Política | VETOS RECHAZADOS

Límites desde el Congreso y la calle

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Demián Verduga

El Gobierno cosecha el aislamiento sembrado a lo largo de los últimos meses en los que agredió políticamente a sus aliados y encuentra un freno en el descontento de gran parte de la sociedad.

Consenso creciente. La insistencia en las leyes reunió más votos en la Cámara que la sanción inicial.

Foto: NA

«El rey está desnudo» es una frase del cuento «El nuevo traje del emperador», escrito por Hans Christian Andersen, autor nacido en Dinamarca a principios del siglo XIX. La moraleja de la frase es que alguien tiene que decir lo obvio. En la Argentina de la primavera de 2025 su aplicación sería: el presidente está aislado. 

Javier Milei y su hermana Karina fueron construyendo un cerco a su alrededor y ahora parecen no tener salida. El último alambrado del cerco fue una derrota parlamentaria de una magnitud inédita. El Congreso Nacional rechazó este miércoles 17 de septiembre los vetos que el presidente había aplicado semanas atrás sobre dos leyes sancionadas por el Parlamento: Emergencia Pediátrica, para fortalecer el financiamiento del Hospital Garrahan, y Financiamiento Universitario, para las universidades públicas nacionales.

Los dos proyectos habían sido aprobados en la Cámara de Diputados el pasado 6 de agosto. La insistencia de este miércoles con ambos tuvo más respaldo que la aprobación inicial. Para no atosigar con números, se mencionan a continuación solo la evolución de los favorables. En agosto el financiamiento para el Garraham había obtenido su aprobación con 159 votos positivos y el financiamiento para las universidades, 158. En la insistencia contra los vetos de Milei, los recursos para el Garrahan obtuvieron el voto favorable de 181 diputados y los destinados a la universidad, 174. El apoyo parlamentario creció y superó holgadamente los dos tercios que exige la ley para voltear un veto presidencial.

Cuando faltaban 24 horas para el inicio del debate de este miércoles había rumores de que la Casa Rosada lograría al menos que la insistencia para el financiamiento universitario no consiguiera los dos tercios. El lunes Milei había aprobado transferencias de recursos del tesoro nacional a cuatro provincias aliadas: Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes y Misiones. El flamante ministro del Interior, Lisandro Catalán, prometía una nueva relación con los gobernadores. A esto se sumó la cadena nacional del presidente. En su discurso leído en el Salón Blanco de la Rosada utilizó el malabarismo numérico para tratar de convencer a la población de que su nuevo presupuesto –el de 2026– contemplaba aumentos importantes para Educación y Salud. De nada sirvieron las gestualidades y la creatividad contable. El límite político llegó. 

El resultado de la votación en Diputados se explica por varios cambios de posición. A la postura de los bloques de Unión por la Patria, el Frente de Izquierda y Encuentro Federal se sumaron una serie de apoyos impensados hace un mes y medio. Los miembros del flamante bloque Coherencia, donde están los exmileistas Marcela Pagano, Lourdes Arrieta, Carlos D’Alessandro y Gerardo González, votaron contra los vetos del Milei. En agosto, solamente Arrieta había apoyado los proyectos de la oposición. 

Algo similar ocurrió con el PRO. Hubo cinco diputados que cambiaron de postura, entre ellos Silvia Lospenatto, que compitió contra el vocero Manuel Adorni en la elección porteña. La misma línea siguieron varios radicales. Los mendocinos Pamela Verasay y Lisandro Nieri se pronunciaron contra de los vetos presidenciales. Ambos responden al gobernador Alfredo Cornejo que cerró alianza con Milei en su provincia. Incluso uno de los radicales que hace varios meses cambió la boina blanca por la peluca, el misionero Martín Arjol, votó contra los vetos. Cuando el río suena agua lleva.

Postal. Buenos Aires fue epicentro de masivas movilizaciones que se multiplicaron en decenas de ciudades del país.

