Política

La trama del tejido

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El paciente trabajo de equilibrios políticos del gobernador bonaerense llegó a un punto de definición con la proclamación expresa de sus aspiraciones presidenciales.

 

Verano. El gobernador bonaerense con su esposa, Karina Rabolini, en un festival de música tropical en Mar del Plata. Astucia, constancia y el sueño de la presidencia. (Télam)

Hasta los más enconados adversarios de Daniel Scioli reconocen que si de algo no carece el gobernador bonaerense es de astucia, atributo que le ha permitido sobrevivir políticamente durante casi dos décadas adaptándose a las más difíciles y cambiantes contingencias. Tras asimilar los golpes que le fueron propinados en diferentes oportunidades por los referentes del kirchnerismo más combativo y eludir con habilidad definiciones tajantes que pudieran malquistarlo con el establishment, el peronismo conservador, las organizaciones juveniles que lo cuestionaban o las distintas fracciones del sindicalismo, logró que sus propios oponentes reconocieran la legitimidad de sus ambiciones presidenciales. Desde el vicegobernador Gabriel Mariotto, con el que estuvo duramente enfrentado, hasta el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez –quien se ocupó de precisar que en lo personal no se siente representado por él–, han admitido que tiene derecho a postularse, y trascendió que la propia Presidenta entiende que no se le puede negar esa posibilidad a quien ganó con el 55% de los votos la provincia que gestiona, lo que no significa, ni mucho menos, un respaldo a su candidatura.
Pero, además de aquellos que a regañadientes le allanan el camino, Scioli ha logrado el apoyo explícito de varios dirigentes justicialistas; entre ellos, el gobernador de San Juan, José Luis Gioja, quien en declaraciones públicas lo definió como «un dirigente representativo del Frente para la Victoria y del peronismo» y aprovechó la oportunidad para propiciar el regreso al nido del intendente de Tigre, Sergio Massa, al que también le asignó un espacio dentro del FPV, por considerar que «el que se va sin que lo corran puede volver sin que lo llamen».
En el aluvional proceso de acumulación política que ha puesto en marcha, Scioli habría incorporado a su equipo de asesores económicos, en el que ya revistaban el ex ministro Roberto Lavagna –que tiene un pie en cada bote, ya que también aconseja a Massa– y el presidente del Banco Central durante el gobierno de Eduardo Duhalde, Mario Blejer, a un connotado exponente del neoliberalismo, Carlos Melconian, estrechamente ligado con Carlos Menem y frustrado candidato a legislador por el macrismo bonaerense.
Por otra parte, resolvió reforzar su campaña con una rauda incursión en el frente externo, y para ello eligió un ámbito controvertido, el Council of the Americas, foro integrado por economistas, académicos y empresarios vinculados al establishment estadounidense, desde donde envió un ambiguo mensaje en el que se combinaba una prolija defensa del proyecto kirchnerista con la reivindicación de los objetivos económicos del neoliberalismo. Así, propuso una «Argentina universal, reinsertada en la economía mundial, cuidando a sus trabajadores y empresas», respaldada por «una dinámica de inversiones para sostener el crecimiento». Posteriormente, en declaraciones radiales, insistió en esa curiosa alquimia ideológica con una exhortación a evitar los extremos, «el populismo y el liberalismo», y subrayó que su responsabilidad consiste en «cuidar lo que la gente no quiere que cambie, cambiar lo que haya que cambiar, corregir lo que haya que corregir y ponerle mucho desarrollo al país», la fórmula perfecta del equilibrismo.

