Política | POSICIONAMIENTO INTERNACIONAL

La diplomacia de la sumisión

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Néstor Restivo

El paso de Javier Milei por la ONU profundizó su alianza con Donald Trump y Benjamín Netanyahu. Aislamiento del mundo y soberanía en riesgo.

Apoyo irrestricto. En su encuentro en EE.UU., Milei respaldó la política guerrera del premier israelí.

Foto: NA

Javier Milei volvió a ratificar en la Asamblea General de la ONU y en sus contactos bilaterales su alineamiento absoluto con Estados Unidos e Israel, ubicando a la Argentina a contramano de una mayoría aplastante del resto del mundo. Nadie podrá negarle coherencia. Desde la campaña electoral de 2023 vino diciendo que lo haría.

Ni con Carlos Menem y sus «relaciones carnales» con Washington o su embanderamiento en la guerra contra Irak, ni con Mauricio Macri en igual sentido (negocios con EE.UU., lazos con Israel a través de la extrema derecha en la DAIA y otras instancias), jamás la política argentina había mostrado tal sometimiento. Datos difundidos estas últimas semanas refieren una coincidencia inédita entre los votos de Argentina y de EE.UU. en cada resolución de la ONU durante 2024. Muy arriba de 90%. Ni Israel luce ese paralelo. Ni tampoco (en verdad, mucho menos) otros países aliados de EE.UU. en Latinoamérica como Ecuador, El Salvador o Paraguay. El promedio de coincidencias de la región fue 41%; el de la Argentina de Milei, más del doble. Cuando se conozcan los datos de 2025, ese posicionamiento estará ratificado, con «hitos» de este año como el retiro de Argentina del Consejo de Derechos Humanos, un campo donde nuestro país había ganado prestigio internacional durante años, o la ausencia de la delegación nacional para no votar una resolución votada por 145 países para que Palestina participe en esta 80 sesión de Naciones Unidas.

Agenda compartida
El anunciado «salvataje» del Tesoro estadounidense al sistema financiero argentino es una vuelta de tuerca más sobre esa sumisión. El discurso de Milei en la ONU, además, asumió todos los presupuestos de la agenda MAGA (Make America Great Again, «Haz a Estados Unidos grande otra vez») del presidente Donald Trump, a cuya gestión llenó de cumplidos. Milei elogió los recortes de motosierra en EE.UU., en otros países y en los organismos multilaterales; atacó a lo que llamó «izquierda radical» e «izquierda global» (¿se refería a los BRICS, grupo que decidió abandonar?) que supuestamente dominarían la ONU y otros resortes globales; defendió sin medias tintas al Gobierno israelí ante el genocidio de palestinos que ni mencionó, postuló la eliminación de toda multilateralidad (la disfrazó de «supranacionalidad», un «extralimitarse» de la ONU) para permitir que cada Estado hago lo que se le antoje; atacó a Venezuela por el caso del gendarme argentino detenido, pero omitió la ofensiva militar de EE.UU. en el Caribe, que ya mató a varias personas y amenaza no solo al Gobierno bolivariano, sino la seguridad de toda América Latina, zona de paz como ninguna otra en el mundo.

Después de ver a Trump y lagrimear por el «rescate» del Tesoro, Milei se quedó en Nueva York y se entrevistó con otros de sus ídolos, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu. Lo hizo tras conversar con dirigentes del lobby judío de EE.UU. y visitar la tumba del rabino que lideró el movimiento jasídico Lubavitch con el cual el mandatario nutre su misticismo.

Netanyahu no es solo responsable principal de las atroces acciones militares contra Gaza, sino que ha profundizado la expansión de asentamientos israelíes en el otro territorio palestino, Cisjordania. Su intento de limpieza étnica viene de años antes de la masacre que cometió Hamas, ha sido repudiado por la mayoría de los países y la Corte Penal Internacional le giró orden de arresto en 2024. Muchos países encaran acciones concretas de repudio oficial contra Israel, hoy una teocracia que pese a esas condenas y con apoyo de EE.UU. avanza contra viento y marea, decidida a intervenir en todo Medio Oriente en pos de un supuesto sueño bíblico.

Bombardea a Irán, a Líbano, a Siria, a Yemen, a Qatar (¡mientras ese país mediaba en la negociación con Hamas!), ataca con drones a los barcos que llevan ayuda humanitaria, mata a centenares de periodistas o empleados de la ONU como en ningún otro conflicto armado anterior… ¿qué más hará Netanyahu?

En la tarima de la ONU, organismo al que ignora y detesta, como Milei o como Trump, el primer ministro israelí condenó que países como el Reino Unido, Portugal, Canadá y Australia reconocieran el Estado de Palestina (se sumaron a las 147 naciones que son miembros de la ONU y reconocen al Estado palestino), al que llama terrorista y a su gente, sin distinción, «asesinos, violadores y quemadores de niños». Sus exaliados ahora «quieren darles un Estado en el corazón de la Tierra de Israel. Esto no sucederá», amenazó. La Argentina lo apoya, aunque la mayoría del mundo urge a parar el genocidio. A contramano de una solución pacífica y diplomática de ese conflicto interminable en Oriente Medio, el «libertario» se abraza al infierno.

Lula da Silva. El brasileño abrió la ronda de discursos en la ONU y ratificó la importancia del sur global y los BRICS.

Foto: Getty Images

Pieza clave
Los medios y la derecha dominantes no dicen, como hacían antes en sentido contrario, que con todo esto la Argentina queda «aislada del mundo», porque para ellos ese mundo, el llamado sur global, es despreciable, a pesar de que abarca la mayor parte de la humanidad, de sus riquezas y de su población. El noratlantismo y sus aliados están hoy en declive, el mundo que armó en la posguerra se desmorona día a día a la vista de todos, sus democracias crujen, y queda hoy desnudo como una fracción minúscula del planeta, más allá del peso militar y económico que, a pesar de su retroceso, todavía ostenta el centro del imperio.

Brasil y China, parte sustancial de los BRICS, son los dos grandes socios comerciales de Argentina, pero desde que está Milei, prácticamente no hay relación con ninguno de ellos, a nivel Estado nacional. Milei no los ha visitado (a Brasil solo fue por el G20 y a una cumbre de ultraderecha en Camboriú), como a casi ningún otro país de América Latina, ni siquiera a todas las provincias de su propio país, pero a EE.UU. fue ya una docena de veces y a Israel, dos.

Luego de este nuevo paso por la ONU, la Argentina de La Libertad Avanza confirma una línea de política exterior ruinosa para la nación y, en cambio, EE.UU. e Israel ganan sin mucho esfuerzo un aliado importante por sus recursos y por lo geoestratégico en Latinoamérica. Pieza clave de un territorio en disputa, la Argentina manejada por su Gobierno actual ya decidió jugar del lado más refractario a su posibilidad de desarrollo y a su soberanía. Al respecto: el lunes, en su primera acción pública de regreso al país, Milei hablará en Tierra del Fuego. ¿Argentinos y fueguinos en particular deben temer algo?

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