Foto: Jorge Aloy

Multitudes en las plazas
Mientras tanto, afuera del Congreso había una marcha multitudinaria. La convocatoria liderada por las organizaciones estudiantiles contó con el respaldo de gremios, organizaciones sociales, partidos políticos y hasta la CGT. La Plaza Congreso estaba desbordada. Por avenida de Mayo las columnas seguían hasta la 9 de Julio donde la multitud armaba una T, expandiéndose hacia los lados de la avenida «más ancha del mundo».

Había carteles que ilustraban la profundidad de las fibras que tocó el ajuste de Milei, que atenta contra los pilares civilizatorios de la sociedad argentina. Un cartel con un mensaje que tenía sentido de trascendencia casi poético decía: «Marchemos, protestemos, gritemos. Que cuando se escriba la historia de este tiempo que nos tocó vivir se sepa que no estuvimos de acuerdo». 

Unos pasos más allá había una joven de pelo negro y lacio que sostenía en alto con las dos manos una cartulina: «Si podés leer esto es porque hay educación pública».

La marcha se replicó en distintos puntos del país. Por las redes sociales se difundieron imágenes de concentraciones masivas en Córdoba, Mar del Plata, Rosario, Jujuy, Río Grande. Incluso Bahía Blanca, donde Milei ganó cómodo en las elecciones bonaerenses, contó con una movilización multitudinaria. 

Nuevo escenario
Toda esta suma de fuerzas desembocó en un resultado que tiene dos caras. Una es la luz de esperanza que surgió para la sociedad argentina y sus pilares democráticos. La otra es un horizonte sombrío para el Gobierno que hasta hace pocas semanas actuaba como si fuera invencible.

La soberbia era el rasgo de la comunicación política del milieísmo. Los funcionarios se habían inventado un remate para sus intervenciones en redes sociales, inspirado en la película La guerra de las galaxias. La conclusión en cada mensaje era una sigla de cuatro letras: TMAP (Todo Macha Acuerdo al Plan). El propio presidente la utilizaba debajo de las decenas de tuits que publica por día, siempre con ese tono mesiánico de quien se cree conocedor de un destino inexorable.

Esa supuesta capacidad de predecir el futuro encontró un límite casi infranqueable el pasado 7 de septiembre, en las elecciones locales de la provincia de Buenos Aires, en las que el peronismo le ganó a la Libertad Avanza por casi 14% de los votos. Se sabía que la contienda no sería solo para renovar la mitad de la Legislatura provincial y los Concejos deliberantes, que tendría impacto nacional. Al final se volvió un canto rodado que comenzó a girar por la ladera de una montaña cubierta por la nieve y terminó transformándose en una avalancha que modificó el clima político. La magnitud de la derrota parlamentaria que tuvieron los vetos de Milei este miércoles se explica en parte por el impacto de la elección bonaerense, que se sumó a la pelea que la comunidad educativa viene dando desde que comenzó el Gobierno de La Libertad Avanza y su motosierra. 

El cerco que los hermanos Milei construyeron alrededor de sí mismos se forjó con un ajuste brutal sobre los bolsillos populares y los servicios esenciales del Estado, combinado con baja de impuestos para los más ricos y grandes negocios para los especuladores financieros. En el terreno político, la estrategia conducida por la hermana presidencial, junto a dos miembros del clan Menem, Martín y Lule, llevó a una ruptura con los gobernadores que al inicio de la gestión libertaria habían respaldado al Gobierno en el Congreso. Esto incluye al tucumano peronista Osvaldo Jaldo y al radical correntino Gustavo Valdés. Los mandatarios que le dieron gobernabilidad a Milei recibieron a cambio el armado de listas en sus terruños por parte de la hermana del presidente para disputarles el poder. Esas decisiones no son gratuitas y no se arreglan con un plato de lentejas, como intentó Milei este lunes repartiendo 12.000 millones de pesos de los ATN. El presidente está cosechando su siembra. El rey está desnudo.

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