10 de diciembre de 2023
Con un mensaje cuyo sentido se terminará de develar con el paquete de leyes que enviará al Congreso, Javier Milei inauguró su mandato. Eslóganes, inexactitudes y significativas presencias y ausencias.
Apegado a las formalidades, el presidente Javier Milei tomó posesión del cargo a las 12 del mediodía de este 10 de diciembre y 15 minutos más tarde dio su primer discurso. Un mensaje leído en el escenario que se montó en la explanada del Congreso, de espaldas al soberbio edificio legislativo, donde permanecieron sentados los mandatarios extranjeros que asistieron al recambio presidencial y que representan todo un símbolo de lo que el nuevo inquilino de la Casa Rosada pretende para su gestión. Ante ellos, y frente a una multitud de seguidores no tan masiva como pretendía el fundador de La Libertad Avanza, Milei se comprometió a llevar adelante un ajuste que, aseguró, será feroz y frente al cual, repitió varias veces, «no hay alternativa ni gradualismo».
Detrás de Milei, que habló de pie ante los micrófonos de la cadena oficial, se destacaron, de un lado, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, su colega armenio, Vahagn Jachaturián, el chileno Gabriel Boric y el rey de España, Felipe VI. Del otro sector, compartían imagen los jefes de Estado de Paraguay, Santiago Peña, el uruguayo Luis Lacalle Pou, el ecuatoriano Daniel Noboa, el húngaro Víktor Orban y el expresidente brasileño Jair Bolsonaro. Entre los invitados a la ceremonia también hubo representantes de segundo nivel como el canciller de Brasil, Mauro Vieira –el desplante a Lula da Silva tiene su precio-; la secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granholm –la cercanía a Donald Trump también se paga–; el líder del ultraderechista Vox, el español Santiago Abascal, y la diputada española-argentina-francesa del Partido Popular, Cayetana Álvarez de Toledo, entre otros. Las presencias y las ausencias son significativas y dan indicios sobre la orientación que en materia de política internacional tendrá el flamante Gobierno.
La alocución de Milei se centró en justificar lo que el nuevo mandatario considera una refundación nacional en base a presuntas «herencias recibidas». Aunque mencionó en primer lugar al Gobierno de Alberto Fernández, Milei remontó sus críticas hasta un siglo atrás, repitiendo su ya conocido latiguillo de que a principios del 1900 Argentina era la principal potencia del mundo, un dato que la realidad no respalda.
«Hoy comienza una nueva era –abrió el mandatario–, hoy enterramos décadas de fracaso, peleas intestinas, y comienza una era de paz, prosperidad, crecimiento y desarrollo, en libertad y progreso». Y se remontó hasta el nacimiento del país, cuando, dijo, la Argentina había decidido en 1816 no ser colonia de España nunca más. Además, repitió parte del preámbulo de la Constitución de 1853, a la que dijo considerar una Carta Magna liberal luego traicionada por «los políticos» que «decidieron un modelo que solo genera pobreza, estancamiento y miseria».
Reiterando algunos lugares comunes de la campaña, Milei omitió explicar cuáles serán sus primeras medidas, lo que quedará claro este lunes antes de la apertura de los mercados, con una conferencia de prensa del ministro de Economía, Luis Caputo. En cambio, trazó un crudo panorama de los momentos de pesadumbre que, aseguró, esperan a los argentinos.
«Haremos un ajuste fiscal en el Estado del 5% del PBI. En el Estado, no sobre el sector privado», dijo, mientras desde la plaza del Congreso se escuchaban cánticos de «motosierra, motosierra». «No hay lugar a la discusión entre shock y gradualismo. Todos los programas de gradualismo terminaron mal, mientras que todos los programas de shock fueron exitosos», agregó, para luego asegurar que, según su evaluación, el Gobierno deja una inflación plantada de 15.000% anual «que vamos a luchar para erradicar».
«No hay solución alternativa al ajuste», repitió un puñado de veces. «Desde el punto de vista teórico, los empresarios no invertirán hasta que venga un ajuste fiscal recesivo». Y a eso se comprometió. A continuación, señaló que habrá estanflación, como ya venía advirtiendo en declaraciones públicas de las últimas semanas. «Será el último mal trago para la reconstrucción argentina», arengó. «Pero habrá luz al final del camino», dijo, en un revival de discursos optimistas de otros presidentes a la hora de iniciar procesos de ajuste. En otro esbozo de cómo mira al mundo y cómo espera que lo vean, dijo que la alternativa «sensiblera» –así la calificó–, llevaría el país a ser «como la Venezuela de Chávez y Maduro».
Con respecto a la inseguridad, calificó a Rosario, sin nombrarla, como una ciudad «secuestrada por los narcos». Dijo que las fuerzas de seguridad habían sido abandonadas por los Gobiernos y que «solo el 3% de los delitos son condenados», circunstancia que también se debería atribuir, en todo caso, al Poder Judicial. Sin embargo, desde la plaza gritaban «policía, policía».
Milei criticó la situación en el área de Salud, cuestionó las políticas implementadas durante la pandemia y adelantó que propone un nuevo contrato social con algunas consignas y frases hechas ya utilizadas durante la campaña: «El que las hace, las paga». «Quien corta la calle no recibe la asistencia de la sociedad, el que corta no cobra». «Dentro de la ley se permite todo, fuera de la ley no se permite nada».
En el cierre, acudió a la Biblia para agradecer que su asunción coincida con la celebración de Janucá, la fiesta «que recuerda la guerra de los macabeos, los débiles contra los poderosos, la luz sobre la oscuridad, la verdad sobre la mentira». Y culminó con un «Dios bendiga a los argentinos y que las fuerzas del cielo nos acompañen. ¡Viva la libertad, carajo!».
En síntesis, un sinfín de vaguedades plagado de eslóganes, con marcado tono neoliberal, cuya clave interpretativa se develará en el paquete de leyes que enviará a las sesiones extraordinarias del Congreso Nacional.