Dirigentes políticos con aspiraciones de llegar a Balcarce 50 lanzaron una prematura campaña electoral. (Jorge Aloy)

El alto grado de indefinición ideológica que impide distinguir programáticamente a los precandidatos, la permanente cooptación de referentes de otras fuerzas y las contradicciones que se pretenden disimular con aclaraciones que poco aclaran, son las características sobresalientes de la prematura campaña electoral en curso.
La senadora porteña del Pro, Gabriela Michetti, por ejemplo, promovió todo tipo de conjeturas con sus actitudes de las últimas semanas. En declaraciones radiales hizo una preocupante radiografía de las dificultades de su organización para insertarse fuera de la Ciudad de Buenos Aires. «No tenemos un partido potente ni muchos dirigentes a nivel nacional; por eso nuestra idea es estar muy abiertos al diálogo con otros dirigentes e ir sumando gente que nunca se dedicó a la política», dijo. Consultada acerca de si eso implicaba la necesidad de construir una nueva alternativa, contestó: «Sí, creo que es lo que hay que hacer». Poco después se mostró junto con los referentes del Frente Amplio Unen (FAU) Elisa Carrió y Julio Cobos, con quienes se fotografió sin timidez. Tanta osadía comenzó a disiparse a las pocas horas, cuando aseguró que «ni soñando dejaría el macrismo». No obstante, la Fundación Suma, que ella conduce, y el Instituto Hannah Arendt, creado por Carrió, han acordado actividades conjuntas, y la propia diputada chaqueña, que había expresado públicamente la necesidad de que el Pro se incorporara al FAU, fue terminante al afirmar: «Alianzas que eran imposibles de pensar hace un tiempo son posibles ahora porque el que dirime el conflicto es el pueblo».
Como si fueran pocas las preocupaciones de la dirigencia macrista, el vicepresidente primero de la Legislatura porteña, Cristian Ritondo, de extracción peronista, se mostró sonriente junto con el líder del Frente Renovador (FR), Sergio Massa, circunstancia que inesperadamente planteó la posibilidad de que este destacado colaborador del jefe de Gobierno de Buenos Aires, Mauricio Macri, pudiera ingresar a las filas del Frente Renovador si el Pro no consigue desplegar sus alas.
Otro problema, aparentemente menor, que deberá afrontar el equipo de Macri tiene su epicentro en la provincia de Buenos Aires. Allí, Ramiro Tagliaferro, esposo de la postulante a la gobernación María Eugenia Vidal, renunció a la dirección de la campaña de su mujer, disconforme con la escasez de los recursos que se le asignaron para tal tarea. No son pocos los que pronostican que este concejal de Morón, ingresado en la boleta del Frente Renovador por el acuerdo que en su momento se concertó con el Pro, podría concretar oficialmente su ingreso al massismo.
En tanto, el mercado de pases aporta permanentes novedades. El gobernador de Córdoba, José Manuel De la Sota, que no abandonó sus ilusiones de competir por la candidatura presidencial en las PASO, es pretendido tanto por Massa como por Daniel Scioli, pero hasta el momento coquetea con ambos. El puntano Adolfo Rodríguez Saá ya habría acordado su apoyo al FR, y decenas de intendentes y concejales de varias provincias están siendo asediados por el sciolismo y el massismo, que, si bien competirán en las PASO representando a distintas fuerzas, se disputan el mismo electorado. El ex presidente Eduardo Duhalde está tan seguro de ello que, para evitar divisiones dañosas, confesó que le gustaría que integraran la misma fórmula, al tiempo que fustigó la tibieza de su hasta entonces aliado, el santafesino Carlos Alberto Reutemann. La respuesta no se hizo esperar y tuvo características salvajes: «O está gagá o es un hijo de puta que trabaja para Scioli», disparó el ex piloto de Fórmula Uno.
Un factor que merece tomarse en cuenta es que la que hasta hace poco tiempo fue la principal arma de seducción de Massa y le permitió acumular adhesiones heterogéneas –su decisión de no colisionar ni formular definiciones tajantes– se ha convertido en un obstáculo objetivo para el afianzamiento de su candidatura. En primer lugar, porque sus oponentes lo están obligando a meterse en la pelea, y en segundo lugar, porque muchos de sus potenciales votantes pretenden saber, por caso, qué va a hacer con la economía.
En un artículo publicado por el blog El Estadista, firmado por María Esperanza Casullo, se plantea la cuestión con claridad: «Hasta ahora el massismo no ha entregado ninguna definición de política económica cuando la economía es un tema central para el presente y el futuro del país. Los problemas de este momento histórico son evidentes; también lo es que un futuro gobierno tendrá que tomar decisiones difíciles de asignación de recursos. ¿Piensa el massismo que la política económica de este gobierno tiene aún un apoyo amplio y por lo tanto resulta mejor no hablar de ella? ¿No tiene aún una agenda propia? ¿La tiene y estima que será impopular? No lo sabemos».

 

Indefiniciones
Otro de los latiguillos preferidos del diputado y ex intendente de Tigre, «vamos a mantener lo bueno y a cambiar lo malo del kirchnerismo», está perdiendo efectividad en la medida en que no precisa a qué se refiere. Massa fue replicado con dureza por el ministro de Defensa, Agustín Rossi, quien sin recurrir a metáfora alguna, asestó: «No hay frase más imbécil en la política argentina que la que dice “voy a apoyar lo que está bien y oponerme a lo que está mal”, porque nadie va a apoyar lo que está mal y a criticar lo que está bien». Cabe señalar al respecto que, aunque todavía no se perciba con claridad, parecería crecer en un amplio segmento de la opinión pública cierto cansancio por las discusiones estériles que plantea la agenda mediática. Mientras se elude debatir a fondo sobre las políticas para reducir el empleo en negro, la costosa asistencia a la educación privada, la necesidad de una mayor equidad fiscal, entre otras cuestiones importantes, se inventa, por ejemplo, una polémica absurda sobre la autenticidad de la carta protocolar del Papa por un nuevo aniversario del 25 de mayo de 1810, que no contiene elemento alguno capaz de promover la controversia.
El FAU tampoco las tiene todas consigo. Si bien logró trabajosamente que en los primeros actos los precandidatos se limitaran a saludar para evitar desnudar las contradicciones existentes, la cuidada estrategia se derrumbó en un acto realizado en la localidad bonaerense de San Nicolás al que asistieron los cinco potenciales presidenciables. Allí, Hermes Binner, el ex gobernador de Santa Fe, que encabeza en su provincia una coalición hegemonizada por el Partido Socialista, reiteró su oposición a que el macrismo se incorpore a la alianza y precisó que ésta se funda en «el acuerdo de todos los sectores de la izquierda nacional». La extraña caracterización fue inmediatamente replicada por Carrió, quien se ocupó de aclarar lo que siempre pareció obvio: «Muchos de nosotros venimos del humanismo, no somos de izquierda. Hay mucha expectativa puesta en nosotros por gente de centro y conservadora».

Daniel Vilá