Política

Las otras grietas

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Tanto la reacción social ante los aumentos tarifarios como el impacto político del fallo de la Corte que frenó parcialmente el incremento del gas desnudaron desacuerdos entre las fuerzas que integran la alianza gobernante. Realineamientos en la oposición.

En el ojo de la tormenta. Juan José Aranguren divide aguas en el oficialismo entre quienes lo respaldan y quienes piden su renuncia. (DYN)

 

La torpeza exhibida por el gobierno nacional al intentar imponer un esquema tarifario en los servicios públicos esenciales que provocó una dura reacción popular y al que la Corte Suprema de Justicia acaba de ponerle un límite parcial, aceleró el desgaste de un gabinete atravesado por algunas contradicciones, aunque Mauricio Macri insista en definirlo como «el mejor equipo de los últimos 50 años».
Lo que ha quedado en evidencia es que el presidente, sus colaboradores y asesores han optado por hacer oídos sordos a la masiva protesta ciudadana que involucró incluso a sectores sociales receptivos a su relato. Dentro mismo de la alianza gobernante hubo quienes propusieron utilizar al titular de la cartera de Energía y Minería, Juan José Aranguren, como fusible para evitar males mayores, especialmente después de su frustrante paso por el Congreso Nacional, donde no convenció con sus explicaciones ni siquiera a los diputados de fuerzas cercanas a acordar con el gobierno. Sin embargo, Macri le ratificó su confianza al cuestionado ministro. En tanto, su aliada Elisa Carrió optó por desmarcarse y cuestionar el tarifazo, mientras la cúpula radical –con la excepción de Ricardo Alfonsín– eligió el silencio para no desnudar el debate interno que crece en intensidad. La disconformidad no está referida exclusivamente a las medidas señaladas, se extiende además al papel de «convidado de piedra» que, según los dirigentes críticos, se le ha asignado al partido.
Estos chisporroteos, cada vez más frecuentes, se expresaron claramente en Santa Fe, donde la constitución formal de Cambiemos en el orden provincial, motorizada por el Comité Nacional de la UCR, implicará la ruptura del Frente Progresista que conduce esa provincia, integrado por radicales, socialistas y otros grupos menores. El propio vicegobernador, Carlos Fascendini, disparó contra sus correligionarios al puntualizar: «La banda de José Corral y Mario Barletta debería dejar los cargos que están ocupando en el gobierno provincial, antes de que los echen… los echemos».
Las consecuencias políticas de la respuesta que ofrece el macrismo a la disconformidad generalizada –las encuestas más creíbles señalan que el 77% de la población se opone al brutal incremento tarifario– generaron sustanciales modificaciones en el escenario político. El Frente Renovador, que facilitó en el Congreso la tarea del macrismo, intentó despegarse y ponerse a la cabeza de la resistencia, por lo menos en lo discursivo. Es que, a casi diez meses de iniciada la gestión de Cambiemos, la inflación no cede y todo hacer prever que se potenciará cuando industriales, comerciantes y productores agrarios carguen en sus costos los aumentos del gas, la luz y el agua. En tanto, el endeudamiento parece ser la panacea macrista para que la situación no se descontrole, y las grandes empresas ya han comenzado a suspender personal masivamente, preludio de inminentes despidos. De allí que el diputado Sergio Massa procure mostrarse como un civilizado opositor, consciente de que el paraoficialismo, que hasta hace poco parecía ser un buen negocio, se ha convertido hoy en una pesada carga, habida cuenta del malestar social imperante.

 

Entre el frío y los tropiezos
El justicialismo, con todo y sus vacilaciones, aparece como el más favorecido por los tropiezos oficialistas, dado que solo le cabe desempeñar un rol opositor, aunque las estrategias de quienes destacan el carácter «constructivo» de tal posicionamiento no son fácilmente articulables con las de quienes reclaman una activa resistencia. Resulta evidente que la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner jugará un papel fundamental en la definición del rumbo a emprender.
La necesidad de imponer a cualquier costo el esquema neoliberal, tal como les prometió a los grupos de poder que lo sustentan, ha llevado al macrismo a acumular errores que ya no pueden disimularse con el blindaje mediático. Así lo han advertido también en el exterior. Con el título «Hace frío afuera», el semanario inglés The Economist publicó una nota ilustrada con una caricatura en la que el presidente Macri aparece abrigado, con orejeras y a espaldas de una multitud indignada. El texto, que analiza los primeros nueve meses de gestión, destaca que el mandatario está padeciendo su «primera gran crisis» y puntualiza que deberá mostrar algunos resultados económicos en los primeros meses del año próximo si desea evitar una dura caída en las elecciones legislativas.
Por lo pronto, los funcionarios oficiales ya no hablan de semestres mágicos ni fijan plazos para una recuperación económica que pocos visualizan en el horizonte. Al contrario, todos los datos demuestran que, lejos de haber corregido los errores de la gestión anterior, el gobierno de Cambiemos ha creado una crisis artificial funcional a sus propósitos. Pero si bien logró enfriar la demanda, bajar los costos laborales, transferir recursos a los agroganaderos, las grandes cerealeras y las mineras, y engrosar la renta financiera, ítems todos que formaban parte de su verdadero programa, perdió el control de la inflación, no consiguió las soñadas inversiones y se muestra incapaz de detener la sangría de divisas. No se trata solamente de que no haya mejorado nada, es que lo ha empeorado todo.