 

Suma y resta
Su afán de sumar en todos los ámbitos y evitar conflictos con los factores de poder motivó el desplazamiento del ministro de Asuntos Agrarios de la provincia, Gustavo Arrieta, y su reemplazo por Alejandro Rodríguez, un tandilense muy vinculado con las entidades rurales que integran la Mesa de Enlace, con las que se ha acordado la realización de una reunión mensual con agenda abierta, una hábil operación con la que intenta neutralizar la influencia del massismo, que pretende constituirse en portavoz de las patronales agrarias.
Ya a fines del año pasado, el gobernador había dado muestras de su buena voluntad para con el sector al suspender por tres meses la contribución especial del impuesto inmobiliario rural. Contra lo que podría pensarse, no se trataba de exigir de los productores un esfuerzo extraordinario, ya que la suba era de menos de 9 pesos por hectárea. Cabe señalar que, en este caso, tanto el radicalismo, como el massismo y el progresismo frenteamplista renunciaron a su rol opositor para coincidir plenamente con la decisión, aunque ella implicaba un mayor endeudamiento provincial.
Con todo, sus adversarios aseguran que a Scioli es más difícil vencerlo en el torneo de Fútbol 5 del que participa con su equipo Los piqueteros de La Ñata –la quinta de su propiedad en la que suelen sellarse las alianzas que urde– que en la arena política, donde ha acumulado varios traspiés; el último de ellos, cuando propició la intervención de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narcotráfico, obviando que tal tarea les está expresamente vedada por la Ley de Seguridad Interior. Todo indica que ahora deberá lidiar en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) con otros postulantes del kirchnerismo, entre los cuales descollará aquel que consiga el respaldo de la Presidenta.

Massa. El ex intendente de Tigre descartó una interna con Scioli. (Télam)

Uno de sus mayores problemas para instalarse en un lugar preferencial en la puja por la candidatura presidencial radica en que el segmento del electorado que supo conquistar cultivando ese perfil de equilibrada moderación es el mismo en el que hoy Massa ha logrado notorios avances. Ambos están convencidos de que probablemente no haya lugar para los dos; de allí que hayan puesto el pie en el acelerador para asegurarse el mejor lugar en la largada. En ese sentido, la versión acerca de una propuesta de Scioli a Massa para concretar una primaria de la cual saldría el aspirante peronista a suceder a la Presidenta ha sido interpretada por algunos analistas como una demostración de fuerza del gobernador, quien parece mostrarse seguro de que se impondría en la eventual contienda, con el apoyo de gobernadores e intendentes.

 

Manchas del tigre
Los asesores del tigrense, en cambio, entienden que una jugada de tales características, además de ser extremadamente riesgosa, desdibujaría la imagen «renovadora» de Massa y podría comprometer sus esfuerzos por presentarse como una opción que trascienda los límites del justicialismo. Se estima que este extraño planteo tiene mucho que ver con un proyecto que comenzó a difundirse en las últimas semanas en el que están interesados sectores del oficialismo y la oposición y que tiene como objetivo central la modificación de la ley de las PASO con el fin de permitir a los derrotados ocupar el segundo lugar de la fórmula de los vencedores, como un modo de alentar la participación.
Descartada, prácticamente, la audaz iniciativa, la clave para afianzar las ambiciones de ambos contendientes es la estructura que consigan armar en el distrito y, sobre todo, en el crucial conurbano bonaerense. Scioli tiene un horizonte complicado, ya que si bien tanto Martín Insaurralde como Mariotto, que aspiran a la gobernación, podrían acompañar su candidatura presidencial si las negociaciones llegan a buen puerto, hay otros postulantes dispuestos a participar de las PASO que no lo harían de ninguna manera; entre ellos, Fernando Chino Navarro, referente del Movimiento Evita, a quien acompañaría en la fórmula el intendente de Ensenada, Mario Secco.
En la interna del massismo, todos los aspirantes a la gobernación se disciplinan a su líder, pero la complicación radica en su multiplicación. Además del ex intendente de Almirante Brown y actual diputado nacional Darío Giustozzi, que cuenta con las mayores chances, se anotaron, entre otros, el polémico intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, su par de San Miguel, Joaquín De la Torre, y la diputada provincial Mónica López, que en los últimos comicios abandonó las filas de Francisco de Narváez para integrar las de Massa. López cuenta con un aceitado aparato de propaganda que le asegura pintadas, pasacalles y afiches en las principales rutas bonaerenses, gracias al respaldo que le brinda su marido, el dirigente petrolero Alberto Roberti.

Daniel Vilá

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