Política

La UCR cruje

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Ricardo Alfonsín encabeza el sector interno más crítico de cómo se maneja la alianza con el PRO y reclama a la dirigencia no perder la identidad. Pase de facturas por decisiones que pueden repercutir en la elección de medio término.


Consultas. Alfonsín pide que el gobierno tenga más en cuenta al radicalismo. (Télam)

Como ocurrió hace ya casi dos años en la convención de Gualeguaychú, cuando selló su alianza con el PRO, la Unión Cívica Radical se encamina a un nuevo contrapunto interno para determinar su estrategia electoral, en un 2017 marcado por la renovación legislativa en el Congreso y en varias provincias y municipios.
Al igual que en marzo de 2015, antes de que Ernesto Sanz lograse aunar a los radicales con la candidatura de Mauricio Macri, hoy las posiciones son claras. Por un lado, hay quienes advierten que, de seguir así, la UCR no solo terminará de licuar su identidad, sino que puede quedar reducida a una expresión dentro del PRO. Son un grupo de dirigentes encabezados por Ricardo Alfonsín, críticos de lo hecho por el Comité Nacional que lidera José Corral. El máximo órgano partidario busca en cambio mantenerse alineado con la Casa Rosada y alcanzar el objetivo que planteó Macri: listas de unidad y evitar el desgaste de las PASO.
Semanas atrás, impulsados por Alfonsín, media docena de «correligionarios» se reunieron en la Fundación Ricardo Rojas para alertar acerca del «riesgo de extinción» si no marcan sus discrepancias con la gestión PRO. Hubo reclamos a Corral y llamados para que la fuerza «reafirme su condición progresista» y no pierda peso en «los temas centrales de la sociedad».
Graficando la situación, Alfonsín aseguró: «Si nos consultaban no hubieran nombrado jueces de la Corte por decreto, ni le quitaban retenciones a las mineras». Días después habló de los escándalos del correo y la Anses, y celebró la marcha atrás. Para el diputado «la mejor manera de saldar las diferencias en Cambiemos es ir a las PASO», y aclaró que «ninguna cumbre puede impedir que alguien se presente».
Así planteado, el enfrentamiento parece una remake de 2015. Los díscolos entienden que sus vaticinios de entonces son las certezas de ahora. Y para los coalicionistas, su rol en la victoria de Macri y el lugar que ocupan en el Congreso indican que la estrategia fue acertada y debe consolidarse.

La lucha por el poder
En diálogo con Acción, Walter Ceballos, secretario del Comité Nacional y funcionario del Ministerio de Defensa, señaló que «el desafío es aportarle a Cambiemos la mayor representatividad legislativa, fundamentalmente en las cámaras nacionales», aunque dejó en claro que la UCR velará por sus intereses. «Estamos hablando de poder, no de carmelitas descalzas –subrayó–. Todos los partidos que integramos una coalición política lo que queremos tener es el mayor poder posible». Sobre la incidencia en las decisiones de la Rosada, retrucó que «cuando uno es parte de un gobierno, la manera de hacer un aporte es llevarle un fundamento al Ejecutivo, dejarle un punto de vista». Y en cuanto a las PASO, valoró la herramienta en situaciones donde no hay consenso pero pidió racionalidad. En ese sentido, interpretó que «el mensaje del presidente es que no convirtamos a la PASO en primarias en todos lados porque, a veces, terminan dejando un saldo agridulce en ciertos sectores y eso no garantiza la mayor potencia electoral».
Por lo pronto, en el entorno del vicegobernador bonaerense, Daniel Salvador, ya salieron al cruce de Alfonsín, al asegurar que las internas se usarán solo en casos locales y limitadas a una única lista y con boleta chica. A la inversa, en la Ciudad de Buenos Aires, donde Cambiemos no existe como frente, los seguidores radicales de Martín Lousteau, líder de ECO, están firmes en su idea de competir con el PRO, incluso yendo por afuera.
Luego del encuentro del 13 de febrero en Santa Fe y de la cumbre de legisladores el 24 y 25 en Villa Giardino, el punto de ebullición llegará el 3 de abril en La Plata. Ese día, la Convención Nacional renovará autoridades y discutirá su participación en la alianza con el gobierno. Hasta entonces, cada espacio seguirá haciendo su interpretación del célebre «que se rompa y no se doble».

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