1 de mayo de 2023
Cristina Fernández ratificó en La Plata las líneas troncales de la propuesta del Frente de Todos y planteó la disputa con la derecha extrema de Milei. Respuestas de Juntos por el Cambio.
Escenario. Cristina Fernández con miembros de la Escuela Néstor Kichner: «No podemos volver atrás».
Foto: Télam
El recuerdo a los 20 años de la elección en la que finalmente Néstor Kirchner resultaría consagrado presidente fue una ocasión que desde ningún espacio se desaprovechó para interpretar, y hasta reinterpretar, la historia reciente del país. Y sirvió para confirmar una vez más la centralidad que ocupa la vicepresidenta Cristina Fernández en el escenario político nacional. A tal punto que su discurso en el acto que se desarrolló el 27 de abril en el Teatro Argentino de La Plata en el lanzamiento de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner (EJNK), fue esperado por militantes y dirigentes del Frente de Todos con igual expectativa que los de la oposición más acérrima. La gran incógnita a despejar era si finalmente anunciaría su postulación a un nuevo período presidencial. Y volvió a repetir que la negativa que esbozó en diciembre pasado sigue vigente. «Yo ya viví, ya di lo que tenía que dar», dijo a modo de clausura sobre su postulación.
De todas maneras, esa frase, con lo que tiene de lapidaria o definitiva, no cierra la aspiración de muchos de quienes se encolumnan en su sector del peronismo y pugnan por contar con su figura en un comicio que se aventura particularmente difícil en un contexto de alta inflación, escasez de reservas y un clima externo que en términos poco académicos podría definirse como de «viento en contra».
Desde el tablado platense Cristina Fernández detalló el eje de lo que debería ser, según su interpretación, la disputa para esta ronda presidencial. «Es posible que 20 años después estemos discutiendo lo que fracasó en la Argentina. Es una Argentina que vuelve sobre sus fantasmas y sus viejos fracasos. No digo que tengamos la razón, pero no me quieran convencer de que tenemos que volver para atrás para resolver este presente», dijo la dos veces presidenta, tras afirmar que el problema inflacionario en el país está relacionado con las imposiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Y ahí puso el dedo en la llaga desde el título mismo de su exposición: «La Argentina circular. El FMI y su histórica receta de inflación y recesión».
«La Argentina fue el país que más se endeudó con fondos privados (desde 2016) y cuando no pudieron más, volvieron al FMI. Fue criminal lo que pasó», sostuvo Fernández. Si estas dos décadas están signadas por la crisis del 2001 y el fin de la convertibilidad, no es ajeno a aquel estallido el condicionamiento del FMI, que en 2006 había dejado de tener influencia luego de que Néstor Kirchner canceló el total de la deuda con el organismo de crédito.
Impacto del Fondo
Lo que Cristina Fernández puso sobre la mesa es un tema fundamental que solo un mecanismo de ocultamiento mediático y político puede barrer de los debates, como es el regreso del FMI y las ataduras que impone. No hace tanto en un programa de tevé se hizo una pequeña compulsa en las calles y la mayoría de los consultados –gente que circulaba ocasionalmente– ignoraba qué papel podía tener el FMI en la vida cotidiana o estaba convencida de que el crédito lo había contraído el Gobierno de Alberto Fernández. Y por otro lado, en todas las críticas a la gestión actual desde la oposición jamás se menciona el impacto del Fondo en el diseño de la economía.
El mismo jueves 27, horas antes de que la vicepresidenta hablara en la capital bonaerense, el contratante del acuerdo, Mauricio Macri, lanzó una carta pública fustigando este período. «Veinte años de una ocasión desperdiciada», tituló el expresidente. «Habíamos logrado salir de la peor crisis de nuestra historia y empezábamos, después de mucho dolor, a recuperarnos», dice el texto. Tras una enumeración de esos años en clave macrista, la carta concluye que «no habrá más años de kirchnerismo, más allá de lo que diga el resultado electoral. El dominio del kirchnerismo sobre el peronismo y sobre la política argentina se terminan en 2023».
Una gran familia. Con el expresidente fuera de la grilla de candidatos, la cúpula macrista intentó limar asperezas.
Foto: NA
Un par de días antes, Patricia Bullrich, precandidata por el PRO a la presidencia y una de las integrantes del Gobierno que renunció en 2001 en medio de esa crisis terminal que sesgadamente menciona Macri, había prometido en un foro empresarial que ella iba a «demoler el régimen económico de los últimos 20 años».
El factor Milei
La que fuera ministra de Trabajo del Gobierno de Fernando de la Rúa fue una de las participantes del encuentro que el macrismo celebró el viernes 28 en San Isidro, en la casa del exministro de la misma cartera, Jorge Triaca, junto con las principales espadas del partido: Macri, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, el diputado Diego Santilli, la exgobernadora María Eugenia Vidal, entre otros. En esa cumbre se debatieron las disputas internas en ese sector de cara a las PASO y en un entorno de críticas cruzadas luego de la renuncia del exmandatario a una nueva postulación y el rol que asumió el alcalde porteño para aspirar a la presidencia. Las únicas palabras salieron de boca del diputado Cristian Ritondo, designado vocero de ese tipo de cónclaves hace ya tiempo para controlar la versión oficial y evitar a los asistentes la tentación de hablar de más ante los micrófonos.
La novedad fue que se habrían de reunir con José Luis Espert para ofrecerle participar de las PASO dentro de Juntos por el Cambio. De alguna manera esta movida también obedece al discurso de Cristina Fernández, quien en el Teatro Argentino «subió al ring» a Javier Milei, el verborrágico competidor ultraliberal de Espert. Fue cuando rememoró discursos de quien definió como discípulo «con más pelo» del creador de la convertibilidad, en alusión a Domingo Cavallo, en el que acusaba a la dirigencia política de tenerle miedo. «Esos mamarrachos que dicen que “la casta” tiene miedo, ¿de qué te tenemos miedo? Si nunca te pasó nada. ¿De dónde te tenemos miedo?», dijo la líder del Frente de Todos, para luego insistir en que es «la única dirigente política que fue condenada, proscripta e intentada asesinar» y señalar que el Poder Judicial «no quiere investigar a los que me quisieron matar». Eso sí, reconoció que tiene miedo, pero porque sus nietos «puedan crecer en un país tan injusto e inequitativo».
Programas contrapuestos
Lo que en definitiva quedó claro tras el discurso de Cristina Fernández en La Plata y la respuesta conservadora es que en ninguno de los espacios con aspiraciones se está discutiendo, puntualmente, por personalidades sino sobre programas.
Para la expresidenta, el programa no será «uno de fe anticapitalista», y tras encuadrar al capitalismo como «el modelo de producción más eficiente», agregó que «la gran discusión no va a ser sobre si capitalismo sí o no, si no quién conduce el proceso de producción para no dañar tanto el medioambiente, si dejamos a los mercados o la política vuelve a tomar la dirección».
En el libro Segundo tiempo, Macri de alguna manera fijó su programa y es el que intenta imponer en el PRO, con mayor o menor acompañamiento de los otros socios de JxC, la UCR y la Coalición Cívica, que a pesar de hablar de sus diferencias con la ultraderecha, no se oponen a un acuerdo con Espert, un personaje no menos drástico en sus postulados económicos que el discípulo de Cavallo. Es que ese programa es el mismo y ni siquiera tienen que esforzarse mucho en elaborarlo. Es el que desde 2018 dicta el FMI.